Curiosidades
Un organismo que habitó nuestros mares hace 163 millones de años

Los detalles más peculiares del monstruo de Melksham

Los monstruos, a veces, no forman parte de simples historias de miedo para aterrorizar a los más pequeños durante la noche de Halloween. Existes vestigios de auténticos monstruos de la antigüedad que surcaron nuestros mares y habitaron nuestros territorios pero que quedaron extinguidos hace millones de años. Los fósiles y las huellas son los únicos rastros que nos quedan de unos organismos tan peculiares como gigantescos que hasta nos da miedo reestructurar. En este caso hablamos del monstruo de Melksham, un nuevo espécimen descubierto por el Museo de Historia Natural de Londres que era considerado como un simple antecesor de los cocodrilos. Hasta ahora.

El monstruo desconocido

El Museo de Historia Natural de Londres es el responsable del hallazgo

Durante muchos años, los mejores estudiosos del Museo de Historia Natural de Londres habían determinado que el conocido como Ieldraan melkshamensis se consideraba un antecesor del cocodrilo que todos conocemos en la actualidad. Pero un reciente estudio organizado entorno a un curioso fósil ha determinado que se trataba de un organismo mucho más antiguo que los cocodrilos prehistóricos. Un animal desconocido hasta la actualidad que ha sido denominado como el Monstruo de Melksham, en base a la localidad en la que fue encontrado el fósil.

La antigüedad de la criatura ha sorprendido a los estudiosos, ya que desde este nuevo estudio aseguran que este extraño organismo tiene aproximadamente unos 163 millones de años. Su ecosistema preferido eran las aguas marinas pero también podía desenvolverse perfectamente por tierra como los cocodrilos de nuestros tiempos.

Un animal mortal

Imagen virtual de lo que sería la criatura

Las características del monstruo de Melksham son similares a las de los cocodrilos actuales, solo que multiplicadas por diez. Los dientes de sierra y una dura capa de piel son dos de las cualidades convirtieron a este animal de tres metros en uno de los depredadores más potentes de la época. Sin duda, un auténtico cazador que se alimentaba de todo tipo de presas debido a una ferocidad única que le permitía desenvolverse a su antojo por los mares.

Desde la comunidad de antropológica ven este descubrimiento como un paso más para conocer de la mejor forma a los antepasados de nuestro planeta. Una investigación que se ha convertido en un ejemplo para el resto del mundo que basa sus descubrimientos en la insistencia y la profesionalidad.