Adictos a la inyección de Draghi
Cuando explotó crisis en 2008, España tenía una deuda de 440.000 millones de euros o lo que es lo mismo, un 39,50% sobre PIB. Entonces, un español por el mero hecho de nacer, lo hacía con una deuda debajo del brazo de 9.511 euros. Desde entonces, han pasado 10 años y el problema lejos de solucionarse se ha agravado hasta niveles realmente preocupantes. Sin entrar en detalles que la destrucción de empleo desde entonces es brutal y que la recuperación de empleo es bastante precaria, tanto desde España como desde el BCE se ha intentando combatir una crisis precisamente provocada por una excesiva deuda con más deuda. Esto es como apagar un incendio con aceite. Puedes apagar una llama, pero éste se calentará y prenderá con más fuerza.
El panorama actual es cuanto menos preocupante con los datos de mayo encima de la mesa: 1,155 billones de euros o por ponerlo en contexto, el 98,29% sobre PIB. Esto significa que nacer ahora implica hacerlo con una deuda de 24.771 euros bajo el brazo.
Sin embargo, a pesar de ello los mercados de deuda no están para nada tensionados. Esto tiene una explicación, tenemos al tío Draghi comiéndose todo lo que emitimos en Europa. Esto nos permite por ejemplo vivir la ridícula experiencia de financiarnos a 10 años al 1,42% mientras que EEUU lo tiene que hacer a más del doble, concretamente al 2,96%. O más increíble todavía, emitir bonos a dos años al 0.31% de rentabilidad negativa, es decir, cobrando el Reino de España, mientras que EE.UU. tiene que pagar el 2,67%.
¿Por qué ocurre esto?
Pues precisamente por la ingesta casi descontrolada de deuda que comenzó a realizar el BCE en marzo de 2015 a razón de 60.000 millones de euros al mes, elevados a 80.000 millones en marzo de 2016 hasta marzo de 2017 en donde regresó a los 60.000 millones y rebajados desde entonces a 30.000 millones.
Esto tiene el mismo efecto que entrar en un buffet de comida china en ayunas a las 3 de la tarde.
En el estómago del BCE hay ahora 4,6 billones de euros de molesta y dudosa digestión que equivale al 41,2% del PIB de la eurozona.
Para hacerse una idea, la FED engulló en su momento con el QE3 hasta el 24% del PIB estadounidense y lo viene reduciendo lentamente desde entonces.
El problema es que los países de la eurozona, sobre todo los periféricos nos hemos vuelto adictos a esas compras y ahora la retirada de ese comprados seguro tiene que hacerse gradual pero acabar cerrando el grifo. Esto ocurrirá en septiembre cuando el BCE baje las compras mensuales a 15.000 millones de euros y definitivamente no compre más al finalizar este año.
Las consecuencias de esto son fáciles de saber porque todos hemos ido alguna vez un buffet chino.
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