Teresa Jiménez-Becerril: «Otegi es un criminal y un farsante, hombre de paz era mi hermano Alberto»

Teresa Jiménez-Becerril
Teresa Jiménez-Becerril, eurodiputada del PP y víctima de ETA.

Teresa Jiménez-Becerril es eurodiputada por el Partido Popular. Empezó en la política antes de ser política, y no lo hizo por vocación o iniciativa propia, sino a golpe de tiros, los que salieron de una pistola de ETA y mataron a su hermano Alberto y a su cuñada Ascen el 30 de enero de 1998. El concejal del PP y segundo teniente alcalde en Sevilla regresaba a casa con su mujer mientras sus tres hijos dormían tranquilamente en casa.

La vida cambió para ellos y para esta mujer, que se comprometió en la lucha por las libertades y contra el terrorismo. Preside la fundación que lleva el nombre de su hermano y desde 2009, es diputada en el Parlamento Europeo, donde trabaja en la subcomisión de Derechos Humanos y en la comisión de Derechos de la Mujer e Igualdad de Género.

Hoy, Teresa Jiménez-Becerril echa en falta «la unidad que que hubo entonces», cuando ETA secuestró y asesinó al edil popular de Ermua Miguel Ángel Blanco, «porque ETA no mata y es fácil caer en la cómoda tentación del olvido». Ella se niega.

Pregunta.– ¿Qué significó el asesinato de Miguel Ángel Blanco dentro del PP?

Respuesta.– Realmente, yo no tenía ninguna responsabilidad política cuando mataron a Miguel Ángel y sólo puedo contestarle por lo que mi hermano Alberto Jiménez-Becerril me contó entonces. La conmoción fue total, pero el partido ya estaba acostumbrado a convivir en la diana de ETA, muchos habían sido los amenazados y asesinados por pertenecer al PP y anteriormente a UCD, que sufrió de manera brutal el terrorismo. Alberto fue el que organizó la manifestación de condena en Sevilla, que siguió al asesinato de Miguel Angel. Desconocía él, mientras marchaba tras la pancarta, que esas manos blancas que se alzaban volverían a hacerlo seis meses después en Sevilla, pero esta vez, por su asesinato y el de su mujer. Tanto el PP como toda la sociedad española, que no cedió al chantaje de ETA, supo que había un antes y un después del asesinato de Miguel Angel. Ese ¡Basta ya! fue una realidad. 

P.– ¿Sigue vivo el ‘espíritu de Ermua’, o hay más de eso que Totorika ha llamado estos días el ‘estigma de Ermua’?

R.– No sé si sigue vivo. Imagino que en muchos de nosotros sí, si por él entendemos la defensa de la libertad, la justicia y la dignidad y el no ceder ante el terrorismo nunca. Quizás falte la unidad que hubo entonces, porque ETA no mata y es fácil caer en la cómoda tentación del olvido. Pero olvidar sólo beneficia a los terroristas y a sus cómplices, ya que si no recordamos sus crímenes, éstos serán borrados y al final para las generaciones futuras no habrán ocurrido. Por ello es tan importante el testimonio de las víctimas, es un arma implacable contra el terrorismo de ETA.

P.– ¿Tiene respuesta para quienes acusan al PP de ‘utilizar políticamente’ la memoria de Miguel Ángel Blanco o de sacar sus pancartas para usarlas como ‘martillo de herejes’?

R.– ¡Que no digan tonterías! Lo que yo quisiera es que se sumaran todos, mientras más mejor, pero desgraciadamente son muchos los que prefieren pasar página. Se creen que así será más fácil lo que llaman, falsamente, paz. No hubo guerra. Mi hermano y su mujer no iban a ninguna guerra cuando les tirotearon. Por tanto, eso de buscar la paz es de una falsedad total. ETA ya no mata, muchos de los que comparten su proyecto político están en las instituciones y no se sienten cómodos condenando el terrorismo de ETA. Los que dicen que el PP usa la memoria de las víctimas quieren hacernos callar. Si no hay víctimas, no hay verdugos y a otra cosa, nada ha pasado en España en estos 50 años.

P.– ¿Se sintió traicionado el PP cuando al año de que el Pacto de Ajuria Enea ordenara «aislar a HB», el PNV firmó el pacto de Lizarra?

R.– No estaba en política entonces, pero imagino que sí.

P.– Ese fue el año en que ETA mataba a su hermano, ¿no se sintieron solos, abandonados?

R.– ¿Solos? ¡Cómo no! Nos faltaba nuestro Alberto. A mi madre, su hijo, mi hermano. A mis sobrinos, su padre y su madre Ascen. Si se refiere a los políticos o compañeros de Alberto, no, nunca nos sentimos solos. Tampoco por parte de los sevillanos y de muchos españoles que se volcaron entonces con nosotros y siguen apoyándonos hoy, 20 años después. Es verdad que la gente tiende a olvidar, pero en Sevilla la memoria de Alberto y de Ascen está muy presente y su sacrificio por nuestra libertad.

P.– ¿Él se sentía amenazado?

R.– Él miraba bajo su coche y seguía algunas medidas de seguridad, pero no tenía una percepción muy cercana de que le podían asesinar.

P.– Usted es eurodiputada, ¿cómo trabaja el Parlamento Europeo contra quienes quieren ahora blanquear el terrorismo de ETA?

R.– No les permitimos que lleven la bandera. Somos las víctimas y nuestros compañeros que nos apoyan, los que denunciamos a Otegi cuando vino y le quitamos la máscara. Cada día son más los que saben la verdad.

P.– ¿Es Otegi un hombre de paz?

R.– Otegui es un terrorista, es imposible ser criminal y hombre de paz. Es un farsante. Hombre de paz era mi hermano Alberto, no ese tipo que pertenecía a ETA y que jamás ha condenado sus asesinatos.

P.– ¿ETA está derrotada o sus postulados están renaciendo de la mano de nuevos radicalismos?

R.– ETA está cercada, derrotada policialmente. Políticamente, no consiguieron la independencia, pero sus cómplices defienden desde los sillones lo mismo que ellos hicieron con pistolas y bombas. Los radicales ganan terreno, recuerde lo de Alsasua, las agresiones a los guardias civiles y los homenajes a los terroristas.

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