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CHAMPIONS LEAGUE: REAL MADRID - BAYERN MÚNICH

El Madrid tumba a otro gigante

  • Miguel Serrano
  • Me confundieron con un joven prodigio pero acabé de periodista. Escribo cosas de deportes y del Real Madrid en OKDIARIO, igual que antes las escribía en Marca. También a veces hablo por la radio y casi siempre sin decir palabrotas. Soy bastante tocapelotas. Perdonen las molestias.

Fue un partido memorable, histórico, maravilloso. Un partido de esos que te dan 90 minutos de felicidad y te quitan cinco años de vida. Pasó el Real Madrid después de derribar a otro gigante, el Bayern de Múnich, que dio una imagen soberbia en el Bernabéu. Fue un duelo que pasará a la historia de la Champions League, la competición deportiva más bella del mundo, porque fue mucho más que un partido de fútbol. Fue una batalla entre colosos y en la Champions el mayor coloso sólo tiene un nombre: REAL MADRID.

Zidane y Heynckes jugaron con los onces como tahúres del Misissippi. El uno sentó a Casemiro y el otro a Javi Martínez como si dijeran: venga, pues a la bañera le quitamos el tapón y que sea lo que Dios quiera. En la alineación del Real Madrid, además, jugaba un lateral derecho que no es lateral derecho (Lucas), un interior que no es interior (Kovacic) y un delantero centro que no es delantero centro (Benzema). Ah, y un portero que no para.

Destilaba la alineación de Zidane un aroma de tirarse al monte en ataque, quizá porque sabía que lo de mantener la puerta a cero era una quimera. Así que el Real Madrid presentaba un equipo con la pegada de Asensio y Cristiano como credenciales. También la tenía el Bayern y puede que más. Los James, Ribéry, Müller o Lewandowski te hacen un gol en cuanto te despistes a mirar un wasap, algo que los jugadores del Real Madrid han hecho alguna que otra vez en el Bernabéu.

Pero era una noche especial y el Real Madrid, después del angustioso partido ante la Juve, había hecho propósito de enmienda. Y entonces empezó el partido que llevaría a los blancos o a los bávaros directitos a Kiev. Fue el Bayern quien rápido encerró al Madrid en su campo con la conexión Alaba-Ribéry haciendo estragos en la banda derecha del equipo de Zidane, curiosamente defendida por un Modric que no daba abasto para tapar agujeros.

Y el gol, como la noche de la Juve, llegó a las primeras de cambio. Fue por la izquierda, eso sí. Un centro mal defendido por Marcelo –eso no es noticia– en el que Sergio Ramos intentó un despeje en escorzo que se convirtió en una asistencia perfecta para un Kimmich, que apareció emboscado de la nada para marcar el 0-1. El pobre Keylor no pudo hacer nada para evitar el fusilamiento.

Kimmich pega primero y ¡¡¡Benzema después!!!

El gol aplacó los ánimos del Bayern, que se echó atrás incomprensiblemente y le entregó la pelota al Real Madrid. Los blancos cocieron las jugadas a fuego lento hasta cercar el área de Ulreich. Y así, en un acoso tranquilo, llegaría el 1-1. Decisivo fue Marcelo, que remontó su banda, sentó a su par, levantó la cabeza y se la puso en la ídem a un Benzema que había sido abandonado por Alaba como Marco por su mamá. El francés metió bien la cabeza para lograr el empate. Medio gol o más era de Marcelo.

El Real Madrid imitó al Bayern: marcó y se echó atrás. Tocaba sufrir otra vez. Menos mal que un poco de correcalles permitió lucirse a un Benzema que, con su fútbol curroromerista, había salido inspirado. Pero el balón era de los alemanes, que volvían a encerrar al equipo de Zidane prácticamente en su área.

El partido empezaba a pintar feo para el Real Madrid y se puso peor cuando pareció que Varane se había roto y Nacho se puso a calentar. Cuando parecía que se iba a hacer el cambio, Varane lo paró. El Bernabéu seguía con el corazón en un puño porque el dominio del Bayern era casi un asedio. Los blancos lo fiaban todo a la velocidad de sus contras a campo abierto.

Aupado en Marcelo y Benzema, el Real Madrid volvió a echarse al monte y sumó dos ocasiones consecutivas. La primera del brasileño y la segunda de Kroos. Murieron ambas entre el barullo alemán y los pies de Kimmich. Como murió en las manos de Keylor un tirito amable y flojo de Müller. Y en el 32 el Bernabéu contuvo el aliento en un remate a bocajarro de Lewandowski que rechazó como pudo Keylor con el pie y desperdició James en el rechace a puerta vacía.

Partido de Lexatin… y otro de Karim

El partido era una película de Rocky donde los puñetazos eran ocasiones de gol. Ulreich evitó el gol de Cristiano en el 38 con una buena mano abajo. Luego Sergio Ramos también lo acarició, pero su cabezazo lamió la red por fuera. En los últimos minutos del primer tiempo volvió a apretar el Bayern y a sufrir el Real Madrid, salvado por la campana de un Çakir que no vio una mano de Marcelo que pudo haber sido penalti en la última jugada de una primera parte trepidante.

Y justo al iniciar la segunda parte Ulreich hizo lo mismo que Keylor Navas el día de la Juve: meterse un gol él solito. Intentó despejar, se resbaló y le dejó la pelota para que Benzema, atento como nunca, sólo tuviera que perseguir la pelota y empujarla a la red. Doblete de Karim y el Real Madrid ponía la proa mirando a Kiev.

La sostuvo Keylor en el 50 con una buena mano a un tiro de Alaba que le pilló tapado. Entre el gol de Karim y el paradón de Navas se creció el Real Madrid, pero Cristiano perdonó el 3-1 dos veces seguidas: en un remate al que no llegó por poco y en una volea que se le marchó arriba. El propio CR7 se echaba las manos a la cabeza porque era hora de cerrar la eliminatoria.

James logra el 2-2

El partido volvía a ser un encierro de sanfermines. Ora corrían los del Madrid, ora los del Bayern. Era apasionante, frenético, vertiginoso, maravilloso. Era un partidazo de Champions. En el 69 James aplicó al Real Madrid la ley del fútbol y logró un 2-2 que ponía la eliminatoria otra vez en un puño. Pidió perdón al Bernabéu, pero casi mejor que no lo hubiera marcado.

Otra vez eliminatoria abierta y ya no había opción a prórroga. Tampoco tenía pinta, allá por el 67, de que el partido fuera a terminar con ese 2-2 que reflejaba el electrónico del Bernabéu. Zidane metió de golpe a Bale y Casemiro por Benzema y Kovacic. El Real Madrid pasaba a un 4-3-3 con Asensio, Cristiano y Bale arriba. Pero el duelo volvía a ser del Bayern, que empujó al equipo blanco a su área. Keylor respondió bien a un disparo de Müller en el 74.

El Real Madrid se enfrentó a sus propios fantasmas y a sus miedos en los diez últimos minutos del partido. Supo congelar el balón, parar el juego y disputar el otro fútbol. Çakir miraba su reloj con cara de querer dar tres días de prolongación. Pero el reloj no corría. Atacaba el Bayern y se defendían los de Zidane. Hasta Keylor parecía un coloso. El sufrimiento era indescriptible, insoportable, inhumano. Y al final un Real Madrid heroico aguantó lo inaguantable y se metió, con un par de cojones (permítanme la licencia) en la final de Kiev.

Y después de tumbar a otro gigante.