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El Banco de España alerta de que la eficacia de los ERTE, la gran arma de Sánchez, se desintegra

Pedro Sánchez no ha dejado de alardear del sistema de los ERTE. Según la versión oficial, se ha convertido en el arma perfecta para combatir los efectos del Covid en las empresas y el mercado laboral. Pero lo cierto es que ese instrumento ha perdido su eficacia. Y así lo ha reflejado un informe del Banco de España que relata cómo se ha desplomado la capacidad de reactivación laboral de este instrumento y que quienes entran en ERTE cada vez tienen menos posibilidades de volver a trabajar.

El artículo publicado por el Banco de España se titula Los ERTE en la crisis del Covid-19: un primer análisis de la reincorporación al empleo de los trabajadores afectados. Sus autores son Mario Izquierdo, Sergio Puente y Ana Regil. Y allí se detalla la caída de eficacia de los ERTE como mecanismo de combate de la crisis generada por el coronavirus.

El estudio señala que, efectivamente, hubo un momento de la crisis en el que los ERTE sí resultaron útiles: “El retorno al empleo efectivo en el tercer trimestre de los trabajadores que entraron en un ERTE en el segundo fue muy elevado, y refleja el proceso de desescalada, que permitió recuperar la actividad de muchas empresas y sectores. En concreto, casi el 70% de los trabajadores que entraron en un ERTE en el segundo trimestre de 2020 retornaron al empleo efectivo en el tercero”. En cuanto al resto, “cerca del 20% del total seguían afectados por un ERTE y algo menos del 10% pasaron a una situación de no empleo”.

De ese modo, “la reincorporación al empleo fue muy superior a la observada entre los trabajadores que perdieron su empleo en el segundo trimestre sin estar cubiertos por un ERTE, lo que reflejaría su buen funcionamiento como mecanismo de ajuste temporal de los costes laborales de las empresas”. Los datos avalan esta afirmación: “En concreto, entre los trabajadores que perdieron su empleo en el segundo trimestre sin entrar en un ERTE, algo menos del 40% habían vuelto a una situación de ocupación un trimestre más tarde, lo que supone una diferencia de más de 30 puntos porcentuales respecto a lo observado entre los trabajadores acogidos a un ERTE”. El efecto, por lo tanto, queda demostrado en ese tercer trimestre.

Bajos niveles de reincorporación al puesto

Pero, ¿ha ocurrido lo mismo después o la eficacia se está desintegrando? El estudio responde a esa pregunta:

“En cuanto a los flujos observados en el cuarto trimestre del año, en el mismo gráfico se observa que la probabilidad de los afectados por un ERTE en el tercer trimestre de volver al empleo efectivo disminuyó de manera muy apreciable, hasta el 32%”. La causa a esta pérdida de la capacidad de reactivación laboral es clara: “Este descenso reflejaría el freno al proceso de recuperación del mercado de trabajo observado en la parte final del año, asociado al repunte de la pandemia y a las nuevas restricciones aprobadas.

Además, esa probabilidad observada de que un afectado por ERTE volviera al empleo un trimestre después fue algo menor que la probabilidad de que lo hiciera alguien que había perdido su puesto de trabajo. Esta evolución podría estar reflejando la persistencia de niveles de actividad muy bajos en algunas ramas, como consecuencia de las sucesivas olas de la pandemia”.

De ese modo, “el retorno al empleo en el tercer trimestre de los trabajadores que entraron en un ERTE en el segundo fue muy elevado, y muy superior al observado entre los no cubiertos por un ERTE. En el cuarto trimestre, esta probabilidad disminuyó sustancialmente entre los afectados por un ERTE, y quedó levemente por debajo de la observada entre los no cubiertos por estos esquemas”.

Es más, “un resultado similar se observa cuando se analiza la situación laboral en el último trimestre del año del colectivo que permaneció en un ERTE durante el segundo y el tercer trimestre, en comparación con quienes estuvieron a lo largo de ese mismo período en situación de no empleo. De nuevo, la probabilidad de retornar al empleo efectivo fue relativamente reducida, situándose en este caso solo ligeramente por encima de la observada entre quienes no estuvieron acogidos a ERTE en esos dos trimestres”.

La información individual proporcionada por la EPA permite analizar en qué medida se observan diferencias en estas transiciones, según las distintas características y ramas de ocupación de los trabajadores. Y el estudio subraya que “la elevada eficacia de los ERTE en el segundo trimestre fue generalizada para todos los grupos y sectores considerados, en el sentido de que la probabilidad de volver a una situación de empleo efectivo fue muy superior entre los afectados por ERTE respecto a la del resto de los no empleados. De la misma forma, el peor desempeño relativo de los ERTE que comenzaron en el tercer trimestre, en comparación con quienes pasaron a estar desempleados o inactivos en ese período, es compartido por la mayor parte de los colectivos, destacando la menor efectividad, definida de ese modo, entre las mujeres, los jóvenes y el colectivo con menor nivel de formación. Por ramas de actividad, el empeoramiento se concentró en la construcción, en la hostelería y el comercio y en los otros servicios, esto es, las ramas más afectadas por las restricciones durante ese período”.

Justo los sectores más golpeados y los colectivos hacia a los que el Gobierno aseguraba tener una mayor dedicación para protegerlos en la crisis del coronavirus.