Cultura
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Rocío Márquez y Bronquio: «En los 80 las mujeres flamencas tenían prohibido entrar en las peñas oficiales»

Músicos. Rocío Márquez (Huelva, 1985) y Bronquio (Jerez de la Frontera, 1991) se han enrolado en un trabajo muy vanguardista. Ella viene de la tradición flamenca clásica y él de la transgresión, según los entendidos en poner etiquetas, viene del hardcore punk. Juntos han hecho Tercer Cielo, un disco que al escucharlo te quedas clavado al suelo.

Las crisis creativas se pasan creando más, pasando página o juntándote con personas para hacer cosas que nada tienen que ver con tus raíces. Ellos han aprendido el uno del otro, Márquez está en un punto de su carrera donde se percibe serenidad y mucha madurez, parece estar en ese instante en el que no importa el qué dirán ni el cómo te intentarán matar. Bronquio, Santiago Gonzalo en su libro de familia, aún está por llegar a ese gran público que desconocemos la energía musical de su mano aplicada a los discursos más ortodoxos.

Es un disco inesperado. La seguiriya hace que te caigas de la silla. ¿Qué estáis buscando?

Rocío: Muchas gracias. El arte es eso, probar, equivocarte, encontrar. Hemos podido jugar y probar, y a partir de ahí ya se ha hecho un trabajo más conceptual que hemos ido redondeando junto a un equipazo.

Sois distintos musicalmente hablando, pero debe haber algo que os une muy fuerte.  

Bronquio: Pues la procedencia y la pasión por la música, el flamenco. Rocío viene de ahí, yo he ido escuchando mucho y aprendiendo, educándome. También nos unen las ganas que teníamos de abandonar un poco nuestro terreno de confort para adentrarnos en algo desconocido donde, además, nos hemos dado muy bien la mano.

Rocío, el otro día buscando información sobre ti, preparando la entrevista, vi una intervención tuya en televisión que decía en un rótulo: “Promesa del flamenco”. ¿Cuándo se deja de ser una promesa del flamenco?

(Ríe)

R: Mira, como voy camino de los 40 años ya, estas cosas me las tomo como un piropo, así que me da mucha alegría que todavía me consideren una promesa.

¡Pero si llevas toda la vida cantando!

R: En el flamenco empezamos desde muy pequeñitos. La primera vez que me subo a un escenario tengo ocho años, así que llevo unos años ya. Por esto, probablemente esté en un momento de búsqueda de nuevas cosas en la música.

Las tabernas tienen mucha importancia para los flamencos, allí se cuecen muchas juergas. ¿Es un espacio especial para vosotros que venís de Jerez y de Huelva?

R: Fíjate, María, que mi abuelo Pepe tenía una taberna que se llamaba La Madrileña, así que conozco este mundo de una manera bastante cercana. Él, desgraciadamente, ya no está, pero si que he disfrutado de ir y de aprender de todo lo que se hace en estos sitios tan especiales.

Pero, ¿era de esas tabernas donde se cantaba?

R: Sí, sí. Allí se cantaba. De hecho, mi abuelo tenía un montón de letras apuntadas, tenía una cabeza privilegiada hasta última hora y cada vez que le venía la letra de una canción me la decía, y yo lo apuntaba todo en lo que tenía cerca, aunque fuera una servilleta. Al final tenía una caja de servilletas llena de letrillas.

Tengo entendido que eran tabernas donde sólo entraban hombres, ¿era así?  

R: Así es; pero creo que lo tenemos que entender y colocar en su contexto. Cuando entré en la taberna de mi abuelo era bastante mayorcita y a la hora de tomar un Cola Cao, en plan muy relajado. No obstante, a mí siempre me gusta contar, aunque nos suene cada día más lejano, que en 1983 se tuvo que crear la Peña Flamenca Femenina porque las mujeres no podían entrar a la Peña Flamenca de Huelva, que era como la oficial. Creo que eso fue un paso adelante muy importante para las mujeres onubenses, se posicionaron como personas que amaban el flamenco y crearon un lugar donde sí eran bienvenidas hasta que ya, por fortuna, se fue avanzando con la cuestión de género.

A ti te interesan estas cuestiones, ¿verdad?

R: Sí, a mí la igualdad me interesa muchísimo y creo que es importante tener ahí el foco.

Lo digo porque quizá este hecho concreto de las flamencas de Huelva ha marcado un poco este interés por estas cuestiones alrededor del género.

R: A ver, es lógico, las experiencias desde pequeños nos marcan. En muchos casos, lo que en principio pueden ser limitaciones, más tarde son caminos que se nos abren y metas que podamos alcanzar.

Santi, que estás muy callado.

S: Estoy aquí atento, siempre me gusta escuchar y aprender, y de Rocío siempre aprendo mucho.

La gente cum laude impresiona un poco.

S: Total, total. (Ríe) Me ha enseñado sobre todo de la cultura del flamenco, como todos la conocía, pero tenía muchas lagunas que ahora conozco gracias a ella. He desarrollado una sensibilidad muy bonita con este trabajo. Y también, por supuesto, he aprendido con toda la formación académica tan profunda y concreta que ella tiene. Y es una bella persona, además.

Eres el segundo que me lo dice.

R: Por Dios, que me vais a poner colorá.

Rocío, oye, que el primero que me lo dijo fue el artista Manuel León.

R:  Hija, qué alegría. Yo con él tengo adoración, somos compadres y, además, vivimos cerquita, hemos tenido también ocasión de trabajar juntos. En fin, mira, de Manuel León también se puede aprender mucho, tiene un discurso artístico que es una maravilla y es muy simpático. María, te tienes que venir a Sevilla y tomarnos todos juntos un vinito.

Hombre, si me convidáis, voy.

R: Convidada quedas.

Cuando escuché vuestro trabajo, pensé en Manuel Molina y su célebre frase que hacía alusión al uso de la tecnología para tamizar las voces en una grabación: “¿Y aquí cuando coño se dice ole?”. Santi, tú usas mucho la tecnología con la música electrónica, ¿qué opinas tú?

S: Esta anécdota de Manuel Molina es buenísima, pero creo que es diferente a este disco porque aquí es el ordenador realmente el que participa, no es un cuadro flamenco donde se está en directo y ese ordenador se usa para arreglar fallos. Nosotros hemos dicho muchos olés a medida que hacíamos el disco. Es cierto, claro, que estas son nuevas formas de ir a pecho descubierto haciendo música.

Escucho mucho flamenco y me considero más bien clásica. Así que reconozco con este trabajo habéis arriesgado mucho.

(Ríen)

R: En esa opinión estamos todos de acuerdo. A mí me apetece compartir y, la verdad, a estas alturas de la película creo que ya he hecho mi propia terminología de lo que puede ser la pureza en el flamenco. Esto es parte de mi honestidad, estoy dando el corazón y lo que tengo dentro. Luego, tras ello, ya vendrán las cuestiones más estéticas, habrá a quienes le gusten y a quienes no. Lo que hacemos, lo hacemos sin complejos.

¿Y sin castigarse a uno mismo?

R: Lo que tenemos claro es que somos hijos de nuestro tiempo y eso, de algún modo, nos tiene que marcar. No podemos ser impermeables a la vida que estamos viviendo ni al siglo en el que estamos, a las tecnologías que nos rodean. Piensa que los grandes de la época fueron también consecuentes con su tiempo, y hablaron y se comunicaron con las herramientas que tenían en ese momento. Así que tiene sentido que a día de hoy nos lo permitamos. Y, claro, entendiendo que el flamenco es amplio, es diverso y que ahí cabe desde el discurso más ortodoxo hasta la locura mayor. Y todo eso confirma, una vez más, la grandeza de este arte.

Cuando busqué información sobre Santi, se le define como músico de “tradición hardcore punk”. Ahí pensé: “Pero, ¿qué va a hacer esta mujer?”.  

(Muchas risas)

R: Para mí es un regalazo también esta oportunidad de trabajar con Santi porque juguetea con mi voz, usa las herramientas que tiene para sacar nuevos colores y eso me abre muchas puertas, es como si se multiplicaran las posibilidades. Por eso, para mí, que estoy en un momento musical especial, todos estos destellos que me da Santi me motivan muchísimo y se están convirtiendo en mi motor.

Las crisis de creatividad, de pensar si estáis o no en el camino correcto. ¿Son ciertas y dolorosas? ¿Cómo se esquiva eso?

S: Bueno, pues juntándonos uno que viene del hardcore con una mujer del flamenco, esta es una buena manera de superar una crisis creativa. Así es que como puedes matarte a ti mismo o, de pronto, aparecer en un espacio nuevo que nunca antes había tenido sentido, teniendo pradera para correr unos años más.

¿Los artistas pensáis más en el hoy o en el mañana?

R: Diría que en este trabajo en concreto estamos más en el hoy porque habla de acoger las zonas desconocidas. Cuando eso es el punto de partida, pues creo que es porque hemos decidido pasar página de las crisis anteriores o hemos aprendido un poco la lección de que es importante que lo que haces te llene, independientemente de la aceptación o no aceptación que el trabajo tenga por parte del resto. Obviamente, también vivimos de esto, así que hay que intentar encontrar un equilibrio entre todos estos mundos. Eso sí, al final a mí algo que me está enseñando la vida es que cuando una vez eres honesta contigo misma, las cosas van caminando.

@MaríaVillardón