La BBC en alta definición
Volvía el Madrid al Bernabéu después del crimen de Las Palmas. Zidane recomponía su defensa mutilada con una nueva pareja de centrales –Varane y Nacho– flanqueados por los dos laterales brasileños, Danilo y Marcelo. Por delante, los tres centrocampistas a los que fiará el resto de la temporada: Casemiro para el corte y Kroos y Modric para la confección.
Arriba volvía la BBC. Sólo en 12 de los 38 partidos oficiales del Real Madrid esta temporada han coincidido Bale, Benzema y Cristiano desde el inicio, un hecho que en parte explica la sangría liguera de puntos de los blancos. Con sus tres estiletes de vuelta, esperaba Zidane poder rebanar a la defensa del Sevilla, un equipo que se plantaba en el Bernabéu dispuesto a soñar con una cuarta plaza que abrocharía otro temporadón de los de Emery pero con una losa que levantar: no haber ganado ni un partido en esta Liga fuera de casa.
En el banquillo, cómodamente acurrucados en los asientos ergonómicos propios de uno de los bólidos de Benzema, cumplían castigo por su pereza Isco y James, sospechosos habituales para el técnico, la grada y el palco. O espabilan pronto o este verano estarán en el mercado como fruta de temporada. El cartel, de momento, ya lo tienen puesto y sólo depende de ellos si se lo quitan o salen del Bernabéu a final de temporada.
El Sevilla dio el primer susto a los dos minutos con un centro envenenado de Trémoulinas que se encargaron de despejar entre Keylor y el larguero. Dominaban los de Emery, equipo de autor, creado a imagen y semejanza de su técnico. Presionaban arriba los hispalenses y al Madrid le costaba sacar la pelota hasta que aparecieron dos miembros de la BBC. Bale cagalgó por la derecha, la puso medida al área y Benzema, emboscado en el área como un bandolero del gol, marcó a bote pronto. Golazo y respiro.
Un Madrid desatado y un catalán con el pito
Como otras veces y aunque suene a repetido, el Madrid encontraba el gol antes que el fútbol. Es lo que tiene tener arriba un arsenal más grande que el de Kin Jong-un en Corea del Norte. El gol impulsó al Real Madrid, encantado de jugar con viento a favor, que empezó a embotellar al Sevilla. Kroos, con las espaldas cubiertas por Casemiro, encabezaba la presión alta del equipo de Zidane.
Justo en el cuarto de hora Bale tuvo en sus botas el segundo. Maniobró desde la derecha, tiró la diagonal y su disparo raso lo rozó Sergio Rico con las yemas de los dedos y la pelota se estrelló contra el poste. Un minuto después, al Real Madrid le escatimaron un gol clamorosamente legal de Bale, que estaba habilitado por dos metros, ya que Kolo rompía el fuera de juego. Ya saben, la liga peligrosamente preparada para el Madrid que decía Simeone. El árbitro CATALÁN Estrada Fernández pitó un fuera de juego que sólo existió en su imaginación.
Cristiano apareció en el 21. El luso, potente como el Mercedes de Hamilton, se marchó por la izquierda y soltó un derechazo que despejó espectacularmente Sergio Rico sacando la mano fuerte. Ahí tiene España portero para muchos años. Alto, espigado, rápido de reflejos, potente de piernas, domina el juego aéreo… un porterazo, vamos.
Cinco minutos después, el árbitro Estrada Fernández, catalán para más señas, quiso echar una mano a sus paisanos azulgranas y señaló un penalti de Varane sobre Rami, de esos que hay mil en cada partido y no se pita ninguno. El Madrid, una vez más, volvía a tener mala suerte con los colegiados. El penalti lo lanzó Gameiro y lo paró Keylor Navas, que se había adelantado un metro antes de lanzar, pero Estrada ya no tuvo narices para hacerlo repetir.
El Madrid se desordenó y perdió el mando del partido. El duelo era un intercambio de golpes, como un debate entre Rajoy y Pedro Sánchez, pero sin palabrotas. A los 40, Estrada Fernández –¿les había dicho que es catalán?– demostró su doble rasero al dejar sin sanción una acción análoga a la de Varane, pero como esta vez el que estaba dentro del área era Benzema, pues el colegiado no pitó nada. Faltaría más. El Bernabéu empezaba a estar hasta el gorro –cámbiese gorro por lo que ponen las gallinas– del colegiado.
Benzema es Albert Rivera: se asocia con todos
Tras el descanso Benzema siguió gobernando el partido, asociándose con todos como si fuera Albert Rivera. El Madrid presionaba otra vez arriba y encerraba al Sevilla en su campo. Un error de Casemiro y un despiste de Varane permitieron que Iborra se quedara solo en boca de gol, pero no llegó a empalar ante Keylor Navas. Los de Zidane no tenían cerrado el partido.
A los 56, Reyes se tocó con Modric, que ya venía trastabillado de la acción anterior y Estrada, que no tenía la conciencia limpia, pitó penalti. Contacto hubo, pero penalti no. Cristiano se disfrazó de Messi y lo lanzó al cielo de Madrid. El partido se había vuelto loco.
Tres minutos después, Bale tuvo en su cabeza el segundo a la salida de un córner, pero su remate se estrelló contra el larguero. El galés merecía el tanto, pero se le escapó por centímetros. En la jugada de vuelta Estrada, erigido en protagonista del partido, anuló un gol a Gameiro por fuera de juego. Aunque fuera por poco, volvió a equivocarse.
Y en el 63 Cristiano cerró el partido. Lo merecía el Madrid por dominio y por insistencia. Fue una jugada en la que Danilo subió por la derecha, recibió un pase de Modric y la puso para que Ronaldo, solo en el segundo palo tras ganar la espalda a los centrales sevillistas, firmara el tanto. Y dos minutos después, Bale puso la guinda al pleno de la BBC al culminar una contra iniciada por Modric y asistida por Benzema.
Un portero de otra galaxia
Aún le dio tiempo a Keylor Navas para marcarse un paradón espectacular a disparo de Gameiro desde dentro del área. El costarricense está otra vez en un momento de forma increíble y también el Madrid puede sujearte a su portero en sus esperanzas de Champions. En su portero y en la recuperación de la BBC se sujeta la fe del madridismo de alcanzar una Undécima que, aunque parezca lejana, sólo está a cinco partidos. Y con Bale, Benzema y Cristiano los sueños a veces se cumplen.
El cuarto lo marcó en el 85 Jesé, un futbolista que multiplica los goles como Jesucristo multiplicaba los panes y los peces. Saldrá del Real Madrid este verano, eso es seguro, pero donde vaya si le dan minutos y confianza y su rodilla le aguanta, seguro que volverá a ser ese jugador imparable que asombró al mundo antes de su lesión.