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Si te distraes no estás perdiendo el tiempo, sino aprovechándolo: lo confirma un nuevo estudio científico

En contextos cotidianos, cuando te distraes, hay una gran mayoría que suele asociar esa actitud con falta de productividad. Un desliz mental durante una reunión, una caminata sin rumbo fijo o incluso un momento de ensoñación ante una pantalla apagada, son percibidos como lapsos vacíos. Sin embargo, esas situaciones no siempre representan una pausa estéril.

Lejos de ser una simple desconexión, esos momentos podrían activar mecanismos cerebrales fundamentales. Así lo sostiene una investigación reciente que documenta cómo el cerebro es capaz de aprender sin estar necesariamente centrado en una tarea concreta. La distracción aparece, entonces, como un estado compatible con la adquisición de conocimiento.

Por qué si te distraes no estás perdiendo el tiempo, sino que aprovechándolo: explica la ciencia

Un equipo del Janelia Research Campus del Instituto Médico Howard Hughes, liderado por Lin Zhong y Marius Pachitariu, demostró que el cerebro puede preentrenarse de forma autónoma. La investigación, publicada en Nature, se centró en la observación del córtex visual de ratones sometidos a un entorno de realidad virtual sin exigencias explícitas.

El experimento consistía en permitir que los animales caminaran por un pasillo simulado, con texturas visuales variadas. Algunas de esas texturas estaban relacionadas con recompensas, aunque durante buena parte del estudio no se les solicitó a los ratones ninguna tarea específica.

En este panorama, los resultados fueron contundentes:

La conclusión principal del estudio señala que el aprendizaje no supervisado, término habitual en inteligencia artificial, también tiene un correlato biológico en animales, incluidos los humanos.

El valor funcional de cuando te distraes

Cuando te distraes, no necesariamente estás desconectando funciones cognitivas. El análisis de decenas de miles de neuronas mostró que distintas regiones del cerebro se especializan en dos modos de aprendizaje: uno activo y dirigido, y otro espontáneo. Durante la distracción, la actividad cerebral se mantiene. No se detiene; se reorganiza.

En este marco, hay tres aspectos clave del estudio que sirven para entender mejor la investigación:

¿Qué es la distracción entonces y cómo funciona nuestro cerebro?

La distracción no debe confundirse con pasividad. El modelo propuesto por los investigadores señala que el cerebro opera con una lógica dual:

Esto se asemeja al funcionamiento de las redes neuronales artificiales, que primero se entrenan con datos no etiquetados y después se ajustan para tareas específicas. Según los autores, «la corteza construye representaciones generales durante la fase de aprendizaje no supervisado, que luego se aprovechan en múltiples tareas».

La relevancia de este estudio para la neurociencia

La existencia de un aprendizaje implícito sostenido durante momentos de distracción plantea nuevas preguntas sobre cómo entendemos el proceso de aprender. Desde la infancia hasta la edad adulta, la exposición a entornos ricos podría ser tan relevante como la instrucción formal.

A continuación, van algunas líneas de reflexión abiertas por este hallazgo:

Además, la posibilidad de que el cerebro aprenda sin un maestro ni objetivos visibles relativiza la importancia de la atención continua. Tal vez, más que forzar la concentración, sería útil favorecer condiciones que estimulen la curiosidad y la exploración libre.