¿Qué comporta el ‘dumping’ social?
En las últimas semanas, distintas compañías del sector automovilístico de Estados Unidos han anunciado importantes inversiones en su país. Aunque, puertas afuera, aseguran que se trata de una apuesta estratégica, puede que Donald Trump haya influido en tal decisión.
El nuevo presidente de Estados Unidos advirtió de imponer un arancel de más del 20% a aquellos productos procedentes de México. De esta forma, quiere evitar que compañías del país establezcan su producción al país vecino, donde soportarían unos costes laborales menores. Del mismo modo, ha criticado la instalación de factorías en países donde las condiciones laborales son peores.
Detrás de esta queja, se esconde un concepto sobre el cual no se ha hablado mucho pero que tiene una gran importancia en la toma de decisión de las empresas sobre dónde establecerse: el dumping social.
¿Qué es el dumping social?
El dumping social consiste en llevar la producción de un producto a un país con una legislación laboral menos favorable al trabajador para, de esta forma, ahorrar costes e incrementar el margen de producto.
Es una práctica que realizan multitud de multinacionales y que conlleva el traslado de la producción fuera de donde se tiene el centro de decisión. Dado que los costes de transporte y distribución se han reducido de forma importante durante los últimos tiempos, sale a cuenta tal traslado.
¿Qué efectos tiene el dumping social?
Para los países occidentales, el principal efecto del dumping social es claro: la pérdida de lugares de trabajo por el cambio de establecimiento de la producción. Ahora bien, los países receptores de estas empresas tampoco no están exentos de complicaciones:
- Precarización laboral: para ser atractivos para las grandes empresas, se establecen leyes en las cuales la protección al trabajador es extremadamente baja, con unos sueldos muy por debajo respecto los existentes en los países de origen de las empresas.
- Rebaja de condicionantes referentes al medio ambiente: en los últimos años ha habido un incremento de la conciencia ciudadana respecto los negativos efectos en la salud de la contaminación y la existencia de residuos. Por ese motivo, se han impulsado leyes para reducir su impacto. Ahora bien, en los otros países, tal protección no existe, hecho que genera altos niveles de contaminación y graves problemas de salud.
- Recaudación fiscal reducida: el impuesto sobre sociedades que pagan las empresas en los países receptores es muy inferior al que se paga aquí. Por lo tanto, los gobiernos tampoco pueden empezar grandes políticas públicas que reviertan en mejoras para la población.
- Clientelismo: el cambio social en los países donde se instalan estas fábricas es complicado por la existencia, en muchos casos, de gobiernos corruptos que tiene atemorizada la población.
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