¿En qué situaciones es preferible subcontratar?
Una empresa realiza muchas actividades distintas que no necesariamente tienen una dirección directa con el núcleo central de su actuación. Ahora bien, aunque no formen parte de las acciones que generan la parte más importante del beneficio, son igualmente necesarias para el funcionamiento general de la compañía.
Todo el trabajo administrativo, por ejemplo, no genera un beneficio por sí mismo. Igualmente, es imprescindible para cumplir todas las exigencias legales ligadas a aspectos como el pago de los tributos, el mantenimiento de ficheros de información, asegurar una correcta protección de datos, llevar a cabo las actividades más cotidianas del día a día, responder las dudas u objeciones que llegan de parte de los clientes…
Conscientes de este hecho, hay distintas empresas que se especializan en la realización de todas estas tareas. Al limitarse a ellas, disponen de un amplio conocimiento sobre cómo afrontarlas de la forma más productiva posible y con unos costes inferiores a los que soporta una empresa en su estructura.
En caso de que sea así, la compañía puede optar por subcontratar estas actividades a estas empresas especializadas. Es decir, delegar la realización de éstas.
¿En qué casos es rentable subcontratar?
A continuación, mostraremos en qué casos a una empresa le podría salir a cuenta subcontratar determinados servicios:
- Subcontratar las actividades que no formen parte del negocio central: el negocio central de la empresa, aquello que le aporta diferenciación y beneficio, debe de mantenerse dentro de ella. En caso contrario, se produce una falta de control y se corre el riesgo de disminuir de forma excesivamente significativa la calidad.
- Imposibilidad de disponer del espacio necesario: el alquiler de un espacio donde establecerse es uno de los principales costes que afronta toda empresa. Mantener un equipo administrativo implica un coste y la necesidad de un local de unas dimensiones superiores. En caso de no poder afrontar estos gastos, es preferible subcontratar.
- Necesidades técnicas muy específicas: la empresa puede que necesite el apoyo de un experto en materias concretas. Un ejemplo puede ser el posicionamiento SEO y SEM que determina en qué página de los buscadores se aparece en el momento de realizar una búsqueda a partir de unas palabras clave. En este caso, no tiene sentido mantener a alguien dentro de la plantilla que se dedique de forma específica a estas tareas.
- Existencia de proveedores de contrastada calidad: si en la realización de determinadas tareas es posible encontrar en el mercado compañías capaces de desarrollar las acciones de una forma más eficiente que la propia empresa, sale a cuenta la subcontratación.
- Existencia de compatibilidad con los propios procesos: aunque la tarea se externalice, ello no implica que la empresa deba olvidarse de ella. Al contrario, hay que realizar un seguimiento y facilitar una interacción rápida y eficiente para que case con las acciones que lleva a cabo la propia compañía.
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