Economía
Extrema vigilancia sobre los riesgos de inflación

La subida salarial del 10% en Alemania y los aumentos en otros países como España ponen en guardia al BCE

El Banco Central Europeo está seriamente preocupado por la espiral de salarios que observa en el continente y que puede poner en riesgo la lucha contra la inflación. Este problema es especialmente acuciante en Alemania -que tiene el mayor peso específico de la Unión Europea y la capacidad de arrastre correspondiente-. Allí se están pactando en estos momentos incrementos salariales en torno al 10%, muy por encima del ritmo actual de crecimiento de los precios.

Pero los temores del BCE se extienden también a otros estados como España, donde el índice general de precios está desacelerándose debido a la comparación con los datos explosivos del año pasado por estas fechas, y donde también se están acordando aumentos de las retribuciones superiores, obviando que la inflación subyacente -que descuenta los alimentos sin elaborar y la energía para despejar su volatilidad- sigue batiendo récords y está anclada por encima del 7%, la más alta del continente.

«En España, los crecimientos salariales están siendo importantes y la generalización de las cláusulas de revisión de gran parte de los convenios colectivos para recuperar la inflación pasada agravan el problema», señalan fuentes del BCE. Su vicepresidente, el español Luis de Guindos, señaló el pasado fin de semana en una reunión del Foro Ambrosetti en Cernobbio (Italia) que «el principal riesgo en el camino para reducir la inflación es el crecimiento de los sueldos, que tiene un impacto muy importante en el precio de los servicios».

Aunque Guindos reconoció que hasta la fecha «no hay signos claros de que estemos ya ante una espiral inflacionista, estos riesgos deben ser monitorizados». De momento, el número dos de la institución con sede en Fráncfort aseguró que «los mercados laborales están fuertes, el desempleo es reducido -excepto en países como España, que sigue en cabeza de toda la Unión-, y la gente se siente segura en su empleo».

A pesar de todo, Guindos insiste en que «los intentos de obtener una compensación por los altos niveles de inflación del pasado año van a continuar e incluso fortalecerse durante 2023», lo cual debería evitarse. El banco central también constata que los márgenes empresariales están siendo elevados, especialmente en algunos sectores como el de la energía o el de la agricultura, pero está convencido de que este efecto se va a producir de una sola vez -a diferencia del peligro que representan los intensos incrementos salariales sostenidos en el tiempo para compensar la inflación pasada-. La explicación de que la evolución de los beneficios es menos preocupante se debe a que la demanda se está empezando a reducir en todos los países como consecuencia de las subidas continuadas de los tipos de interés y que, en consecuencia, los márgenes van a crecer cada vez menos, al hilo de la evolución de la economía.

De hecho, el BCE pronostica que el crecimiento económico en la zona euro será muy débil a lo largo de todo 2023 y que incluso puede verse alterado a la baja después de las tensiones financieras de las últimas semanas -el colapso del americano Silicon Valley y la venta apresurada de Credit Suisse a UBS por tres mil millones-, y los problemas en Deutsche Bank. La previsión del banco central es que el crecimiento se mueva durante este ejercicio en una media del 1%, más de lo que se estimaba a finales de 2022, pero advierte de que estos pronósticos «son anteriores a los acontecimientos de las pasadas semanas, que están ahora añadiendo incertidumbre sobre nuestros activos», y que, en consecuencia, puede situarse por debajo del 1%.

En cuanto a los riesgos inflacionistas, la entidad también advierte de que se están produciendo cambios en lo que respecta a la evolución de los precios en los alimentos y en la energía, «que sólo alcanzarán su pico en 2023», manteniendo las presiones sobre el núcleo duro de la inflación, que se elevó hasta el 5,7% en marzo -según los datos preliminares-.

Por otra parte, el BCE también alerta de las amenazas que llegan de China. Según señaló el vicepresidente Guindos, «la apertura económica de China tras la pandemia es claramente positiva de cara al crecimiento mundial, pero una recuperación más fuertes de la prevista podría presionar al alza la demanda exterior y añadir presiones en los precios de las llamadas commodities -energía y alimentos-.

De concretarse estos riesgos, el BCE podría volver de nuevo a subir los tipos de interés, aunque su presidenta, Christine Lagarde, sugirió en su última comparecencia pública que podría darse una tregua hasta ver los efectos del continuado endurecimiento monetario sobre la actividad. A primeros de marzo, dijo que «ni se comprometía a seguir subiendo los tipos ni a dejar de hacer todos los esfuerzos posibles para conducir la inflación hasta el entorno del 2%».

La tasa de inflación interanual de la eurozona se ha situado en marzo en el 6,9%, frente a la subida de precios del 8,5% de febrero, lo que supone el nivel más bajo desde febrero de 2022, gracias a la caída de los precios de la energía, según el dato preliminar publicado por la oficina comunitaria de estadística, Eurostat. Sin embargo, la tasa subyacente, que excluye el efecto de energía y alimentos, ha escalado a un nuevo récord del 5,7% -en España está por encima del 7%-.