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Ferrari empieza ganando

Vettel sorprende a Hamilton en el renacimiento de Fernando Alonso

Unos leves parpadeos, ceguedad en la mirada. Frotor de ojos, asimilar la situación e, inevitablemente, levitar de felicidad contenida. El madrugón del valiente contuvo un premio honorífico: Fernando Alonso quinto. Resistía a los ataques de un monoplaza superior, el de Verstappen, con la maestría que nunca olvidó: esta vez la máquina cumplía obediente sus mandatos. El MCL33, aún en su niñez, ya sabe andar.

La primera salida de la temporada fue un daikiri en cualquier chiringuito: segura y sin mezclas raras de posiciones. Las posiciones de arriba no se alteraron, con Lewis Hamilton comandando, más o menos, con un cigarro entre sus dedos. Era Kimi Raikkonen quién intentaba soplarle la nuca mientras que Bottas sufría en la lejanía. Ganar posiciones le costaba como encontrar aparcamiento en Madrid centro: insultante para un Mercedes.

Pero la pesadilla plateada estaba, todavía, dormida. Haas se disparó en el pie por una maldita pistola que no sabía colocar correctamente los neumáticos. Magnussen primero, y acto seguido Grosjean, debían abandonar. Una carrera perdida en boxes. Eran cuarto y quinto respectivamente. Y Vettel sonreía ante la llegada del safety car.

Porque, el destino, la suerte, o como quieran llamarlo, tiene su apellido alemán. Se encontró con un liderato casi sin querer… y lo iba agarrar como a una pareja en cualquier club de alterne. Lo que esperaba delante era algo así como la aclamada Tres anuncios en las afueras: tres peleas, todas en menos de un segundo, por el liderato, podio y quinta plaza.

Y allí, retomando el primer párrafo, se encontraba ese animal competitivo destrozando los barrotes nipones. Retozándose en el lodo del sufrimiento, el de aguantar una quinta plaza con un McLaren inferior al Red Bull, Fernando disfrutaba. Presente y futuro se citaban en la pista: Alonso vs Max Verstappen. Y esta vez, con un monoplaza mínimamente competitivo, papá demostró ser papá. Lo imposible. Otra vez aquí.

Carlos Sainz, por su parte, convivió una carrera en los puntos. Para él fue ese tipo de prueba que se sufre en el silencio del abandono en la realización. Luchando contra todos los elementos que le rodearon, con problemas estomacales, el talento superó a lo físico: décimo. Y superándose en los últimos metros.

Así las cosas, las tres peleas en las alturas se quedaron en una película controlada por los dominantes. Ni Hamilton pudo con Vettel, ni Ricciardo con Kimi Raikkonen, ni Verstappen con Fernando Alonso. Una maratón de 25 vueltas de resistencia. Sebastian Vettel golpea primero a Lewis Hamilton en el renacimiento de Fernando Alonso. Este muerto, tras tres años en tumba, está muy vivo. Lo mejor, esta vez sí, y no es un farol, está por llegar.

Clasificación de Fórmula 1 del GP de Australia (@F1)