ETA

Un etarra fugado a Venezuela denuncia ahora que Maduro no respeta sus «derechos humanos»

Asier Guridi, el etarra que quiere volver al santuario español
Asier Guridi protestando en Caracas.
Pelayo Barro

Se llama Asier Guridi; militó durante años en comandos de ETA y llegó a Venezuela bajo una identidad falsa en 2005. Huyó de Francia, donde las autoridades le buscaban por delitos de terrorismo. El régimen de Hugo Chavez le acogió en los años en los que Caracas se convirtió en santuario para terroristas fugados de la justicia. Entre ellos, Iñaki de Juana Chaos. Pero ahora denuncia que en la Venezuela de Nicolás Maduro no se respetan sus «derechos humanos»: no es capaz de sacarse el DNI venezolano porque el trámite requiere que presente su pasaporte español real, y no el falsificado con el que entró al país. El Consulado español le ha comunicado que no puede facilitarle el documento al tener causas pendientes por terrorismo. Ahora protesta todos los días contra el Gobierno de Maduro, del que ya han huido otros miembros de ETA.

«Pues vuélvete para España».  Es uno de los mensajes que Guiridi ha recibido en redes por parte de venezolanos que están al día de sus protestas, de las que da puntual información. Cada mañana, Guiridi se planta frente a las oficinas del Servicio Administrativo de Identificación, Migración y Extranjería (Saime), coronadas con un gran retrato de Hugo Chávez -el que antaño fuera su benefactor- para reclamar que le expidan un DNI venezolano.

Su caso podría parecerse al que relata la película La Terminal de Steven Spielberg, en el que un extranjero queda atrapado en el aeropuerto JFK de Nueva York después de que en su república ex soviética se registre un golpe de estado y su pasaporte quede anulado. Un laberinto burocrático que le obliga a vivir durante meses en la zona de tránsito internacional. Esa historia, basada en hechos reales, podría parecerse a la de Guiridi. Pero no, porque su caso no se asemeja al de un refugiado, sino al de un terrorista huido de la justicia. Uno de tantos que a principios de este siglo buscaron refugio en la Venezuela revolucionaria de Chávez.

Guridi se integró en ETA en los años 80, donde asumió el alias de Gari. Formó parte del comando Txantxi entre 1987 y 1992, donde participó en diversos atentados hasta que fue detenido. Salió en 1997 y huyó a Francia. En 2001 la Audiencia Nacional volvió a vincularle a otros atentados y emitió una orden de búsqueda, pero para aquel entonces las autoridades policiales ya le habían perdido la pista. Su nombre volvió a aparecer en el radar de la lucha antiterrorista en 2003, tras una operación hispanofrancesa contra el aparato logístico y los llamados comandos legales de ETA. Encontraron fotos de Guridi con las que la banda estaba elaborando una identidad falsa para facilitar su huida. La misma que utilizaría después para entrar en Venezuela. Más bien, para salir de Francia.

Además de la de 2001, la Audiencia Nacional emitió otras dos órdenes de busca y captura contra él, en 2004 y en 2013. Esta última provocó un hito: por primera vez, el Sebin venezolano -el servicio de inteligencia chavista- se abría a colaborar con la Policía española y francesa para localizar y detener a Guiridi. Y así ocurrió. Pero todo quedó en nada: tras encarcelarle a la espera de una posible extradición, Guridi se puso en huelga de hambre y 18 días después le abrieron la puerta de la celda. El Gobierno de Maduro intercedió por él y se denegó la extradición.

Ahora, tras casi dos décadas escondido en Venezuela de esas órdenes de busca y captura que pesan sobre él por actividades terroristas, Guridi ha iniciado una campaña contra el Gobierno de Maduro. Denuncia que no se están respetando sus «derechos humanos» porque la burocracia chavista no le facilita una «cédula de identidad». Un DNI. La ley venezolana le requiere presentar un pasaporte español que no tiene, tras 20 años huido de la justicia. Obviamente, no le vale el pasaporte falso que le facilitó ETA para escapar de Francia.

Guiridi alega que es imposible conseguir ese pasaporte porque, como el mismo ha dejado patente en sus redes hace días, «si fuera por España, ¡me trocearían y me desaparecerían entre cal viva!». Dice temer que si pone un pie en un consulado español pueda correr la misma suerte que el periodista saudí Jamal Khashoggi, que desapareció tras entrar en la embajada de Estambul y reapareció muerto y desmembrado.

Sin embargo, en Exteriores este lamento produce hasta risa: «Ha estado varias veces en el Consulado de Caracas hablando con el propio cónsul, se le ha explicado que no se puede expedir un pasaporte a una persona con una orden de búsqueda pendiente por terrorismo, porque sería facilitarle su huida hacia cualquier otra parte del mundo como es lógico», explican fuentes diplomáticas a OKDIARIO.

De hecho, el pasado mes de abril, cuando Guridi inició una huelga de hambre, que duró días, frente al Consulado español, el propio terrorista huido reconoció a un medio venezolano que las autoridades diplomáticas españolas le habían recibido. «El cónsul ha sido muy amable», indicaba.

La vía de salida que le propone la Embajada española, la única posible que permite la ley, es emitir un salvoconducto que certifique su nacionalidad española. Con ese documento tan sólo podrá volar a España. Eso sí, para ser detenido. Pero en vista de la situación penitenciaria que tiene en estos momentos sus compañeros de ETA, con acercamientos al País Vasco y regímenes de semilibertad exprés, quizás no sea tan mala opción. El santuario, ahora, es España.

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