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Economía
Ahorrar

El sencillo truco de un vecino de barrio humilde para ahorrar cada euro: «En vez de tomar la cerveza…»

No todos pasan el verano de la misma manera. Hay quienes tienen la suerte de disfrutar de destinos con encanto, sin mirar demasiado el precio, y otros que por el contrario, tienen que cuadrar las cuentas casi al céntimo para poder salir unos días. Esa brecha, que muchas veces se intuye, quedó retratada con bastante claridad en un reportaje del programa de La Sexta El Intermedio, en el que Thais Villas visitó dos barrios muy distintos para saber cómo estaban viviendo el verano sus vecinos: uno acomodado, y otro mucho más modesto y fue en este donde un hombre explicó el truco para ahorrar más sorprendente de todos.

Las respuestas, como era de esperar, fueron muy distintas. Desde quienes presumían de escapadas a Japón y semanas en Marbella hasta quienes se conformaban con unos días en casa de sus padres o con visitar el Mar Menor «porque es lo que hay». Pero lo más llamativo no fue tanto el destino de las vacaciones, sino la forma en la que algunos vecinos afrontan el día a día para poder ahorrar cada euro. Lejos de ser grandes estrategias financieras o inversiones, un hombre de barrio obrero resumió su método para ahorrar con una frase que te dejará con la boca abierta: «En vez de tomarme una cerveza en un bar, me la tomo en un chino».

Su testimonio no tardó en hacerse viral ya que refleja una realidad cotidiana que es la de muchos, ya que tal y como están los precios, incluso tomarse un café se ha convertido casi en un lujo inalcanzable. Y quizás por eso impacta tanto y porque además lo contó sin tristeza o sin pensar que por ello disfruta menos de ese pequeño capricho mientras a la vez, ahorra.

El truco de un vecino de barrio humilde para ahorrar

El testimonio de este hombre, emitido por El Intermedio dejó claro que las vacaciones, al menos en España, no se miden sólo en días ni en kilómetros recorridos, sino también en clases sociales. En uno de los barrios más pudientes visitados por Thais Villas, un joven explicaba con total naturalidad que había pasado «12 días en Marbella» y ya tenía preparados otros «15 días para irse a Japón». Una suerte de la que sin embargo, no disfruta la gran mayoría.

Algo que queda claro cuando el programa se va al lado opuesto. Así, una mujer del barrio obrero le explica a Villas que sus vacaciones consistieron en irse a casa de su madre, en el Mar Menor. Pero lejos de sonar agradecida, decía con ironía que allí también tocaba «cocinar, fregar y limpiar», así que no sentía que hubiera descansado realmente. Otra vecina de la zona compartía su experiencia también con algo de humor: «Yo me he ido 12 días a La Manga, a Murcia, a donde los pobres, ¿a dónde voy? ¿A Puerto Banús?». Una frase que aunque graciosa, no oculta la resignación ni la sensación de que hay veranos y veranos, dependiendo de en qué barrio te haya tocado vivir.

Ahorrar sin dejar de vivir

Pero la verdadera joya del reportaje es el testimonio de un vecino del barrio obrero que, lejos de quejarse, explica con toda sencillez su truco para poder ahorrar sin renunciar del todo al disfrute: “En vez de tomarme una cerveza en un bar, me la tomo en un chino”. Y ahí está el punto. No se trata de no tomársela, sino de saber dónde hacerlo para que el gasto no se dispare.

Y es que actualmente, un caña en un bar puede costar dos euros o más. En cambio, una lata en un bazar asiático sale por menos de la mitad. Si repites eso varias veces por semana, el ahorro empieza a notarse. Y si, además, tienes que «tirar un poco de mamá»,  como reconocía este mismo vecino, el esfuerzo es doble. No por gusto, sino por necesidad.

La mentalidad de que hay que gastar en vacaciones

Y otro de los testimonios más comentados del reportaje es el de una joven del barrio rico que reconocía haber disfrutado de 15 días en el Puerto de Santa María y Mallorca “por el morro”, es decir, sin pagar prácticamente nada.»La mentalidad española no es de ahorrar», aseguraba, justificando su actitud con la idea de que para eso trabaja durante el año: para luego disfrutar sin pensar en gastos. «Si tuviéramos que estar pensando en lo que gastamos…», dejaba caer.

Esa mentalidad contrasta de lleno con la del vecino que elige tomarse la cerveza en un chino para no gastar de más. Porque sí, puede que a todos nos guste disfrutar, pero no todos podemos permitirnos el lujo de no pensar en cada euro. Y ahí se establece una línea muy clara entre quienes pueden vivir sin mirar la cuenta y quienes deben hacer malabares para poder llegar a fin de mes, y sin vacaciones.