El ciclo económico ratifica las encuestas: la derecha sólo gana cuando ya se ha producido la recesión
El ciclo económico ratifica las encuestas que en las últimas semanas vienen anunciando que el PSOE será la fuerza más votada el próximo domingo y que la izquierda tiene posibilidades de gobernar. Cada vez que los españoles son llamados a las urnas en un momento de agotamiento del crecimiento económico como el actual, el discurso del gasto público que abandera el partido socialista cala en la ciudadanía. Y cuando llega la recesión, con ella viene el voto de castigo en busca de la medicina económica que aplica el PP. Así ha sido en los últimos casi 40 años de Democracia.
«Si dibujamos el ciclo económico desde la llegada de la Democracia, nunca un partido de derechas ha ganado unas elecciones en una época de desaceleración», explica el economista, Javier Santacruz. El investigador principal del think tank Civismo señala que la situación económica de hoy es calcada a la de 2008, con una desaceleración clara que indica el final de ciclo, algo que suele beneficiar a los partidos de izquierdas, como ocurrió en las elecciones de hace 11 años en las que el PSOE ganó tachando al PP de «catastrofista» por su discurso económico.
En marzo de 1996, José María Aznar consiguió ganar las elecciones con la recesión del año 1993 aún presente en la mente de los votantes. Aquella crisis disparó el déficit del 4,6 al 7,3% en un sólo ejercicio y con él la deuda pública comenzó a escalar con más fuerza de lo que venía aumentando en años anteriores pasando de representar el 45,4% (1992) al 65,6% (1996).
Con la crisis de comienzos de los 90, la tasa de paro se disparó y en 1994 llegó a superar el 22%. En marzo de 1996, la tasa de desempleo todavía superaba el 20%, puesto que la recuperación económica siempre tarda algún tiempo en trasladarse al empleo.
La mayoría absoluta de Aznar
Con ese escenario macroeconómico como herencia, la gestión económica del primer Gobierno de Aznar permitió al PP revalidar su victoria con una mayoría absoluta en las elecciones del año 2000. En esos ocho años de Gobierno, la tasa de paro bajó hasta el 11,1% y el déficit público se corrigió hasta el 0,36% en marzo de 2004, cuando de nuevo en una fase expansiva del ciclo económico, José Luis Rodríguez Zapatero ganó las elecciones.
Zapatero tuvo que volver a las urnas cuatro años después y lo hizo en un momento de desaceleración económica. Los datos macroeconómicos alertaban de la llegada de una crisis y el contexto internacional también apuntaba a que se acercaba una recesión que España no podría esquivar. Sin embargo, la economía real todavía no se había resentido con fuerza y pese a que ya desde 2007 había signos del inicio de una crisis, Zapatero y su ministro de Economía, Pedro Solbes, utilizaron los datos del agotamiento económico para presumir de que la economía española se sostenía mejor que la del resto del mundo. La estrategia funcionó en las urnas, puesto que el PSOE volvió a ganar las elecciones en marzo 2008. Apenas unos meses después, España cerró oficialmente el ejercicio sumida en una profunda recesión y no logró volver a crecer hasta el año 2014. Por entonces, ya estaba en el poder Mariano Rajoy.
La crisis que recibe Rajoy
El PP había ganado las elecciones en noviembre de 2011 cuando España estaba sumida en una crisis financiera que desembocó en el rescate de Bankia en mayo de 2012.
En 2011 el déficit superaba el 9% debido a los efectos de las recetas de Zapatero para retrasar la llegada de la crisis, como las inyecciones del Plan E y la deuda pública se acercaba al 70%. La tasa de paro era del 22,6% en noviembre de ese año.
En mayo de 2018, cuando triunfó la moción de censura de Pedro Sánchez, el desempleo había bajado a una tasa del 15,4% y la deuda empezaba a poner fin a su escalada para cambiar una tendencia, pese a cerrar el pasado año en el 97,2% del PIB (frente al 98,1% del año anterior).
La crisis convulsionó el tablero político y la fragmentación política ha dominado todos los resultados electorales desde entonces. En esta ocasión, es la primera vez en Democracia que las elecciones son convocadas por un presidente del Gobierno surgido de una moción de censura y el alto número de indecisos hace que las encuestas sean puestas en tela de juicio por muchos expertos. Lo que sí está claro es que el ciclo económico se agota. Lo dicen cada vez más número de indicadores económicos, pero todavía no hay destrucción de empleo neta y los salarios se sostienen. Es decir, la percepción de que se avecina una posible crisis todavía no ha calado en los españoles. Una baza que Sánchez ha querido jugar no retrasando más el calendario electoral y fijando la fecha para acudir a votar el próximo 28-A.