España

Las 10 mentiras de la carta de Puigdemont a Rajoy

  • Agustín de Grado
  • Subdirector y responsable del Área Política en OKDIARIO. Antes jefe de área en ABC, subdirector en La Razón y director de Informativos en Telemadrid.

La carta de Carles Puigdemont a Mariano Rajoy es un cúmulo de mentiras. El presidente de la Generalitat ofrece una versión unilateral del problema y con una evidente manipulación de los hechos y del lenguaje. Hasta 10 falsedades ha detectado OKDIARIO en los dos folios de la misiva. Son éstas:

  1. Asegura Puigdemont que estamos ante un «conflicto» de «tal trascendencia» que, tanto la «sociedad» como «Europa», esperan sean resueltos por «el diálogo, la negociación y el acuerdo». Sin embargo, el denominado «conflicto» al que apela el presidente catalán es únicamente el generado por su gobierno que, ante la imposibilidad legal y política de sacar adelante un proyecto unilateral de independencia, ha decidido imponerlo por la fuerza mediante la violación, no ya solo de la Constitución, sino del propio Estatuto de autonomía aprobado por los catalanes.
  2. No es verdad que «tanto la mayoría de la sociedad» y «Europa» estén esperando una solución negociada al conflicto que el propio ejecutivo catalán ha provocado al plantearlo en los términos de ruptura sí o sí. Ni siquiera en Cataluña (donde el independentismo tiene más escaños, pero menos ciudadanos en votos que la oposición) está demostrado que la mayoría de los catalanes apuesten por la salida negociada con un gobierno golpista a partir de una realidad impuesta de facto desde el desprecio a la leyes nacionales y catalanas. En Europa, tampoco. El presidente del Consejo Europeo, Donald Tusk, fue claro la pasada semana: cualquier solución negociada debe producirse dentro del más absoluto respeto al marco constitucional. Es precisamente el marco constitucional al que no quieren someterse Puigdemont y sus secuaces bajo ningún concepto.

    Carles Puigdemont. (Foto: AFP)

  3. Dice Puigdemont que «la relación entre el Estado español y Cataluña» lleva «bloqueada desde hace muchos años». No es verdad. El Gobierno de Rajoy ha aceptado el diálogo y la negociación sobre todos los 23 asuntos que por escrito le llegó a plantear el presidente Artur Mas en 2014, menos uno: el referéndum y la independencia, cuestiones ambas planteadas siempre como condición sine qua non por los dirigentes golpistas envueltos en el manto del diálogo.
  4. El presidente de la Generalitat apela a los resultados del 1-O para reivindicar que la mayoría del pueblo catalán está por la independencia. Pero lo que sucedió el 1-O no fue un referéndum democrático, sino una farsa colectiva que solo buscaba engordar la propaganda secesionista. Apelar a los resultados de una consulta sin las mínimas garantías de trasparencia (los ciudadanos podían votar cuantas veces quisiera, como demostró OKDIARIO, incluso con DNI falso y residencia en otros rincones de España) debería causar sonrojo a sus promotores, que 45 minutos antes de comenzar la votación cambiaron los requisitos de la misma vulnerando así su propia ley del referéndum, aprobada apenas un mes antes. Solo el 43 por ciento del censo participó en la mascarada. Hasta en 75 municipios de Cataluña el ‘sí’ tuvo más votos que el censo de la localidad.

    En boca de Puigdemont, negociación y diálogo son eufemismos de chantaje

  5. Puigdemont se arroga una supuesta identidad del pueblo catalán que «quiere emprender su camino como país independiente en el marco europeo». Pero el «conflicto» catalán no es sino el resultado de la obcecación de su gobierno en que sea un solo territorio, el catalán, el que pueda decidir sobre lo que corresponde decidir al conjunto de los españoles (qué es España y quiénes forman parte de ella), destrozando así el principio constitucional (artículo 2) de que la soberanía nacional reside en el conjunto del pueblo español, del que emanan los poderes del Estado.

    Josep Lluís Trapero a su llegada a la Audiencia Nacional. (Foto: EFE)

  6. Asegura el dirigente catalán que la suspensión de la declaración de independencia (palabra que no cita, sino que embosca en la expresión «mandato político surgido de las urnas el 1 de octubre») es una demostración de buena voluntad para abrir «un camino de negociación» que permita alcanzar una «solución acordada». Sin embargo, esta «suspensión» es otra añagaza del dirigente catalán que viola la propia ley del referéndum aprobada por la mayoría golpista del parlamento catalán el 6 de septiembre. El artículo 4 de esa ley establece que el resultado tiene carácter vinculante y «con este fin, el Parlamento de Cataluña, dentro los dos días siguientes a la proclamación de los resultados oficiales por la Sindicatura Electoral, celebrará una sesión ordinaria para efectuar la declaración formal de la independencia de Cataluña, concretar sus efectos e iniciar el proceso constituyente».
  7. Puigdemont se permite plantear dos exigencias a Rajoy. La primera de ellas, que revierta lo que define como «la represión contra el pueblo y el gobierno de la Cataluña», representada en la causa abierta por sedición contra el jefe de los Mossos, Josep Lluís Trapero, y los presidentes de la ANC y Òmnium Cultural. Puigdemont reclama a Rajoy impunidad para todos ellos, simulando desconocer que esta causa es un proceso que se dilucida en el ámbito estricto de la Justicia, ajena por tanto a las injerencias del Ejecutivo.
  8. Tilda también como ejemplos de represión todas las actividades que jueces y tribunales pusieron en marchas para impedir la celebración del 1-O: bloqueo de las webs del referéndum, congelación de cuentas bancarias, etc.
  9. En el capítulo de la imaginada represión, Puigdemont cita, como no podía ser de otra forma, «la brutal violencia policial ejercida contra la población pacífica». Tan brutal que, del supuesto casi millar de heridos, solo dos personas permanecieron ingresadas de gravedad en los días posteriores al 1-O. Por no hablar de la mujer que aseguró que le rompieron los cinco dedos de una mano… y mentía.
  10. Puigdemont se despide de Rajoy solicitando un reunión «que nos permita explorar los primeros acuerdos». Lo hace de tú a tú. Como si estuvieran en el mismo plano de legitimidad democrática el presidente cuyo único cometido ha sido defender la legalidad y el que no ha hecho otra cosa que violarla para imponer la suya y utilizar luego esta posición de fuerza para buscar una negociación de igual a igual. En boca de Puigdemont, negociación y diálogo son eufemismos de chantaje.