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Una cala espectacular en la Costa Brava que arrasa en Instagram y enamora a sus visitantes

Descubrir Aiguablava es reencontrarse con un mar turquesa, arena fina, vegetación autóctona y una sensación de calma que desarma. No es casualidad que esta cala, ubicada en el municipio de Begur (Girona), se haya convertido en un fenómeno en redes sociales y una joya de la Costa Brava.

Su nombre lo dice todo: «agua azul clara». Y es que, este rincón mediterráneo, parece diseñado para las postales. En tan solo 80 metros de longitud por 40 de ancho, Aiguablava concentra una belleza que rivaliza con cualquier destino caribeño, rodeada de pinares que rozan el mar y de acantilados suaves que invitan al paseo.

Una cala equipada, accesible y con encanto familiar

Aiguablava destaca no solo por su fotogenia, sino también por su funcionalidad. A diferencia de otras calas escondidas de la Costa Brava, aquí se puede disfrutar del paisaje sin renunciar a la comodidad: cuenta con servicios de baños, restaurantes junto al mar y actividades acuáticas para todos los gustos. Todo ello, sin perder un ápice de encanto natural.

Esta infraestructura, unida a la baja profundidad de sus aguas, convierte a la playa en una opción ideal para familias con niños. Incluso en temporada alta, la playa logra mantener una atmósfera tranquila y controlada, muy valorada por quienes buscan relax sin masificaciones.

El acceso también es parte de su atractivo. Se llega fácilmente en coche desde la AP-7, pasando por la C-31 y enlazando con la GI-653 hacia Begur. Desde allí, una carretera panorámica conduce directamente a la cala, con vistas espectaculares durante todo el trayecto. El aparcamiento de pago está situado a escasos metros del mar.

Entorno privilegiado: pueblos medievales y rutas escénicas

El entorno de Aiguablava está repleto de joyas que enriquecen la experiencia y alargan la estancia. Calella de Palafrugell, por ejemplo, es uno de los pueblos más fotografiados de la Girona, con sus casas blancas, barcas de pescadores y aire marinero que recuerda a otra época.

El faro de Sant Sebastià, a pocos minutos, ofrece una de las vistas más impactantes del litoral, y el conjunto medieval de Pals, con sus calles empedradas y miradores sobre el Empordà, transporta al visitante a siglos pasados. Monells, por su parte, es una delicia escondida en el interior: una plaza porticada encantadora que ha sido escenario de cine.

Para los amantes del senderismo y la fotografía, el Camino de Ronda que conecta Aiguablava con Platja del Racó es imprescindible. Son apenas 2,5 km de recorrido entre acantilados, pinares y calas ocultas que regalan imágenes de postal en cada tramo.

Una escapada romántica, familiar o para desconectar

La versatilidad de esta cala es otro de sus grandes activos. Es el destino ideal tanto para una escapada romántica como para unas vacaciones familiares. Ofrece lo mejor del Mediterráneo: aguas cristalinas, tranquilidad, gastronomía local y un paisaje que invita a la contemplación o la aventura, según lo que se busque.

Fuera de temporada, el entorno gana aún más atractivo. El otoño tiñe el paisaje de tonos dorados, el silencio sustituye al bullicio y el turismo se vuelve introspectivo. Pasear por la arena casi vacía o recorrer el Camino de Ronda sin prisa es una experiencia transformadora.