El verdadero uso de las piedrecitas que hay en la vía del tren: sirven para esto
Estas piedrecitas cumplen funciones muy importantes para la seguridad ferroviaria
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Las piedras que se encuentran bajo la vía del tren, conocidas como balasto, juegan un papel fundamental en la infraestructura ferroviaria. A pesar de que a simple vista pueden parecer meramente decorativas, se colocan bajo las traviesas de las vías para distribuir el peso de los trenes y evitar que la estructura se hunda en terrenos inestables o blandos. Estas piedras, que deben tener un tamaño específico de entre tres y seis centímetros se fabrican a partir de materiales como cuarcitas, basaltos o granitos. El diseño del balasto permite que las piedras trabajen en conjunto mediante rozamiento, dispersando las cargas y asegurando que las vías no se deformen bajo el peso de los trenes.
Además de repartir las cargas, el balasto cumple otras funciones esenciales. Una de ellas es la absorción de las vibraciones generadas por el paso de los trenes, lo que mejora la comodidad del viaje y reduce el impacto en las vías. Asimismo, el balasto actúa como un sistema de drenaje natural, permitiendo que el agua de lluvia se filtre hacia el suelo, evitando inundaciones que puedan afectar el tránsito ferroviario. Esta capacidad de drenaje es particularmente útil en zonas donde llueve mucho. Aunque en trenes de alta velocidad se prefieren otros métodos de sujeción debido a la posible inestabilidad del balasto, en vías convencionales, estas piedras son fundamentales para mantener la seguridad y la eficiencia del sistema ferroviario.
Funciones de las piedrecitas que hay bajo la vía del tren
El balasto es una capa de piedras o gravilla que se coloca bajo las traviesas de las vías ferroviarias. El objetivo principal de estas piedras es distribuir el peso del tren de manera uniforme sobre el terreno para evitar que las vías se hundan o se desformen debido al peso y las vibraciones del paso de los trenes. Esta capa también sirve para mantener la separación adecuada entre las vías y garantizar que estén alineadas correctamente, lo que es crucial para evitar descarrilamientos y otros accidentes.
El balasto no sólo se utiliza para repartir cargas, sino que también juega un papel en la absorción de vibraciones. Los trenes, especialmente los de carga pesada, generan una cantidad significativa de vibración mientras se desplazan a lo largo de las vías. El balasto ayuda a amortiguar estos movimientos, reduciendo el desgaste de las vías y las traviesas, y proporcionando un viaje más estable para los pasajeros.
Una de las características más sorprendentes del balasto es su capacidad de drenaje. La gravilla permite que el agua de lluvia fluya a través de las vías sin afectar la integridad del sistema. Esto es especialmente importante en regiones donde las lluvias son frecuentes o intensas, ya que evita que el agua se acumule sobre las vías y cause inundaciones, que podrían afectar gravemente la seguridad del transporte ferroviario.
Además de estas funciones mecánicas, el balasto contribuye al control de la temperatura. En regiones donde las temperaturas varían drásticamente, la capa de piedras ayuda a aislar las vías del suelo, protegiéndolas del frío extremo o del calor excesivo. Esto es especialmente relevante en zonas donde los cambios estacionales son drásticos, ya que las vías pueden expandirse o contraerse con las fluctuaciones de temperatura.
Historia
El término «balasto» proviene del inglés «ballast», que significa «lastre». Esta palabra nos da una pista sobre la función original del balasto: ayudar a estabilizar las vías. Las primeras vías de tren de acero, tal como las conocemos hoy, fueron patentadas en el Reino Unido durante la Revolución Industrial, a finales del siglo XVIII. En ese momento, los ingenieros comenzaron a experimentar con diferentes formas de mantener las vías estables y niveladas. Fue en este periodo cuando surgió la idea de utilizar una capa de piedras bajo las traviesas.
Datos curiosos del sistema ferroviario
El sistema ferroviario es mucho más complejo de lo que parece a simple vista, con muchos elementos y tecnologías que trabajan en conjunto para asegurar su funcionamiento. Una de las curiosidades más destacadas es que los trenes de alta velocidad no siempre utilizan balasto. En lugar de esto, algunas vías utilizan bases de concreto o estructuras flotantes para garantizar mayor estabilidad a velocidades extremas, como las que alcanzan los trenes de alta velocidad.
Otro dato interesante es que el tren de pasajeros más rápido del mundo es el Maglev de Shanghái, que puede alcanzar los 431 km/h gracias a su sistema de levitación magnética. Este tren no toca las vías, lo que le permite alcanzar velocidades impresionantes. Además, muchas ciudades cuentan con sistemas de metro subterráneo, donde las vías deben soportar la presión del suelo y las vibraciones del tráfico superficial, lo que requiere diseños especiales.
El mantenimiento de las vías es otro aspecto crucial para el funcionamiento del sistema ferroviario, las cuales se alinean y reparan con máquinas especializadas cada cierto tiempo. Estas incluyen los raspadores de vías que ajustan la alineación y los soldadores de rieles que reparan las uniones de los rieles.