Klopp, de la alegría a la decepción: quinta final perdida
Jürgen Klopp pisó el césped de St. Jakob Park con la seguridad que le caracteriza. Mostrando esa sonrisa que da la sensación de que lo tiene todo controlado, pero cuando el Sevilla y la Europa League se unen nada está a salvo de torcerse.
A Klopp le da igual jugar una final europea que disputar un partido de pretemporada, él siempre va en chándal. Ya lo decía Luis Aragonés: “Yo creo que un entrenador de fútbol debe ir en chándal a los partidos”. Así se presentó el alemán en el partido más importante de su corta etapa en el Liverpool.
Cuando comenzó el calentamiento el de Stuttgart no se separó de sus chicos. Estuvo muy encima de ellos observando cada uno de sus movimientos. La siguiente vez que se le vería ya sería la de la verdad. Klopp saltó al césped tras sus jugadores, atravesó el lateral del estadio suizo y se acomodó en su banquillo. La fiesta estaba a punto de empezar.
Desde que el árbitro sueco Jonas Eriksson pitara el inicio del partido Jürgen comenzó a jugar su encuentro desde la zona técnica. Siempre encima, siempre pendiente de sus jugadores. El Liverpool era superior y esto tranquilizaba al germano. Su primer momento de tensión lo vivió en el minuto 31, cundo Lovren cometía una dura falta sobre Gameiro que hacía que ambos banquillos protestarán. Vuelta a la calma, todo seguía funcionando.
Los ingleses seguían dominando y a los 34’ minutos Sturridge tiraba de calidad para hacer poner en ventaja al Liverpool. Klopp estallaba de felicidad al mismo tiempo que pedía cabeza a sus hombres. Cuando se cumplieron los primeros 45 minutos Klopp salió corriendo hacia los vestuarios. Parecía que tenía prisa por dar indicaciones y volver a jugar, pero ya nada sería igual.
Un ciclón andaluz le borró la sonrisa
La segunda mitad fue otra película. En el primer minuto Gameiro empataba el partido y a Klopp se le empezaba a borrar la sonrisa. Después llegaron dos goles más y veía como la Europa League se le escapaba. Dio ordenes a todos sus jugadores, metió cambios de refresco, pero nada funcionaría y el Sevilla terminó logrando su quinto título.
Al terminar el encuentro Klopp se quejó amargamente ante el equipo arbitral. El penalti que reclamaron los red en el primer periodo y el tercer gol del Sevilla, los británicos pedían fuer de juego, fueron el motivo de sus quejas. Después recogió la medalla más amarga, la de plata, saludó al palco y se marchó. A Klopp se le sigue resistiendo reinar en Europa.
Esta es la quinta final que pierde el técnico. Tras caer en Londres ante el Bayern de Múnich en la final de la Champions League, la copa de Alemania ante el mismo rival, el mismo título frente al Werder Bremen y ya en Inglaterra también salió derrotado en la Capital One frente al Manchester City.
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