Las técnicas secretas que esculpieron el tenis de Alcaraz: «Usábamos calcetines y bates de béisbol»
El primer entrenador de Alcaraz cuenta en OKDIARIO como fueron los inicios tenísticos del actual campeón de Roland Garros
Emplearon calcetines con pelotas para mejorar el saque y bates de béisbol para elevar el revés
Alcaraz alcanza la plenitud en Roland Garros

Y de pronto, todo cobra sentido. Que un deportista aterrice en la élite significa la culminación de un largo camino exigente y alejado del foco mediático. Recorrido habitualmente junto a familiares, amigos cercanos y entrenadores. Estos últimos tienen un papel trascendental al ser los que más tiempo comparten con el atleta en cuestión. Entrenamientos, partidos, viajes, charlas técnicas, días buenos, no tan buenos… Todo ello lo cuenta Carlos Santos en «Alcaraz, la forja de un campeón», su libro sobre sus años como entrenador de Carlitos.
El eje central de los acontecimientos fue Murcia, la tierra firme de Alcaraz. Donde residen sus familiares, amigos y esencia. «Estaba entrenando a varios niños en un club de tenis, pero me tenía que ir a vivir a Murcia. Entonces el director me dijo que tenía un amigo en un club de allí, que preguntase. Entonces me reuní con el padre de Carlitos y me dijo que había un grupo de tres niños que lo hacían muy bien», asegura Carlos Santos a OKDIARIO.
Fue ir, ver su forma de jugar y tener clara la respuesta. «Cómo se movían, cómo jugaban… Me enganché a ellos. En ese grupo estaba Alcaraz. Era diferente porque era un niño que se movía muy bien, muy coordinado, siempre muy eléctrico, movía la raqueta con la mano espectacular, era capaz de cortar la bola… Se notaba que el niño ya había estado jugando en la calle constantemente con la raqueta», sostiene.
Carlos Santos fue el escultor tenístico de Alcaraz desde los cinco años hasta los once. El periodo en el que los niños son más esponjosos a los aprendizajes. Carlitos era un virtuosos para su edad, pero el saque le traía de cabeza a su entrenador. «Era el golpe que más le costaba. Cuando le tocaba sacar le tocaba remar para no perder el juego. Lo veía y pensaba ‘¿Por qué no le sale bien?’ Era raro porque no cogía bien el golpe».
La situación demandaba ponerse el mono de trabajo para hallar la fórmula con la que mejorar el servicio. «Lidiamos con todo tipo de material. Con calcetines con pelotas para hacer el movimiento de la muñeca más rápido. Citaba a Carlitos 20 minutos antes de que llegaran el resto de compañeros y nos poníamos a ello. Troceábamos el saque en varios trozos y los trabajábamos individualmente. Primero la apertura, luego bajábamos el lanzamiento… Era de manera analítica. También veíamos vídeos del saque de otros jugadores. Así hasta que eran buenos», recuerda Carlos Santos.
Alcaraz y el bate de béisbol
El saque no era el único punto a mejorar. También el revés, aunque con menos margen de mejora que el servicio, pues el golpeo lo desempeñaba con mayor soltura. «Al lado de las pistas de tenis teníamos un campo de fútbol donde practicábamos para que sacara bien la punta de la raqueta. Lo hacíamos con un bate de béisbol profesional que tenía. Yo le lanzaba la pelota y él le daba de revés. A la segunda que lo intentaba mandaba mandaba la pelota… Ya estaba perdida. Le ayudaba a la coordinación y a que las manos salieran bien», detalla.
Lo que no necesitó de tanto pulimento fue la dejada, golpeo marca de la casa para Alcaraz. Un juego con cubos agudizó su destreza. «La dejada siempre me ha gustado y lo practicábamos mucho. Le ponía cubos de plástico en la pista para que metiera la pelota. Hacíamos golpeos de derechas, de revés y luego le pedía que hiciera una dejada… Y metía la bola una y otra vez. La dejada la tiene muy interiorizada porque la ha trabajado mucho. Además, él tenía mucha muñeca por naturaleza», explica Carlos Santos.
Los calcetines, el bate de béisbol y el cubo eran vasos comunicantes con el progreso que reflejaban los partidos. Alcaraz fue siempre un talento precoz. Ahora, tras convertirse en el número uno más joven de la historia, y antes, cuando era benjamín de segundo año y competía contra alevines. El adelantarse categorías le acompañó durante toda su etapa formativa. Era alevín de primero y ganaba a los de segundo. De infantil ganaba a los cadetes…
Lo que ahora está puliendo Alcaraz, ya con el tenis a un nivel excelso, son las desconexiones transitorias durante los partidos. «De pequeño también las tenía. Muchas veces incluso se le olvidaba el resultado. Pero porque era un niño muy creativo, su cabeza iba y va muy rápido y estaba desordenada porque tenía muchas cosas en ella. Era un niño que tenía 500 botones en el mando mientras que otros sólo tienen cuatro. Desconectaba, pero cuando volvía a conectar sabía que era imposible que le ganaran».
Ahora el guion ha cambiado. En Roland Garros ha conseguido que el ángel de la continuidad gane al demonio de la desconexión y cuando se centra arrolla con lo que encuentra a su paso. Que le pregunten a Sinner. Carlos Santos cuando le ve jugar por televisión esboza una pequeña sonrisa. «Siento que he hecho un buen trabajo con él. Cascales (mentor de Juan Carlos Ferrero y Alcaraz) me lo dijo. ‘Nos lo has traído ya hecho’. Al final la formativa es la etapa más dura. La que los entrenadores que están arriban no quieren».