Ciencia
Memoria

La razón por la que nunca recuerdas el nombre de la gente: la ciencia lo confirma

  • Gemma Meca
  • Licenciada en Historia, máster en Periodismo y Comunicación Digital. Redactora en Ok Diario. Cuento historias, soy amante de los astros, sigo a la luna, los TT de Twitter y las tendencias en moda. Experta en noticias de consumo, lifestyle, recetas y Lotería de Navidad.

Hay una razón por la que nunca recuerdas el nombre de la gente, la ciencia ha dado con una confirmación oficial de este problema que nos pasa a todos. Pasear por la calle y cruzarse con una persona que nos saluda y nos llama por nuestro nombre, pero somos incapaces de corresponderle al no recordar el suyo. Nos ha pasado a todos y representa un problema y unos sentimientos de vergüenza y confusión que son una constante y que quizás hasta ahora no habíamos sufrido de forma tan intensa.

La ciencia confirma que hay un motivo principal ante una serie de detalles que son los que marcarán este cambio o problema. No es un problema que llegue con la edad, aunque, evidentemente, cuántos más años tenemos más posibilidades. Las personas acumulamos recuerdos, pero, además, cambiamos a lo largo de los años, por lo que puede acabar siendo algo que marque una diferencia importante. En todos los sentidos, estamos ante un problema de memoria que se relaciona también con la historia personal de cada uno. Los científicos han querido dar con una respuesta que nos ayudará a entender por qué nos pasa esto.

Nunca o casi nunca recuerdas el nombre de la gente

Hay algunos nombres que cuestan más que recordar que otros, así como otros que nos es muy fácil de recordar. La memoria del ser humano responde a una serie de estímulos que debemos tener en cuenta. Los sentimientos y los recuerdos ayudan a recordar en mayor o menor medida esos nombres de las personas que conocemos.

Imagina que conoces a una persona que tiene el nombre de tu padre y un cierto parecido. Con estos dos detalles quizás seamos capaces de recordar mucho mejor a esa persona. Seguramente nos costará de olvidar y si nos cruzamos por la calle con él, podremos saludarlo por su nombre, sin problema.

En cambio, imagina que conoces a otra persona de nombre que no te suena o que no has escuchado casi nunca. Será mucho más complicado de recordar, por mucho que lo intentes, no podrás recordar ese nombre que seguramente en otro contexto sería más fácil de recordar.

A lo largo de estos años, quizás has estado con más o menos acierto encontrar a esa persona que tienes delante. Depende de muchos factores, no solo de la memoria que tengas, que puede ser excelente, pero deteriorarse con el paso del tiempo.

La ciencia lo confirma

La ciencia ha realizado una serie de estudios que nos ayudan a saber en todo momento qué es lo que pasa cuando recordamos o no el nombre de esa persona. Hay algunos trucos que nos ayudarán a recordarlo, si, por ejemplo, es difícil o no te recuerda a nada, simplemente escríbelo a mano varias veces, será más difícil que se olvide.

También puedes asociar ese nombre a algo, por ejemplo, imagina que el vecino que acaba de aparecer en tu vida se llama Felipe. Piensa en el rey e intenta que, con ese detalle o recordatorio, sea más fácil de poder recordar, podrás conseguir que se almacene de forma más directa.

La Universidad de Lancaster nos ha dado más información y afirma que no sólo el nombre, sino la cara de la persona que sea más o menos familiar, puede ser relevante. Por lo que, al final, esos detalles de familiaridad o de asociación con otros nombres pueden ser claves.

Una cara familiar puede hacer que no recordemos correctamente el nombre de esa persona, por lo que, necesitaremos una ayuda extra de la mano de este tipo de elementos que son claves y que quizás hasta ahora no habíamos imaginado.

Según esta universidad en un reciente estudio: «Veintidós personas mantuvieron registros de las dificultades y errores que experimentaron al reconocer a las personas, produciendo un conjunto principal de 922 registros de dificultades y errores recopilados durante un período de siete semanas, y un conjunto subsidiario de 86 registros de experiencias en las que se observó que una persona encontrada se parecía a una persona conocida de alguna manera. Estos registros se clasifican en diferentes tipos y se utilizan para desarrollar un modelo de reconocimiento de personas en el que los sistemas de representación crean descripciones estructurales de la persona encontrada que se someten a controles de similitudes con personas conocidas (por unidades de reconocimiento); cualquier similitud de este tipo se puede utilizar para acceder a la información de identidad de la persona (mantenida en nodos de identidad personal) y luego información adicional (incluido el nombre apropiado) mantenida en tiendas separadas. Los resultados de las unidades de reconocimiento y de los nodos de identidad de la persona van al resto del sistema cognitivo, que puede ser importante para tomar decisiones sobre la identidad «real» de una persona encontrada, y que también tiene a su disposición varias formas de obtener más información que puede ayudar a tales decisiones».