Panem et Circenses
“Nunca fui consciente de cualquier otra opción que no fuera la de cuestionar todo” Noam Chomsky
‘Brexit’, guerra comercial, políticas monetarias, crispación social, calentamiento global, elecciones, populismos, y falta de liderazgo por doquier… Está claro que este agosto ha sido turbulento, especialmente tras haber tenido en Europa temperaturas récord a nivel histórico y un Huracán; Dorian, que se ha convertido en una de las dos tormentas más espantosas jamás vividas y sin duda la más destructiva. Dos acontecimientos que denotan que las cosas cambian y los hechos siempre demuestran a diferencia de las palabras, las circunstancias que nos envuelven.
Los mercados como la vida, se autorregulan a sí mismos y claro, podemos proponer razonamientos basados en prejuicios de valor, o tratar de fomentar una opinión propia, al menos con base en un criterio objetivo, contrastado y razonado para discrepar y construir una decisión basada en argumentos lógicos, más que en conjeturas. Y como conjeturas, la de los bancos centrales (especialmente el BCE), que nos dejó para el verano un bonito regalo en forma de decepción. Alguien debería recordarle a Draghi el refranero español; “no dejes para mañana, lo que puedas hacer hoy”. Decirle al mercado que en septiembre veremos algo contundente, son palabras más que hechos, ¡lo cual detesto! Y los mercados no perdonan ni una. Técnicamente, el escenario en las bolsas europeas se basa en búsqueda de soportes y en el caso del Ibex 35; vuelta a la zona de mínimos anuales.
La chispa que encenderá el fuego que acabará con el mercado bajista, tiene que ser provocada por el BCE y por unas medidas cuantitativas que convenzan a los mercados. Como sabemos, esta semana se espera que el BCE saque el bazuca nuevamente e inyecte liquidez. Ahora debemos entender de qué manera y en qué forma lo hará. El BCE ha tratado de ser muy moderado en su expansión monetaria, puesto que en contraposición con las medidas expansivas de la FED y el BOJ, Europa ha tratado de alterar mínimamente los mercados y buscar proteger en el fondo más que en la forma, hecho que aplaudo.
Comprar ETFs del NIKKEI para levantar el índice nipón y a su vez comprar en el mercado americano para incrementar el efecto riqueza del consumidor y fomentar su consumo, en Blackbird nos parecen dos soluciones drásticas, eficaces (que no eficientes) y cortoplacistas. Sin embargo, está claro que imprimir 4 trillones de euros para sujetar la economía, aunque parezca mentira no es suficiente. Y es que en general, el consumidor y los empresarios han llegado a la conclusión de que para ser feliz es más simple ir a una terraza a tomar cañas, que comprar tres viviendas y un coche de lujo a crédito. Dicho de otro modo, la crisis de 2008 nos ha servido para que el consumidor europeo deje de gastar lo que no tiene, para comprar lo que no necesita, lo cual en mi opinión es sobradamente positivo y esperanzador. Sin embargo, para satisfacer la demanda agregada la deuda se ha trasladado de agente privado a público, siendo ahora el Estado, si me permiten la expresión, ¡el que tiene el marrón!
¿Qué hacemos entonces? Teniendo en cuenta y dando por hecho que Mr. Trump buscará vender a la opinión pública una victoria en cuanto a la guerra comercial, antes de sus elecciones y que el ‘Brexit’ se ha convertido en un cúmulo de despropósitos, que hasta el propio mercado se ha cansado ya de conspirar, la opción determinante está en manos del BCE. Considero que lo que decida nuestro Banco Central esta semana, marcará el futuro de las bolsas y de la sociedad en Europa esta próxima década. Recuperar la economía es clave para relajar los populismos y si hay que implementar políticas cortoplacistas a la japonesa (utilizar los fondos públicos para comprar directamente acciones) o a la americana (manipular al consumidor para que gaste subiendo los mercados), ¡que sea siempre a cambio de reformas señores!
Defiendo férreamente que Europa necesita una gran reforma liberal y comprender que los ingleses no han perdido el juicio por quererse ir, sino que han acertado en abrirse de “esta” Europa. Para mí, como siempre la única opción consiste en cuestionar todo, y claro está que el sentimiento antieuropeo es sobre “esta” Europa burócrata y excesivamente intervencionista. Bajar impuestos y hacer nuestro estado del bienestar más atractivo, para que el sentimiento europeo seduzca a sus habitantes es francamente necesario y si hay que inflar las bolsas a corto plazo a cambio de una Europa reformista y mucho más liberal; bienvenido sea, Mister Draghi.
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