Liga Santander: Valladolid – Real Madrid

Una victoria de regalo

Victoria cómoda y fea del Real Madrid ante un Valladolid que sólo vivió desgracias. Los locales fallaron un penalti y vieron cómo les anularon dos goles en la primera mitad y los de Solari, que no tiene el cargo seguro ni con el triunfo, sentenciaron por su mayor acierto en el área

Real Madrid
Benzema celebra el 1-3 del Real Madrid en Valladolid.
Miguel Serrano
  • Miguel Serrano
  • Me confundieron con un joven prodigio pero acabé de periodista. Escribo cosas de deportes y del Real Madrid en OKDIARIO, igual que antes las escribía en Marca. También a veces hablo por la radio y casi siempre sin decir palabrotas. Soy bastante tocapelotas. Perdonen las molestias.

El Real Madrid, en otro partido insulso y gris, logró la victoria en Zorrilla merced a los regalos del Valladolid, que falló un penalti y vio cómo el VAR le anuló bien dos goles. Dos tantos de Benzema y sendas dianas de Varane y Modric dieron a los blancos un triunfo insípido que podría no servir siquiera a Solari para mantenerse en el cargo.

El Real Madrid se plantaba en Valladolid con su vestuario convertido en una peluquería de señoras, en la casa de Gran Hermano (versión moderna de la de Bernarda Alba), en el ejército de Pancho Villa o en el grupo de whatsapp de los cuñaos: todo el mundo rajaba de todo el mundo. Con más filtraciones que el Prestige y más navajas que en Albacete, esa caseta, a día de hoy tóxica, necesita abrir las ventanas para que entre el aire y las puertas para que salga algún que otro bulto sospechoso.

Así, así, así llegaba el Madrid a Valladolid. Solari, incapaz de digerir este marrón imposible, había decidido defecar en el convento, sabedor de que le iban a obligar pronto a entregar el hábito. Dejó a Isco en Madrid y pidió que el club le abriera expediente. Al club, a día de hoy, no hace falta que le toquen mucho las palmas para expedientar al que se cruce por ahí, aunque sea Gento o Raúl. Tampoco jugaba Marcelo, otro de los díscolos de los últimos negros tiempos.

Jugaban, y no me enrollo más, los siguientes muchachos: Courtois; Carvajal, Varane, Nacho, Reguilón; Casemiro, Kroos, Modric, Ceballos; Asensio y Carvajal. Al lío. Bueno, en el Real Madrid el lío es constante, no se vayan a creer. El partido, con un Valladolid que tampoco estaba para fiestas, nació de los nervios. Una ocasión local en una falta lateral y la respuesta del Madrid, que vestía de luto (ideal para la ocasión) en Zorrilla.

Al borde de un ataque de nervios

Intentaba presionar el Real Madrid para alejar el peligro de su área y resistía ordenado el Valladolid. El duelo era una ruleta rusa constante, un ataque de nervios permanente que llevaba el juego de área a área. En la del Madrid se gestó el primer drama a los diez minutos cuando Odriozola hizo un penalti clamoroso, estúpido y obsceno. Contribuyó Alcaraz a darle vidilla a los blancos (negros en Pucela) al errar la pena máxima.

Pero el Real Madrid es una verbena. En su defensa, huérfana sin Sergio Ramos, hay trapecistas, mujeres barbudas y payasos. Un minuto después el propio Alcaraz aceleró la contra mientras los de Solari estaban peor colocados que Podemos de cara a las elecciones. El Valladolid, en tres toques, marcó gol. Merecido y hasta bonito. Sin embargo, el VAR detectó un fuera de juego por una pierna y arrebató a los locales un gol que se habían currado. Justo, con el Reglamento en la mano, injusto con los deméritos del Real Madrid. Mourinho empezaba a doblar calzoncillos en Londres.

Antes del minuto 20 volvió a macar el Valladolid. Lo anuló el colegiado y lo ratificó el VAR. No ganaba el Real Madrid para disgustos, aunque estaba sacando un valiosísimo 0-0. Ya lo decía Solari: «No hay que subestimar los empates». Siguieron dominando los pucelanos y bordeando el ridículo los negros. Al filo de la media hora y a la tercera llegó el gol del Pucela. Fue un centro desde la derecha mal defendido por Reguilón en un costado y Odriozola en el otro. Lo marcó Anuar y certificó media hora intolerable del equipo blanco. Mourinho doblaba ya los calcetines para meterlos en la maleta.

El Valladolid regala el 1-1

Pero el Valladolid está abajo por algo. Apenas tardó 4 minutos en regalar el 1-1. Fue su portero Masip el que salió a por uvas y regaló la pelota a un Nacho que apenas la peleó. El balón suelto quedó en los pies de Varane, que logró el empate. El partido seguía siendo del patio de un frenopático. Podía caer de cualquiera de los dos lados. Tales eran las urgencias y las carencias de ambos equipos.

Apretó al final el Real Madrid ante un Valladolid que no podía resistir tantas desgracias en tan poco tiempo. Un disparo lejano de Casemiro y un par de incursiones frustradas de Odriozola por la derecha fueron todo el bagaje que los de Solari pudieron ofrecer en los últimos minutos de la primera mitad. A Mourinho no le cerraba la maleta.

En la reanudación el Real Madrid repitió viejos vicios y el Valladolid sus virtudes. Courtois abortó un mano a mano ante Anuar. Pero los locales siguieron suicidándose con un penalti terrible de Óscar Plano sobre Odriozola. Lo marcó Benzema y los de Solari, casi sin quererlo, se ponían por delante en el marcador. Mourinho no quería deshacer la maleta porque le había costado la vida cerrarla.

Sentencia el Madrid

Al Valladolid se le empezó a hacer bola el partido. El Real Madrid, con viento a favor, empezó a sentirse cómodo en Zorrilla y a dominar a un equipo inferior en talento. Apuntilló a los pucelanos otra vez Benzema, otra vez a balón parado. Lo hizo de cabeza después de un córner ejecutado con maestría por Kroos.

El tanto sentenció a un Valladolid sin fuelle y tranquilizó a un Real Madrid que se vio con tres puntos casi sin quererlo. Aunque aún quedaban más de 20 minutos, el partido parecía visto para sentencia. Solari volvía a quitar a Kroos para meter a Valverde en el 73. Es ya su cambio fetiche. Todavía pudo hacer el 2-3 el Pucela, pero el remate de Guardiola se estrelló contra el palo izquierdo de Courtois.

También le dio tiempo a Gil Manzano para sacar dos amarillas fulgurantes a Casemiro, la segunda de ellas injustísima, porque el brasileño no había hecho nada, sólo estaba delante de en el saque de una falta. Con uno menos y sin esforzarse el Real Madrid logró el cuarto. Lo hizo Modric después de una jugada individual cuando el partido ya estaba resuelto. Como le dijo el torero al tren al llegar a Atocha: «Esos cojones, en despeñaperros».

Pasaron los minutos finales y el Real Madrid acabó certificando una victoria insípida y triste, un triunfo que podría no servir siquiera a Solari para continuar en el banquillo de un equipo al que, a día de hoy, no hay quien lo aguante.

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