Sánchez necesita un ministro de Economía que salve su deuda
Pablo Hernández de Cos encaja para esa labor, pero el presidente quiere una mujer: Margarita Delgado gana puntos
Pedro Sánchez ha vuelto a demostrar esta semana que la UE le importa lo mismo que los españoles, o sea, muy poco: además del desprecio al Parlamento Europeo con la amnistía, ha elevado el techo de gasto a un nuevo récord para 2024 en vez de reducirlo como le pide la Comisión después de años permitiéndole el desmadre presupuestario que padecemos en España. Un desmadre que ha provocado que la deuda pública vuelva a marcar máximos históricos en el tercer trimestre. ¡Alegría!
En esta situación, este nuestro presidente necesita un sustituto de Nadia Calviño como ministro de Economía que le saque las castañas del fuego en Bruselas. Alguien con un perfil más o menos ortodoxo -como el que tenía y luego abandonó la propia Calviño-, con prestigio en Europa y que se maneje en ese mundo (y que hable inglés, cosa que lamentablemente no ocurre con todos los ministros y descarta a María Jesús Montero; aunque, en su caso, tampoco está claro que hable español).
En esa carrera, la subgobernadora del Banco de España, Margarita Delgado, Margarita se llama mi amor, se ha postulado para el cargo, como adelantó en exclusiva OKDIARIO. Delgado quiso ser presidenta del Consejo de Supervisión del BCE (fracasó), quiere ser gobernadora cuando el gobernador, Pablo Hernández de Cos, se tenga que ir el año que viene -considera que el Gobierno se lo debe tras no apoyarla para el cargo europeo- y ahora ministra de Economía. No tiene mal cartel en Europa, aunque de talla muy inferior al del gobernador y circunscrito al mundo bancario.
¿Hernández de Cos?
Precisamente por eso, Sánchez está considerando también al propio Hernández de Cos como ministro de Economía. El pequeño inconveniente es que el gobernador iba a ser el vicepresidente económico de Feijóo si hubiera podido gobernar. Y que ha sido el martillo de herejes con sus duras críticas a la política económica del Gobierno, en especial al descontrol del déficit y la deuda.
Pero bueno, Hernández de Cos no deja de ser independiente como eran Calviño o Escrivá cuando llegaron al Gobierno, o sea, que esa mácula no es tan grave como para que no se pueda borrar. Y total, ya sabemos lo que le importan a Sánchez los principios: estos son mis principios y, si no le gustan (por ejemplo a Puigdemont), tengo otros. No obstante, parece difícil que el gobernador acepte.
Los favoritos de Sánchez, los exsecretarios de Estado David Vegara (hoy en el Sabadell) y José Manuel Campa (en la Autoridad Bancaria Europea), le han dicho que no. También suenan otros nombres con menos peso y menos probabilidades, como David Cano (AFI), el eurodiputado Jonás Fernández o el número dos de Calviño, Gonzalo García Andrés.
Escrivá en desgracia
El que parece haber caído en desgracia es José Luis Escrivá, quien parecía estar llamado a relevar a Calviño al ser nombrado ministro de lo que era una secretaría de Estado dentro de Economía, Transición digital, pero que se ha quedado como último plato si Sánchez no encuentra alguien mejor. Un ejemplo más de cómo agradece el presidente los servicios prestados, en este caso la reforma de las pensiones y el rejón de las cotizaciones, después de los casos de José Luis Ábalos, Carmen Calvo o Isabel Celaá.
Sea quien sea finalmente el elegido, su misión será pelearse con Europa para que no le toquen demasiado las narices a Sánchez con el déficit y la deuda. Una pelea que ya está librando Calviño como último servicio a su jefe -las reglas fiscales-, aunque sin demasiado éxito, porque los países centrales están bastante hartos de España.
Al final, lo que tiene que hacer el nuevo ministro es ganar tiempo. Y ahí Sánchez va a tener mucha suerte. Primero, porque si incumplimos el objetivo de déficit en 2024 -como todo indica-, no nos meterán en el procedimiento de déficit excesivo para imponernos sanciones hasta 2025. Y segundo, porque lo que eran vientos de cara están rolando a vientos de cola para el presidente.
Energía y tipos de interés
Principalmente, tiene dos elementos a su favor. El primero es el precio de la energía, que ha experimentado una fuerte bajada en las últimas semanas como se puede comprobar en el surtidor de la gasolinera. Esto se debe, por un lado, al frenazo económico mundial, en especial de Estados Unidos y China, que reducirá la demanda; y por otro, al fuerte incremento de la producción norteamericana de petróleo y gas gracias a las políticas del ‘ecologista’ Biden. Y el grueso de ese aumento se debe al fracking tan denostado por nuestra izquierda.
Poca gente es consciente de que EEUU es ya el mayor productor de crudo del mundo por delante de Arabia Saudí. Hay presidentes que priorizan bajar la inflación a sus ciudadanos sobre los principios verdes. Hay elecciones al año que viene y se ganan más votos si baja el precio del galón de gasolina.
Esta bajada va a permitir que la inflación siga reduciéndose también en España y que el Gobierno pueda restablecer el IVA y demás impuestos que se aplican al recibo de la luz y que bajaron cuando los precios se dispararon. Y también todo apunta a que quitará la subvención a la TUR del gas. Lo cual compensará, al menos en parte, la caída en la recaudación de impuestos que provocará el frenazo económico , con lo que que el déficit no se irá todavía más de madre. Un efecto al que también ayudará el mantenimiento de los impuestos a la banca y las energéticas, que se retocarán pero parece difícil que se eliminen.
El segundo elemento son las bajadas de tipos de interés que va a acometer el BCE a partir de junio (o incluso antes), precisamente gracias a la mejora de la inflación. Estas expectativas se han trasladado ya al Euribor y, lo que es más importante, a la cotización de los bonos españoles en el mercado: el 10 años ya está por debajo del 3%. Esto va a aliviar el coste financiero del servicio de la deuda pública, lo que también ayudará a contener el déficit.
En todo caso, Sánchez sigue necesitando un ministro con credibilidad en Europa para poder alimentar la espiral de gasto público que le exigen sus socios de Sumar, ERC, Junts, Bildu, etc. El elegido no lo va a tener fácil pese a esos vientos de cola.
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