Automoción

Renault eliminará 15.000 empleos en todo el mundo para ahorrar 2.150 millones de costes fijos

Renault va a reducir sus capacidades de producción de cuatro millones de vehículos que hizo en 2019 hasta los 3,3 millones que prevé construir en 2024.

Renault lanza un nuevo plan estratégico: reducirá sus costes fijos en 3.000 millones hasta 2025
Renault

Renault anuncia los recortes que vienen: este viernes ha presentado su plan de ajuste con el que reducirá 2.150 millones su estructura anual de costes y así va a suprimir unos 15.000 empleos en el mundo, sin despidos, de los cuales 4.600 serán en Francia.

El grupo de automóviles francés ha insistito en un comunicado en que esa reducción de efectivos, que va a afectar al 8% de su plantilla global y se va a escalonar en tres años, será con «un diálogo ejemplar» con los representantes de los trabajadores y con las autoridades locales en cada país.

Pone en peligro Renault las fábricas de cajas de cambios de todo el mundo. En España tiene una en Sevilla.

Reconversión

En concreto, aplicará «medidas de reconversión, de movilidad interna y de salidas voluntarias». El recorte anunciado deja de lado la cuestión de en qué medida seguirá recurriendo o no a interinos y trabajadores con contratos temporales.

Renault reducirá sus capacidades de producción de cuatro millones de vehículos en 2019 a 3,3 millones en el horizonte de 2024.

De entrada, suspende los proyectos que tenía para incrementar sus capacidades de fabricación en Marruecos y Rumanía, ajustará las de Rusia y procederá a una «racionalización» de sus plantas de cambios de velocidades en el mundo, aunque no cerrará ninguna de ellas.

Francia y Bélgica

En Francia, aunque tampoco habrá cierre de factorías de forma inmediata, la compañía estudia el futuro de varias de ellas, para lo cual maneja cuatro hipótesis de trabajo que van a ser sometidas a un proceso de concertación con la representación sindical y con las autoridades.

Las fábricas de Douai y de Maubeuge, en el norte del país cerca de la frontera belga, conformarán un «centro de excelencia», y mientras la primera a partir de 2021 ensamblará vehículos eléctricos, la segunda continuará dedicada a las furgonetas.

La de Dieppe (noroeste), donde ahora únicamente se ensambla el modelo Alpine (con una cadencia mínima de 7 unidades al día), será objeto de «reflexión» cuando ese coche deportivo llegue al final de su ciclo.

Las actividades de Choisy le Roi, cuyo futuro está en suspenso, se trasladarán a la de Flins, que dejará de ensamblar vehículos cuando se ponga fin a la producción del eléctrico Zoe y se convertirá en «un ecosistema de economía circular».

Por último, habrá una «revisión estratégica» para definir el destino de las instalaciones de la Fonderie de Bretagne.

Renault no quiso precisar en qué medida afectará a los otros países donde tiene actividad el recorte de plantilla de 10.000 empleados, que vinculó con las tres líneas de acción del programa de ajuste de los costes fijos.

La primera, con un objetivo de 800 millones de euros, es la mejora de la eficacia en ingeniería, que pasa por una racionalización en la concepción de vehículos (con la reducción de componentes o una mayor estandarización) y por localizar las «tecnologías estratégicas con gran valor añadido» en sus centros de la región de París.

La segunda, con 650 millones de euros, es la optimización de su aparato industrial; y la tercera, con 700 millones, afecta a los gastos generales y de mercadotecnia, que deberán disminuir entre otras cosas con un mayor recurso a herramientas digitales.

Renault estima que aplicar su plan de ajuste le costará unos 1.200 millones de euros.

El presidente del consejo de Renault, Jean-Dominique Senard, afirmó que todas estas evoluciones «son fundamentales» para garantizar el futuro de la empresa y «su desarrollo a largo plazo».

En una línea paralela, la directora general interina, Clotilde Delbos, explicó que con los ahorros esperados se pretende «restablecer nuestra rentabilidad global y asegurar nuestro desarrollo en Francia e internacional».

Este plan, que en parte responde al hundimiento del mercado automovilístico por la crisis del coronavirus, tiene su origen en los malos resultados del grupo del rombo en 2019, cuando por primera vez en diez años tuvo que encajar pérdidas, en concreto 141 millones de euros.

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