El BCE apuesta por más estímulos para combatir la desaceleración
Ante la desaceleración que vive la economía europea, el Banco Central Europeo apuesta por una mayor aplicación de estímulos que revierta la vigente situación. Una medida que no termina de ajustarse al diagnóstico real de la economía de la zona euro.
Ante la desaceleración que vive la economía europea, el Banco Central Europeo apuesta por una mayor aplicación de estímulos que revierta la vigente situación. Una medida que no termina de ajustarse al diagnóstico real de la economía de la zona euro.
Ante la desaceleración económica que vive la economía a nivel global, la última cita en la que comparecía el Presidente del Banco Central Europeo, Mario Draghi, se comunicó las intenciones del Banco Central de continuar con la aplicación de estímulos en materia de nuevas recompras de deuda, así como la política continuista de seguir rebajando los tipos para contener los estímulos en la economía europea. Un comunicado polémico, dado el bajo impacto de los anteriores.
La economía europea sigue sin mostrar ese dinamismo con el que, a priori, contaba. La locomotora económica de la zona euro, Alemania, bordeaba, hasta ahora, la recesión técnica con previsiones de alcanzarla en el próximo trimestre. Italia, sin embargo, no ha conseguido bordear las dos recesiones técnicas que ya ha cosechado este año. Mientras, otros países como España o Francia, contienen los crecimientos, pero, en un análisis contrastado, muestran esa tendencia subyacente de desaceleración económica, sujeta a grandes vulnerabilidades existentes como los altos niveles de deuda.
La situación de la economía europea, como consecuencia de un fin de ciclo expansivo, la guerra comercial el brexit o cualquiera de los factores que queramos tener en cuenta, no es, como podemos observar, lo suficientemente óptima como para no centrar la atención en ella. La desaceleración sigue moderando los crecimientos, reajustando –a la baja, por supuesto- las previsiones del organismo continuamente, que ahora prevé un crecimiento para la economía europea cercano al 1,1%. Una rebaja del crecimiento tras el contraste con el pronóstico que el propio organismo emitía en Junio y que recogía un 1,2%.
Una rebaja que también se ha visto en la previsión a dos años, donde ha rebajado el crecimiento de forma más abrupta, recogiendo una proyección del 1,2%, frente al pronóstico de junio, que recogía un 1,4%. Unos reajustes que muestran el pesimismo del banco central ante esta desaceleración que vive la economía, en un entorno donde las previsiones se lastran de manera continuada, con diversos factores, entre los que contamos a la inflación, que no se están comportando tal y como se preveía. En materia de inflación, también hemos vivido esa rebaja de previsiones, ya que, como decimos, no se estaba comportando tal y como se esperaba con los últimos registros que muestran esa presión.
Problemas de demanda
Las perspectivas del banco central siguen sin cumplirse y, ante esto, Draghi trata de revertir la situación con mayores estímulos, apoyados por Bruselas, que devuelvan la buena marcha a la economía europea. Sin embargo, estos diagnósticos del BCE, como decía Daniel Lacalle, así como todo el conjunto e economistas liberales, únicamente recogen esos problemas de demanda que, ante el diagnóstico real, no se ajustan a la realidad de la economía europea. Como concepto, la economía europea necesita estímulos, sí. Sin embargo, esos estímulos, como hemos podido ver en los últimos meses, no pasan por los característicos estímulos convencionales que aplica el BCE y que, dado el estado de la economía, no tienen ese efecto deseado que, a priori, se preveía.
Y qué mejor muestra de ello que esa rotura de las expectativas que el propio banco central sigue contrastando diariamente. En las anteriores proyecciones de crecimiento, recogiendo los estímulos aplicados, se recogieron unos ritmos de crecimiento que, ante el mal comportamiento de la economía, la baja producción industrial y la caída de la demanda externa, han terminado por incumplirse. Además, los estímulos que, recordemos, ya estaban aplicados, no han tenido ningún impacto positivo en la economía, pues solo han provocado una fuerte caída en los rendimientos de deuda pública y unas mejores condiciones de financiación que incitan al mayor engordamiento de la deuda pública; siendo este último el peor de los efectos que está provocando el tradicional estímulo del BCE.
Unas declaraciones que ha emitido hasta la propia izquierda en el país, recogiendo las últimas declaraciones de la Ministra de Economía, Nadia Calviño, antigua candidata a presidir el Fondo Monetario Internacional, que comentaba el bajo impacto de los estímulos del BCE en la economía, dado el carácter acomodaticio de los mismos. Los estímulos del BCE, pese al apoyo de Bruselas, quieran o no quieran reconocerlo, no están teniendo el impacto deseado y, como digo, el problema sigue siendo el diagnóstico realizado por el BCE, donde no se recogen los verdaderos problemas que sufre la economía europea.
Muchos problemas son los derivados de estas políticas. Desde el asfixiamiento al sector bancario, hasta la propia penalización de la deuda. Sin embargo, si hay un factor que si me genera auténtico pavor, generando un miedo de gran envergadura, es la situación de la deuda en determinados países de la zona euro y la burbuja de la misma que se está gestando. Se está tratando el tema como un problema de demanda y lo que verdaderamente ocurre es que con estas políticas no se consiga ninguno de los objetivos para los que, a priori, nacen. La inflación sigue su curso a la baja, los ahorradores pierden constantemente y el consumo, ante esta inflación, no se está viendo compensado.
En resumen, los problemas que causa la aplicación de unas políticas poco ajustadas a un diagnóstico real y eficaz de la economía europea. Veremos a ver cómo confluyen los riesgos que sigue cosechando la economía de la zona euro con la desaceleración económica. Unos riesgos que siguen su curso alcista con la aplicación de estímulos. Todo queda por determinar, sin embargo, en un entorno tan delicado como el actual, como bien indicó el Fondo Monetario Internacional, debemos ser muy cautos a la hora de aplicar decisiones en materia de política monetaria, pues estas van a tener un papel determinante en el funcionamiento futuro de la economía. Por ello, adoptar medidas arbitrarias y no sujetas a un buen diagnóstico, como decía aquel, podría ser el mayor suicidio de la economía vigente.
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