Economía
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Amancio Ortega, el hombre más rico del mundo y el más odiado de España

Amancio Ortega, fundador de un imperio nacido de la nada como es Inditex, se acaba de convertir en la persona más rica del mundo, según la revista Forbes, después de que su fortuna haya alcanzado los 69.860 millones de €, superando a Bill Gates, cofundador de Microsoft. Al mismo tiempo, en las redes sociales, foro de debate en España, ha comenzado a leerse las primeras quejas e insultos hacia el creador de la mayor empresa textil del mundo.

Son varias las críticas que se le hacen, algunas no son nuevas —cabe recordar el revuelo que se creó con el reportaje que hizo Jordi Évole y su entrevista con la trabajadora camboyana que pedía que los europeos compráramos más ropa de Inditex—, pero la más destacada es aquella en la que la riqueza de Amancio Ortega proviene de empobrecer al resto de personas.

Que tales afirmaciones triunfen en nuestro país se deben en gran culpa a las relaciones que grandes empresas y Estado han mantenido y mantienen entre sí, en donde las primeras, para sobrevivir, parasitan al poder, en vez de ofrecer bienes y servicios de calidad a bajo coste. Esto es, renuncian a competir en el mercado ante la facilidad de comprar párrafos en el BOE que les permita enriquecerse a costa de los demás sin reportar ningún tipo de utilidad a la sociedad.

Este problema, que se le suele achacar al malvado capitalismo y al «neoliberalismo», tiene justamente el culpable contrario: el Estado y la política. Si los políticos tienen el poder para regular la economía creando una maraña de regulaciones que dificultan el producir bienes y servicios, así tendrán la autoridad para vender facilidades que eviten a empresas enfrentarse a los costes que supone cumplir con la ordenación en ciertos mercados y sectores. Quizás esto explique por qué compañías eléctricas o bancos —y en su momento las constructoras— tengan entre sus directivos a expolíticos, puesto que son estos los mercados más regulados y en donde es más necesaria la adquisición de privilegios para poder «sobrevivir».

Pero la clave de Inditex no ha sido la de comprar párrafos en el BOE —básicamente porque la moda no ha sido objeto de una extremada regulación que dificulte su negocio—, sino la de adaptarse a las necesidades del mercado, creando bienes de calidad a un bajo coste ofreciendo un buen servicio que ha facilitado la obtención de vestimenta para los consumidores.

Pero no solo el modelo de negocio desarrollado desde la nada por Amancio Ortega nos ha permitido obtener más bienes y servicios de mejor calidad a menor precio, sino que en todo el mundo da la oportunidad de tener un puesto de trabajo a más de 150.000 trabajadores, y sí, también en Camboya, como en otros países del mundo desarrollado, en donde el salario medio de la empresa con sede en Arteixo es entre dos y tres veces más que el salario que pagan empresas públicas en estos países, en concreto, unos 140 dólares, lo que equivale a, por ejemplo, el sueldo de un profesor en los países del tercer mundo.

Además, la empresa fundada por Amancio Ortega ha pagado en el último ejercicio más de 670 millones de € en impuestos, un 22% de sus beneficios. Es curioso cómo se suele concentrar la crítica a los millonarios, por ser el resultado de la excesiva desigualdad por parte del capitalismo. Los partidos de izquierda alzan la bandera de la lucha contra los ricos y, al mismo tiempo, reclaman que estos paguen más y más impuestos, pero es imposible sorber y soplar de la pajita al mismo tiempo; y en este caso Inditex es uno de los mayores contribuyentes de nuestro país, que permite financiar la educación o sanidad estatales.

En definitiva, debemos estar contentos porque Amancio Ortega sea la persona más rica del mundo, no por el simple hecho de que se haya visto incrementada su fortuna, sino por el hecho de que esto se debe, en gran parte, a que ha permitido que podamos obtener bienes y servicios de forma más sencilla, de una mayor calidad y a mejores precios, al mismo tiempo que mucha gente se ha beneficiado por trabajar en alguna de las empresas que conforman Inditex en todo el mundo. Porque no, la riqueza no es un juego de suma cero.

Santiago Calvo es coordinador de Students For Liberty en Galicia.