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El alemán remontó dos sets a Pablo (3-6, 2-6, 6-3, 6-4, 6-3)

Carreño sucumbe con honores ante Zverev y pierde la oportunidad de su vida

Alexander Zverev es el primer finalista del US Open. El tenista alemán remontó dos sets a Pablo Carreño (3-6, 2-6, 6-3, 6-4, 6-3) en un partido de locura y aparta al asturiano de la oportunidad de su vida de pisar el partido por el título en un Grand Slam

  • Nacho Atanes
  • Redactor de deportes y canterano de OKDIARIO. Desde 2016 cubriendo la información de tenis. También baloncesto, fútbol, ciclismo y otros contenidos.

No pudo ser. Pablo Carreño rozó con la punta de los dedos su primera final de Grand Slam, pero acabó sucumbiendo y sin gasolina ante un tenista que, a pesar de sus altibajos, cuenta con una calidad absolutamente diferencial en el circuito. Alexander Zverev pisará el partido por el título del US Open después de remontar dos sets en contra (3-6, 2-6, 6-3, 6-4, 6-3) a un Carreño que mantuvo más de una hora de juego en un punto muy cercano a la perfección, pero acabó arrodillado ante la superioridad de un rival que jugó en el alambre, pero encontró su mejor tenis en el momento justo.

La derrota de Carreño será a buen seguro una de las más amargas de su carrera, pero la justicia mantendrá los honores sobre el tenista de Gijón, colosal por momentos y desinflado tras el despertar de una bestia llamada Alexander Zverev. Nadie dudaba de la superioridad teórica del alemán de origen ruso, como tampoco de su inestabilidad manifiesta, esa que aprovechó Pablo para hacerse con primer y segundo sets, aupado por unos restos maravillosos, que le permitieron cinco breaks ante uno de los mejores –primeros–sacadores del circuito.

Tal fue el nivel al resto de Carreño, que ni siquiera necesitó alcanzar la brillantez al saque, pero romper cinco veces el saque de un gigante sacador de 198 en los dos primeros sets está fuera de catálogo, como el tenis de Pablo, quien sólo en sus mejores sueños habría imaginado el 6-2, 6-3 de entrada. A un set de la final y con toda la confianza, demasiado bonito para un partido de este calibre. Un auténtico repaso.

Zverev estaba jugando muy mal los puntos importantes, desquiciado por la movilidad y el acierto de un inconmensurable Carreño, pero el nivel de uno debía subir y el del otro, por desgracia, bajaría en algún momento. Con el lógico vértigo provocado al tener la victoria cerca, el guion del partido pasaba a estar dominado por Sascha, en constante progresión y con el break que necesitaba para gestionar sus emociones. El colchón de ventaja fue pinchado por Pablo a la primera, pero inmediatamente Zverev prosiguió con su despegue hasta reducir distancias con su primer parcial del encuentro.

El cuarto set no tenía demasiados presagios halagüeño para Pablo, al que le salvaba el set en su primer turno de saque pero iba a volver a sucumbir en el segundo. La historia se repetía con dos breaks continuados que devolvían el dominio a Sascha, cada vez sacando mejor y con menos fallos en sus habituales palos, y para culminar, encendido por dos pelotas al cuerpo de Carreño que terminaron de encender una mecha que explotó para apuntarse el cuarto set y mandar el partido a la quinta manga. Zverev nunca había remontado un 2-0 en contra, pero para todo hay una primera vez…

Adiós a la final

La visita del fisio, que en cuartos le espoleó ante Shapovalov, parecía lejos de resultar una estrategia, más allá de opiniones de ambos bandos. Pablo estaba tocado después de apurar cinco sets en dos de sus cinco partidos previos, y su intensidad para imponerse en los dos primeros sets y luchar sin éxito los posteriores no era en vano. En un momento contrario se encontraba Zverev, tiránico al servicio y con más fuerza que nunca para correr de un lado a otro de la pista.

El 2-0 de inicio era un resumen en frasco pequeño de lo que estaba sucediendo. Zverev había alcanzado el nivel máximo de su juego, el que le coloca como el jugador con mayor potencial de la NextGen, ahí donde su fragilidad mental no le ha permitido llegar. La plenitud de su juego le llena de confianza y sus fallos le vacían. Ambas cosas en niveles extremos, y después de saborear lo segundo, Carreño tuvo que soportar winners continuos y ¡segundos! servicios a 220 km/h. Imposible para Pablo, tocado y hundido dejando pasar –con honores– la oportunidad de su vida.