¿Los robots acelerarán la implantación de la renta básica universal en España?
Una de las razones esgrimidas por aquellos que promueven instaurar en España una “renta básica universal” es la robotización creciente de los procesos productivos. Diversos grupos políticos y organizaciones sociales auguran un futuro muy negro a los trabajadores de diversos sectores en los que se están empezando a utilizar máquinas para realizar tareas hasta ahora exclusivas de los humanos.
La llegada de nuevas tecnologías disruptivas ha alcanzado también al mundo de las finanzas. El nacimiento, evolución y desarrollo de los robo advisor ha traído el debate al sector y ya se empiezan a escuchar argumentos simplistas que niegan las ventajas que suponen los robots para los actores de la inversión (inversores, gestoras de fondos, entidades financieras, asesores y empresas de servicios de inversión). También en su momento se criticaron otros avances de la humanidad: el ferrocarril, los vehículos a motor, o los aviones, por citar algunos ejemplos.
Si bien es cierto que los rendimientos del trabajo ya no permiten asegurar el mismo nivel de vida de hace unos años –el crecimiento económico de los países más ricos desde el año 2000 no ha supuesto un incremento en los salarios de la gran mayoría de los trabajadores– no es acertado atribuirlo a la llegada de los robots.
Entendemos que esta renta básica universal no debería ser la solución a un problema que aún no tenemos. Siempre que ha habido un avance tecnológico han surgido voces en contra que advertían de la pérdida de puestos de trabajo. Pero estas voces, en vez de tratar de promover la dinamización de la economía con la creación de nuevos procesos productivos, ahora piensan que es mejor dar ayudas a todos los ciudadanos de un Estado convirtiéndolo en un derecho inalienable. La pregunta es evidente ¿quién podría pagar una renta mensual a toda la población mayor de 18 años? España, desde luego, no.
Que esta ayuda pretendan dársela a todos los españoles, independientemente de su patrimonio, actividad, trabajo o cualquier otra consideración, no es sostenible.
Impulsar el crecimiento del empleo, formar a los trabajadores en las nuevas tecnologías y mejorar los subsidios por desempleo ayudarían a mejorar el nivel de vida de las personas. Sin embargo, universalizar esa renta obligaría a una masiva subida de impuestos y tendría un efecto impredecible en nuestra economía, más allá de la segura subida de la inflación.
Adelantar la supremacía de las máquinas sobre las personas es algo que hasta ahora solo hemos visto en las películas.
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