Zidane hizo llorar al Bernabéu en su adiós ante el Villarreal

Era un 7 de mayo de 2006 y sobre el césped del Santiago Bernabéu jugaba su último partido con la camiseta del Real Madrid uno de los mejores jugadores de la historia del club y de este deporte: Zinedine Zidane. El francés decidió poner fin a su carrera un año antes de acabar su contrato con el club blanco. Después de aquel partido, la leyenda blanca sólo jugaría el Mundial de Alemania con su país, para colgar definitivamente las botas tras perder la final en los penaltis.

Fue un partido muy especial y espectacular en el juego, como él lo fue sobre el césped, como si todos se hubieran puesto de acuerdo para rendirle homenaje. Lo de menos aquel día era el resultado, pero hasta eso fue bonito: empate a tres. Goles y espectáculo para despedir a uno de los más grandes que, encima, tuvo la suerte de anotar un gol en un día tan señalado.

Fue el primero del Madrid, el que suponía el empate, para la algarabía y júbilo de todo el Bernabéu y, en especial, de toda la familia Zidane, que observaban desde la zona VIP los últimos minutos de Zinedine en un terreno de juego con el escudo del Real Madrid en el pecho. Su mujer, sus hijos, sus hermanos y sus padres, mezclaron alegría y emoción para acabar derramando lágrimas cuando el árbitro señaló el final del partido y el crack francés entró, por última vez como jugador, en el túnel de vestuarios del Bernabéu con su incónico número cinco a la espalda.

En la próxima jornada de Liga, el Villarreal volverá al Bernabéu y allí le esperará de nuevo Zidane, aunque esta vez no de corto y en el campo -como aquella tarde de mayo de 2006- sino en traje y en el banquillo. El objetivo es claro, ganar y sumar tres puntos más para colocarse con quince de quince y seguir aupado en la primera posición de la tabla. Y, ya de paso, batir el récord de dieciseis victorias consecutivas en Liga que comparte con Guardiola y quedárselo en propiedad. Otra vez, el Villarreal, puede ser el testigo de excepción en otro día especial para Zizou.