Ter Stegen es el líder
El Fútbol Club Barcelona recuperó el liderato de la Liga Santander en un encuentro en el que les salió prácticamente todo bien, pero cuyo único lunar puede marcar las próximas semanas de la entidad. Los culés derrotaron (4-2) al hasta ahora primer clasificado, el Sevilla, en un choque marcado por la exhibición de Ter Stegen y –sobre todo– por la lesión de Lionel Messi, que tuvo que abandonar el campo tras un cuarto de hora, aquejado de una dolencia en el codo. Con el Clásico en el horizonte, el gran partido post Copa Davis de Piqué, el reencuentro consigo mismo de Suárez y el trono del líder de la Liga pasaron a un segundo plano… como todo en can Barça si Messi no está sano. Aunque siempre quedará Ter Stegen, el otro gran líder del líder.
Valverde sabía de la importancia de no pinchar tras los tropiezos de Atlético –moderado– y Real Madrid –monumental–. El Txingurri salió con todo lo disponible para medirse a un Sevilla que venía con la vitola de líder aunque ni mucho menos era favorito para ganar, aunque sí traía argumentos para competir.
La puesta en escena fulgurante del Barcelona, con dos goles –golazos– de Coutinho y Messi en diez minutos de juego, contrastó con lo que sucedió a continuación. La estrella, el faro, el todo del Barça, Lionel Messi, sufrió una aparatosa caída en la que el codo se dobló de forma dramática, provocando sus gritos y aspavientos de dolor en el césped del Camp Nou.
El cuerpo médico del Barcelona pronto alertó de la situación, a escasos ocho días del Clásico. Messi tenía que abandonar el encuentro con el brazo recogido y unas sensaciones pésimas de cara al futuro. Los culés son optimistas siempre que su equipo juega bien, pero también son conscientes de que sin Messi, la luz que ilumina al resto de personalidades del club, podía perderse el partido más importante de lo que va de temporada por una maldita acción.
El que iba a ser el primer derbi de la década sin Cristiano Ronaldo en el Madrid puede mutar a uno también sin Messi en el césped. Los equipos siempre repiten aquello de «no hay que alegrarse de las ausencias del rival si son por lesión», pero dadas las circunstancias, en Concha Espina más de uno habrá esbozado una sonrisa al ver a Messi salir del campo antes de tiempo.
El reemplazo de Messi, Dembélé, dejó pronto constancia de dos cosas que se daban por sabidas a tenor de las últimas semanas. La primera, que ni él puede reemplazar a Leo, ni nadie en la rotación de Valverde –dejemos fuera de esto a Malcom– podrá hacerlo. La segunda, mucho más positiva para la parroquia azulgrana, que cuenta con la chispa que le faltó el año pasado y que es más que suficiente para destacar en el actual Barcelona.
Ter Stegen y nada más
Una acción de slalom del internacional francés levantó al Camp Nou, aun sin llegar a buen puerto, y otro disparo cruzado representó la gran ocasión post Messi de una primera parte que acabó con el Sevilla acechando la meta de Ter Stegen por acumulación, aunque sin la efectividad suficiente como para levantar el muro del alemán, firme competidor de Oblak en lo más alto del podio de los porteros.
Unos minutos de tanteo y el Sevilla volvió a activarse para buscar el gol. Los de Machín, a pesar de los tres centrales, son un equipo ofensivo, vistoso y con confianza, aunque esto último fue mermado después de sufrir la acción del partido, con sello Ter Stegen. El meta puso en pie al público con una parada que no existe, después de un cabezazo sobresaliente de André Silva que prometía colarse por la escuadra, hasta que el cancerbero alemán voló, más que nadie, y se mantuvo para despejar el 2-1 hasta en dos ocasiones, pues el rechace, después de aterrizaje forzoso, también chocó contra él con un gesto académico dentro de lo obligadamente heterodoxo.
Después del vuelo del ángel de Ter Stegen todo pareció a mano para un hasta entonces mediocre Barça. La resurrección momentánea de Luis Suárez fue buena prueba de ello. Peleado con el gol, pasado de peso y cegado con casi todo gesto técnico desde el inicio de temporada, el charrúa se marcó una jugada personal digna de su plenitud, y Vaclik sólo le pudo frenar en un penalti que él mismo convirtió. Del 2-1 al 3-0. Partido sentenciado.
No se rindió el Sevilla, pero la mera presencia de un notable Piqué frenaba las acometidas de quien se acababa de enfrentar con todo a la bestia y no había podido batirla. Merecían un gol los hispalenses, pero el Barcelona, por medio de Suárez y Dembélé, pudieron aumentar la cuenta, aunque no estuvieron del todo finos en el toque final.
Maquillaje y espectáculo
El premio le llegó, tarde, a los de Machín, con un tanto de Sarabia con la inestimable e involuntaria colaboración de su ex compañero Lenglet, punto de inflexión a la hora de desviar el disparo del madrileño y engañar, por fin, a Ter Stegen. El alemán decidió convertir lo sucedido en mera casualidad y las paradas imposibles en algo normal. Si el vuelo anterior no había sido suficiente, Marc-André volvió a reaccionar, esta vez con unos reflejos felinos, para realizar una doble parada que igualaba, cuanto menos, a lo sucedido minutos antes.
Los golazos de Rakitic, que pidió perdón al sevillismo, y Muriel, sirvieron de maquillaje para un encuentro en el que el Barça tuvo la de cal y la de arena, recuperó el liderato, confirmó a su portero como uno de los jugadores más desequilibrantes del mundo y comenzó la cuenta atrás para un Clásico en el que podrían tener que jugar sin su faro.