Dorar la píldora: ¿Cuál es el origen de esta expresión?
El idioma castellano se caracteriza por ser muy rico tanto en vocabulario como en expresiones que lo hacen único. Existen muchos dichos españoles que tienen un significado histórico y otros, como el conocido ‘dorar la píldora’, que nada tienen que ver con su significado literal, pero que hacen mucho más interesante si cabe nuestro idioma.
¿Qué es ‘Dorar la píldora’?
Aunque se podría pensar que la frase viene de algo literal relacionado con la medicina o las pastillas, lo cierto es que la expresión nada tiene que ver con eso. Como todos sabemos, ‘dorar la píldora’ viene a significar cuando se describe una situación en la que un individuo intenta obtener el favor de otro haciéndose el simpático con él o engatusándolo para obtener un beneficio.
Originariamente se utilizaba para describir situaciones en las que un individuo maquillaba una noticia mala para no herir a la persona a quien iba dirigida y así no dañarla.
De acuerdo con el profesor José María Iribarren de la Universidad de Navarra que en 1996 publicó ‘El porqué de los dichos’, la expresión tiene el significado de «disimular un daño o perjuicio; mitigar o dulcificar de algún modo una mala noticia.»
¿De dónde viene la expresión?
Es difícil y complicado saber de dónde vienen muchas de las expresiones que en castellano hacen tan rico nuestro propio idioma.
Antiguamente las medicinas o los remedios contra las enfermedades del día a día las confeccionaban los llamados boticarios. En la actualidad son desarrolladas por grandes multinacionales farmacéuticas que desarrollan los fármacos para los ciudadanos.
Estos boticarios, no solo estudiaban y buscaban la manera de curar el mal de la persona que les pedía una solución a su enfermedad, también buscaban que el sabor fuera bueno para la persona que lo tomaba.
Como no existían la cantidad de excipientes que podemos encontrar en la actualidad, los boticarios se las ingeniaban para mezclar esos remedios con sabores que los hicieran más comestibles y así atenuar el sabor de las píldoras que vendían.
Lo normal era sumergir las pastillas en concentrados dulces que se mezclaban en sabor para que así absorbieran lo mejor posible el concentrado dulce. Después lo secaban a fuego lento hasta que estos componentes dulces producían una capa que envolvía a estos componentes más desagradables para el paladar de los pacientes.
Por esto comenzó a utilizarse esta expresión de manera literal porque los boticarios lo que hacían era dorar la píldora para hacerla más comestible.
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