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No dio una el técnico holandés

Un desastre táctico llamado Koeman

El Barça de Ronald Koeman fue un desastre ante el Valencia. El entrenador holandés se vio superado en todo momento un Javi Gracia que le tiene tomada la medida a los grandes

El Barcelona volvió a claudicar. El Valencia, que demostró tener mucha más hambre que los culés, logró arañar (otra vez) puntos en el Camp Nou. Pero esta vez quedó más claro que nunca el desastre táctico que es Ronald Koeman en partidos como el que presente y defendió el equipo de Javi Gracia, una ya habitual pesadilla ante los equipos más dominadores del campeonato desde que entrenaba al Málaga temporadas atrás.

A Koeman se le vieron todas las costuras de su plan. Si hace unos pocos días su equipo daba una gran imagen ante la Real Sociedad, pese a que solo duró durante el primer tiempo, este sábado su equipo volvía a ser una sombra sin orden, sin mando, sin rumbo ni dirección. Fue inexplicable el posicionamiento de los jugadores, el dibujo que presentó y los cambios que acabó realizando. Un auténtico desastre.

Desde el primer momento los de Gracia cedieron el control de la pelota al Barcelona y colocaron sus dos líneas de presión en una zona muy baja, cercana al área de Jaume. Concedían metros pero limitaban los espacios paras correr y desbordar, impedían que jugaran a la espalda de los centrales con cierta comida. Además, cada robo y acción en transición de los ches era un dolor de cabeza para el Barça que presionaba mal y corría peor. Cada contra del Valencia era una ocasión de gol, cada pérdida del Barcelona era la nada absoluta: nadie sabía qué hacer.

Así se llegó al primer gol del Valencia, otra desfachatez. Griezmann y sus 176 centímetros de altura se emparejaron en un córner con el central francés Diakhaby, que roza el 1,90. El francés perdió además la marca y el 0-1 subía al marcador.

Una vez más. Coutinho y Griezmann estaban completamente perdidos en el juego culé, no aparecían y no aportaba esa velocidad y clarividencia que se les presupone. Ninguno terminó de encontrarse cómodo. Quizá el brasileño, con algo más de espacio, llevó algo de peligro con un par de disparos. Ninguno se está ganando la fe del barcelonismo y tiene suerte que en el Camp Nou no hubiera público estos días, porque se habrían llevado una buena pitada esta tarde. Fueron dos de las sustituciones de Koeman.

El sistema, donde en un principio figuró Busquets como ancla y Pedri y Coutinho con suma libertad, se desmoronaba por momentos. Las distancias posicionales entre un jugador culé y otro era muy cortas, solapándose unos con otros hasta el punto de incluso chocar e incomodar al compañero. A esto se le sumaba la escasa velocidad que le daban al esférico, por momentos parados a la espera de una pelota. Koeman dormía a su equipo.

Luego llegaron los cambios de Koeman. De Jong, del que se informaron en principio molestias, entró tras el descanso. Después, turno para Trincao, que demostró una vez más estar muy muy verde para el Barça, siendo el sustituto de Griezmann tras hacer Maxi Gómez el 2-2 –y frenando el cambio de Pjanic cuando ya vestía de corto–. El cambio más ininteligible fue el de Lenglet, que saltó al campo por Coutinho pasando a jugar el Barça con tres centrales: el francés, Araujo y Lenglet. El último cambio de Koeman fue Pjanic por Pedri. El bosnio estuvo a punto de ceder dos pelotas claras de contragolpe para los ches. ¿Por qué no dio opción a Aleñá, Riqui o incluso Kevin De la Fuente?

El Barça de Koeman sigue siendo ese equipo previsible, incapaz de jugar con un cierto orden, al que los rivales ceden la pelota por las facilidad que reporta jugarle a la contra, cuando más débil se muestra. La pasividad de sus jugadores en según qué momentos hace presagiar lo peor en una temporada que debe ser de transición hacia una nueva época. El Valencia le sacó del tablero de la competitividad. Un punto y gracias.