Las penas por agredir a policías suben el 20% mientras PSOE y Podemos ultiman la nueva ley de Seguridad
Las asociaciones policiales se personan en las agresiones a policías ante la falta de apoyo de Interior
Las agresiones a la Policía y la Guardia Civil han aumentado más de un 12% con Sánchez en el Gobierno
Cinco condenados a prisión por agresiones a la Policía durante la última visita de Abascal a Ceuta
El año pasado España registró el mayor número de condenas por atentado a la autoridad de la última década. Un total de 14.664 personas fueron condenadas, mientras que la media de la década hasta era de 12.000 condenados. Esto significa un alarmante un incremento de un 20% de condenas por agresiones a agentes de la autoridad, que el Sindicato Unificado de Policía (SUP) achaca a la reforma de la Ley de Seguridad Ciudadana impulsada por el PSOE, Podemos y sus socios parlamentarios, que pese a no estar en vigor aún, muchos de sus criterios son ya aplicados por el Ministerio del Interior.
La reforma de la ley ha suscitado las protestas de todos los colectivos profesionales de la Guardia Civil y de Policía Nacional porque el borrador que se intenta pactar -el 80% ya está acordado- recoge entre otras novedades rebajar el castigo por desobediencia a los agentes del orden, «recortar los medios de contención para hacer frente a altercados violentos de carácter multitudinario, retirar la prohibición de difusión sin autorización de imágenes grabadas a policías en su trabajo, o rebajar la presunción de veracidad de los relatos de los policías frente a los de los presuntos delincuentes en actas policiales», explican desde el SUP.
De estos casos, por ejemplo, «ya se está haciendo la vista gorda si alguien fotografía a un policía durante una actuación es difícil que se le detenga o se le aperciba de sanción», explican desde el SUP. Desde el mismo sindicato añaden que «las unidades antidisturbios se están quedando sin efectivos porque se priman las UPR sobre las UIP, lo que significa de facto recortar los medios de contención frente a los violentos y la pérdida de autoridad promovida por este gobierno acabará porque ya no nos crean ni en los Juzgados cuando acudimos a declarar».
La reforma recoge también de manera preocupante, por ejemplo, el levantamiento de la prohibición de manifestación sin advertencia previa a las delegaciones de Gobierno, es decir, podrá haber «manifestaciones espontáneas» sin convocatorias previas.
Agresiones
Las frecuentes agresiones de finales del pasado año a agentes de la autoridad ya hicieron sonar todas las alarmas. Primero fue una discusión de tráfico, luego un policía recriminó no usar la mascarilla a un inmigrante en el Metro, la fuga de unos calabozos y el año terminó con un apuñalamiento durante una intervención. El problema es que las agresiones a un agente, si no hay lesiones graves implica que el Ministerio del Interior no se persone como acusación, lo que deja a policías nacionales, locales y guardias civiles a su propio arbitrio acudir a los tribunales para defenderse o dependen de la ayuda de sus sindicatos y asociaciones profesionales que son los únicos que no les abandonan. Con la nueva ley, esto se va a agravar todavía más. Por ejemplo, ya el Sindicato Unificado de Policía (SUP) ha tenido que ejercer la acusación particular en el caso de los policías denunciados por los ocupantes de un piso de Palma de Mallorca durante el estado de alarma.
La última agresión conocida a un policía ocurrió el pasado sábado, cuando la Guardia Civil detuvo a dos jóvenes, mayores de edad, por la agresión al jefe de la Policía Local del municipio mallorquín de Porreres. Se les imputan delitos de atentado a un agente de la autoridad y amenazas graves. El funcionario de Policía se encontraba fuera de servicio en el momento de los hechos. «El problema es la grave pérdida de autoridad que trasladamos a la ciudadanía, que piensan que nos pueden agredir y quedar impunes», avisan desde el SUP.
El grave problema es que la tendencia en agresiones a agentes de la autoridad no deja de subir. En 202o las condenas fueron 11.205, muchas de ellas relacionadas con discusiones durante la pandemia y el establecimiento del estado de alarma. Pero ahora ya no existe ese condicionante y según denuncia el SUP, «lejos de garantizar la protección de los policías como máximos garantes de la seguridad ciudadana ante un futuro incierto, el Gobierno y sus socios aceleran los trámites para presentar antes de final de este año una «reforma a la baja» de la Ley Orgánica para la Protección de la Seguridad Ciudadana», además «lo hacen sin contar con uno de los colectivos más afectados, el de las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado».
Desde el SUP, «insistimos en el rechazo rotundo a estas modificaciones que, creemos, favorecen la impunidad de los delincuentes y potencian la inseguridad jurídica y la desprotección de los policías». Por eso, «en defensa de los policías, pero también de las libertades y el derecho a la seguridad de los ciudadanos, exigimos que se retiren los cambios previstos en la Ley, e insistimos en la necesidad de contar con la opinión de los agentes para abordar un asunto de tal relevancia».
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