Economía
¡Es el mercado, amigo!

Sareb: el transatlántico que se quedó en botijo y que se pudo vender a los chinos termina por naufragar

  • Eduardo Segovia
  • Corresponsal de banca y empresas. Doctor y Master en Información Económica. Pasó por El Confidencial y dirigió Bolsamanía. Autor de ‘De los Borbones a los Botines’.

«Lo hemos llamarlo Sareb, pero, si se os ocurre un nombre mejor, somos todo oídos», aseguró un alto cargo del Ministerio de Economía en 2012 cuando presentaron el banco malo que nos había obligado a crear Bruselas como parte del rescate de España. Los periodistas hacían bromas con que sonaba a árabe (al-sareb). «Queríamos hacer un transatlántico pero al final salió un botijo», confesó poco después uno de los responsables de su diseño en Álvarez & Marsal. La cosa tenía mala pinta desde el principio y, efectivamente, lo que mal empieza, mal acaba: con la nacionalización aprobada por el Gobierno y que adelantó OKDIARIO.

Todos los bancos tenían claro que aquello no tenía ningún futuro porque sabían que el agujero real de las cajas de ahorros era mucho mayor todavía del que se reconocía en la petición del dinero europeo. Pero, como ha reconocido Mariló Dancausa (Bankinter), «era una situación extrema en el sector, nos pidieron que pusiéramos dinero y lo pusimos». Todos los bancos ‘sanos’ (con muchas comillas, porque estaba el Popular, que ya había suspendido los test de estrés)… salvo BBVAFrancisco González fue el único que se negó a tirar el dinero de sus accionistas (al césar lo que es del césar), negativa que provocó la tierna enemistad que le une desde entonces a Luis de Guindos.

María Dolores Dancausa, consejera delegada de Bankinter

Lo de que hubiera una mayoría de capital privado fue una exigencia de Cristóbal Montoro, que se negó en redondo a que aquel engendro le fastidiase su empeño de devolver las cuentas públicas al equilibrio tras el desmadre de Zapatero. Europa aceptó dejarla fuera de la deuda y el déficit públicos si más del 51% estaba en manos privadas, lo que obligó a Guindos a pasar la gorra. Y no solo en los bancos y las aseguradoras, sino que se subió al carro -aunque de forma testimonial- la propia Iberdrola.

El pecado original

Nueve años y 10.500 millones perdidos después, la misma Comisión Europea dijo en 2021 que ahora no valía lo del 51% porque los bonos de la Sareb los avala el Estado, así que eso debe computar como deuda pública a todos los efectos. En esas condiciones, y después de comerse todo el capital suscrito y mucho más, no tenía sentido que siguiera teniendo accionistas privados, que además estaban deseando irse… precisamente para no tener que poner más dinero.

Luis de Guindos, Soraya Sáenz de Santamaría y Cristóbal Montoro, (Fuente: EFE)

El desastre viene del pecado original de transferir los activos tóxicos (inmuebles y crédito promotor) de las cajas claramente sobrevalorados (y encima, el FROB presumía de que eran bajos para garantizar la rentabilidad del banco malo). Tanto, que es incapaz de venderlos sin perder dinero 10 años después y a pesar de la fuerte recuperación del mercado inmobiliario español. Aquella decisión se tomó al alimón entre Economía y el Banco de España de un Linde recién aterrizado para no tener que pedir entonces más de los 41.300 millones que nos inyectó Europa… y ahora nos va a costar 35.000 millones más (la deuda actual de la Sareb). Quizá habría sido mejor ponerse una vez colorado  que ciento amarillo.

El huracán Romana

Por si fuera poco el embolao que suponía el transatlántico-botijo, Guindos puso al frente a Belén Romana, después de intentar sin éxito colocarla en el BCE y la CNMV. Una persona sin ninguna experiencia inmobiliaria, cuya única sesión era que los medios no llamaran banco malo a la Sareb -«ni es un banco ni es malo»- y cuyo greatest hit fue la contratación de un derivado para cubrirse de las subidas de tipos (como los swaps de las hipotecas) que supuso pérdidas de 3.000 millones cuando los tipos bajaron.

Belén Romana, expresidenta de Sareb.

Además, su dirección autoritaria provocó tal incendio que la mitad de la cúpula se marchó en 2014. Antes de que no dejara piedra sobre piedra, hubo que sustituirla por Jaime Echegoyen, ex de Barclays y Bankinter, que sí sabía del negocio.

Pero ni su dirección, ni la reformulación del plan de negocio por KPMG, ni la contratación de diferentes servicers para vender los activos consiguieron superar el problema inicial. Algo que obligó a cambiar las normas contables del banco malo en varias ocasiones para disfrazar la catástrofe. Hasta el propio Echegoyen acabó tirando la toalla y fue sustituido por su número dos, Javier García del Río.

El chino ICBC pudo comprar la Sareb entera en 2013

Lo peor de todo es que nos podíamos haber quitado de encima el problema de un plumazo, porque el chino ICBC, el mayor banco del mundo (poca broma) quiso comprar la Sareb entera en 2013. Pero Romana ni se enteró de por dónde le daba el aire. Fue tal que así:

– Belén, oye, que han llamado del ICBC, nos piden una reunión porque les interesan nuestros activos.

– Yo fondos buitre no quiero.

– No, no, verás. ICBC es un banco chino; de hecho, es el banco más grande del mundo.

– Ah, entonces diles que vengan. Ya les recibís vosotros, que yo tengo mucho lío.

ICBC se lo tomaba tan en serio que hasta su consejero delegado viajó de Shangai a Madrid exclusivamente para reunirse con la Sareb. Y se presentó en el encuentro cargado con lujosos regalos, una costumbre de su país: sábanas de seda, porcelanas… En el bando español, Romana no se dignó a aparecer y en su lugar mandó a varios directivos de segunda fila sin una mala botella de Rioja. Después de recibir azorados los que les ofrecen los ejecutivos asiáticos, éstos soltaron la bomba: querían comprarse la Sareb entera. No una serie de inmuebles ni una cartera de crédito promotor. Todo. Los 200.000 activos. valorados en 50.781 millones de euros con que nació.

Sede del ICBC en Shanghai. (Foto: AFP)

Según unas fuentes, Romana no se lo tomó en serio y ni siquiera les respondió. El banco chino había abierto sucursal en el Paseo de Recoletos de Madrid en 2011 y tenía gran interés en aprovechar los bajos precios del ladrillo español tras el pinchazo de la burbuja, y la Sareb le daba la oportunidad de hacerlo a lo grande. Según otras fuentes, los chinos no concretaron su oferta porque, si la puja hubiera sido buena, el banco malo se lo habría vendido todo. Pero entonces, ¿para qué mandar la plana mayor a Madrid? En todo caso, ahí acabó la historia.

La historia de la Sareb, del mercado inmobiliario y la de la economía española podía haber cambiado radicalmente ese día. ¿Habría sido mejor vender todos los activos de una tacada a los chinos y liquidar de golpe el banco malo? Depende de muchos factores, pero lo que es seguro es que el Estado se habría quitado de encima un enorme quebradero de cabeza. Y, por mucho descuento que pidiera ICBC, parece difícil que las pérdidas para los españoles hubieran sido mayores que las que nos vamos a apuntar con la nacionalización. Sobre todo si, como todo indica, Podemos la gestiona con «criterios de política social». Para echarse a temblar.