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Liga Santander: Valladolid - Atlético

Luis Suárez vale una Liga

El Atlético le da la vuelta al partido ante el Valladolid con el 21 gol del uruguayo

Máximo sufrimiento en la última jornada tras un primer tiempo nefasto

El siete de noviembre de 2020 el Cádiz pisó por primera vez en su historia el Metropolitano con una hoja de servicios que aterrorizaba: cuatro partidos jugados fuera de casa, cuatro victorias, entre ellas en San Mamés y Valdebebas, y ni un solo gol encajado. 90 minutos más tarde el Atlético no sólo le había despojado de su imbatibilidad con un 4-0 categórico, sino que había conseguido, por primera vez en el curso, acceder al liderato. Ya no lo ha abandonado. Los focos de la temporada se han apagado esta tarde en Zorrilla con el más valioso de los botines, su undécimo título de Liga. Llegaron a verse casi campeones en enero, cuando su ventaja sobre Real Madrid y Barça era de once puntos, pero la genética colchonera rechaza cualquier atisbo de sencillez. Está en su karma. Han acabado sufriendo, seguramente mucho más de lo que lo hubieran deseado los maltratados corazones rojiblancos, pero el premio es extraordinario. Éste es el Campeonato de Oblak, de Llorente y por supuesto de Simeone, pero sobre todo es el Campeonato de Luis Suárez, del goleador repudiado al que el Barça le enseñó la puerta de salida porque creía que sus días de gloria pertenecían al pasado. Hoy, 21 goles y un título de Liga después, no sólo lloran esa decisión en el Camp Nou, sino también en Valdebebas, porque han sido los goles de Suárez lo que han privado al Real Madrid de revalidar campeonato. Siete años después, de nuevo con Simeone, de nuevo con Koke, el Atlético vuelve a estar instalado en la gloria. Nunca dejéis de creer. Ni siquiera cuando las aguas bajaban turbias.

Luis Suárez es sin duda el jugador del Campeonato. Sus goles a Osasuna y Valladolid han sido tan decisivos como oportunos. Ésta será recordada para siempre como la Liga de Suárez, que ha adquirido en el Atlético un protagonismo que Messi le arrebató en su etapa en el Barcelona. Ahora será él quien decida si quiere continuar en el Metropolitano o si antepone alguna de las múltiples ofertas que va a recibir, pero pase lo que pase ya es historia rojiblanca. Un solo año le ha bastado.

Pero antes de llegar a la euforia final fue, por supuesto, necesario volver a sufrir como siempre. El modo de pisar el campo, la forma en la que atacaron el primer balón, los controles de Carrasco y Llorente, la desconexión de Suárez, la anuncia de Koke y Saúl….pronto se vio que este Atlético tenía muy poco que ver con el que empató en el Camp Nou o el que arrasó a Real Sociedad y Osasuna en dos primeras partes soberbias. Cuando más fácil lo tenía, cuando sólo dependía de sí mismo y ante un rival hundido en la clasificación se vino sorprendentemente abajo. No fue necesario esperar demasiado para darse cuenta. Tampoco hubo que aguardar mucho más para pagar las consecuencias de su ataque de pánico.

El descenso al primer círculo del infierno tuvo su origen en un saque de esquina a favor. El balón le llegó en el segundo palo a Carrasco, que hizo demasiado evidente su regate. El robo de Weismann al belga acabó con un toque de tacón de Toni Villa a Marcos André, cuyo pase al espacio permitió a Óscar Plano arrancar desde su propio campo sin que ninguno de los centrales, que habían subido a rematar el córner, pudieran darle caza. Con el aliento de Trippier soplándole en la nuca, el delantero del Valladolid sorprendió con un disparo raso al primer palo al que no llegó Oblak.

El 1-0 a los 18 minutos fue la peor noticia que podía recibir el Atlético, que de inmediato perdió la ventaja que suponía la obligatoriedad de que el Valladolid tuviera que ir a por el partido. Sergio y sus jugadores ya habían hecho lo más difícil y podían dar el paso atrás que tanto temía Simeone. Obligado ahora vulnerar una verdadera fortaleza que se levantaba ante sus delanteros, el líder entró en un agujero negro. Giménez dibujó un primer escorzo de recuperación a los 27 minutos en un saque de esquina que cabeceó a las manos de Masip, pero fue sólo un pequeño fuego de artificio porque en la otra parte del campo Janko sembraba el terror cada vez que tomaba el balón en la banda derecha.

Al paso por la primera media hora de partido llegó la primera oportunidad rojiblanca. Luis Suárez recortó en el área y Kiko Olivas se interpuso en un disparo que buscaba la escuadra. El saque de esquina también fue productivo. Felipe se adelantó a la defensa y cabeceó en el punto de penalty, pero no pudo encontrar portería. Pareció ser el arranque de un discurso hegemónico del líder, pero el Valladolid no soltó prenda. A los 38 minutos un centro de Olaza lo cabeceó Weismann en el área, pero esta vez con mucha ventaja para Oblak.

El resto de la primera parte se consumió entre una demostración patente de la ansiedad que devoraba al Atlético. Incapaz de ajustar la presión, obligado a perseguir sombras, sin poder ganar un solo duelo individual, se marchó al vestuario asfixiado por su impotencia. Sólo las inesperadas buenas noticias que llegaban desde Valdebebas evitaban que se consumara en tragedia el verdadero desastre que se estaba viendo sobre el césped de Zorrilla, pero a Simeone se le amontonó el trabajo en los 15 minutos de descanso. O conseguía darle un giro radical al partido o estaba plenamente en manos del Real Madrid.

Desde luego el Cholo fue efectivo en el ratito que tuvo. El Atlético recuperó la mirada del tigre y volvió del descanso convertido en otro equipo. En el primer minuto Llorente llegó hasta la línea de fondo, pero su pase hacia atrás lo cabeceó sin fuerza Llorente. Poco después Giménez estuvo a punto de dar la primera alegría de la tarde, pero el cabezazo se le fue desviado, igual que lo que le había sucedido a Felipe en la primera parte.

Fue entonces, cuando en un solo minuto, el Atlético subió y bajó de la montaña rusa en un solo minuto. Primero llegaron al banquillo rojiblanco las noticias del gol del empate del Real Madrid, pero mientras el VAR revisaba la acción Correa tomó el balón, se fue de dos jugadores y se sacó de la chistera un punterazo increíble desde el borde del área al que esta vez no llegó Masip. A los 57 minutos no sólo empató el Atlético, sino que el 1-1 del Madrid fue anulado.

Obligado ahora a volver a marcar, el Valladolid se fue con todo perdido hacia arriba. A los 61 minutos Olaza obligó a Oblak a rechazar y el balón le quedó a Weismann, que con toda la portería a su merced cabeceó alto. Simeone no quiso esperar. Hermoso y Saúl abandonaron el campo y se incorporaron al partido Joao y Lodi en busca de repetir lo sucedido la semana anterior ante Osasuna.

Y así fue, pero de la forma más inesperada posible. Con el partido metido en un alambre, con los dos a tumba abierta, el recién incorporado Sergi Guardiola retrasó un balón sin fijarse en lo que había a sus espaldas y, para su desgracia, a quien se encontró fue a Luis Suárez, al que habilitó para encarar a Masip. El uruguayo exprimió al límite sus últimas bocanadas de oxígeno y logró  el espacio suficiente para armar su pierna izquierda y darle al Atlético un gol que vale un título de Liga. No podía ser otro. Ya fue decisivo hace siete días ante Osasuna, pero le faltaba el broche de oro.

Es el undécimo título de Liga rojiblanco. Una explosión de alegría para la familia rojiblanca, que se ha visto obligada a seguir los goles desde la distancia