Ciencia

Humanos y chimpancés: parecidos razonables

Humanos y chimpancés tenemos mucho más en común que nuestro propio código genético. Si miramos bien, hacemos demasiadas cosas con terrible parecido, tanto, que incluso da un poco de miedo.

Por ejemplo, hace temblar un poco saber que hay chimpancés que son asesinos en serie. De hecho, no es un invento, ya que fue la propia investigadora Jane Goodall la que lo observó en 1975, con una hembra que no solo mataba, sino que dirigía a través del miedo e instruía a nuevas generaciones en su forma de canibalizar.

También se ha descubierto que educar a un chimpancé como si fuera humano no es una buena idea en absoluto. De hecho, se ha observado que pueden volverse adictos al alcohol e incluso a la pornografía.

También se probó con Julie, una chimpancé que se añadió hierba en la oreja con un propósito claro, sentirse más guapa e imitar las tendencias de moda. Este detalle se ha visto en varios grupos de la especie.

Otra de las evidencias científicas descubiertas es que se pueden prostituir por comida. Los machos, si son buenos cazadores, consiguen más sexo si comparten sus ganancias.

Otro detalle curioso descubierto en la especie es que raptan a las parejas y no tienen problema en usar la violencia con ellas. De hecho, si la hembra no quiere sexo, puede ser maltratada por el macho.

Más semejanzas entre humanos y chimpancés

Igual que hacen algunas civilizaciones humanas, muchos bebés chimpancé juegan con armas y palos. También las hembras lo suelen hacer con muñecas.

La dominación por medio de la violencia del más fuerte es otra máxima. El más agresivo es el que manda en el grupo, y puede llegar a usar métodos extremadamente brutales y crueles.

También han alcanzado suficiente nivel como grupo para planear ataques. Es más, incluso son capaces de fabricar armas o utilizar palos que bien podrían pasar por rústicas lanzas.

Es más, al igual que los humanos, los chimpancés van a la guerra. No siempre atacan para cazar, también lo hacen para defender su territorio o para conseguir espacios extra que dominar.

Por último, también se han mostrado capaces de canibalizar a sus enemigos. Roban a las crías del clan rival para matarlas y comerse sus restos. Así someten a los contrarios, acabando totalmente con su progenie.

Seguro que en todo esto has visto mucho parecido entre humanos y chimpancés. ¿Realmente somos tan diferentes? ¿Luchamos contra nuestros propios instintos más primitivos? Como decía Charles Darwin, solo la especie más fuerte sobrevive, y parece que estos simios lo tienen claro.