Ciencia
Microgravedad

Estudio revela efectos de la microgravedad en el cuerpo humano a largo plazo

El estudio de los efectos de la microgravedad en el cuerpo humano a largo plazo es un área de investigación crucial para la exploración espacial.

Calleja, el espacio y la gravedad

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  • Francisco María
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Vivir durante un tiempo en el espacio significa enfrentar grandes complejidades. Una de ellas es la falta de gravedad, ya que remodela silenciosamente los cuerpos. La forma como esto ocurre es un tema que los científicos recién comienzan a entender completamente.

Algunos estudios recientes revelan que la microgravedad genera cambios profundos durante las estancias prolongadas en el espacio. Estos ocurren a nivel óseo, muscular e incluso cerebral y plantean grandes interrogantes sobre el futuro de la exploración espacial.

Microgravedad y esqueleto

Los huesos no son estructuras fijas, sino que cambian constantemente en función de las fuerzas que experimentan. En la Tierra, la gravedad ofrece el estímulo necesario para hacer que esta renovación sea equilibrada.

En el espacio, este delicado equilibrio se rompe. Los astronautas pueden perder hasta un 2% de su masa ósea cada mes. Esa es una tasa alarmante si se le compara con el 1% anual que pierden las mujeres posmenopáusicas con osteoporosis.

Las vértebras lumbares son especialmente vulnerables. Sin la carga constante de la gravedad, los huesos se vuelven más porosos y frágiles. Lo más preocupante es que esta condición podría no ser reversible del todo.

Algunos estudios realizados con ratones muestran que incluso después de regresar a las condiciones normales de gravedad, la pérdida ósea persiste hasta en un 30%. Esto lleva a pensar que se producen daños permanentes al tejido esquelético.

La columna vertebral

Uno de los efectos más llamativos de la microgravedad es el “estiramiento” espacial. Este término se refiere a la expansión de los discos intervertebrales que ocurre cuando no está presente la compresión constante de la gravedad. La consecuencia de esto es que que los astronautas crecen hasta 5 centímetros.

El punto es que al regresar a la Tierra se produce una recompresión de estos discos y esto suele causar un dolor intenso. Así mismo, aumenta significativamente el riesgo de desarrollar hernias discales.

Los músculos que sostienen la columna también sufren. Los paravertebrales, que trabajan constantemente contra la gravedad en la Tierra, pueden perder hasta un 20% de su masa en solo seis meses en el espacio. Esta atrofia muscular provoca dolor de espalda, algo que muchos astronautas reportan y complica su readaptación al regresar.

El cerebro

Los descubrimientos más sorprendentes vienen de los estudios sobre el cerebro en el espacio. La falta de gravedad altera de manera dramática la distribución de fluidos en el cuerpo. Esto lleva a que el líquido cefalorraquídeo se acumule en el cráneo.

Ese aumento de presión puede deformar físicamente el globo ocular. Así surge lo que los científicos llaman Síndrome Neuro-Ocular Asociado a Vuelos Espaciales (SANS).

Las resonancias magnéticas han revelado cambios estructurales que resultan preocupantes. El cerebro literalmente flota hacia arriba dentro del cráneo, causando compresión en áreas críticas: los surcos cerebrales se estrechan y los giros se aplanan. Esto afecta funciones como el equilibrio y la coordinación.

Lo más preocupante es que esos cambios persisten durante meses después del regreso a Tierra. Los científicos no saben aún si son completamente reversibles a largo plazo.

Otras consecuencias

El sistema cardiovascular trabaja contra la gravedad para llevar sangre al cerebro. En el espacio, este mecanismo se desregula. El corazón comienza a perder masa muscular y los vasos sanguíneos se vuelven menos sensibles a los cambios de presión. Esto provoca mareos y desmayos al regresar a la gravedad normal.

La redistribución de fluidos también tiene efectos curiosos. Los astronautas desarrollan lo que coloquialmente llaman “cara de luna llena”, o sea hinchazón facial. Entre tanto, sus piernas se adelgazan notablemente.

Algunos estudios recientes señalan que la microgravedad podría debilitar las defensas. Las células inmunitarias parecen ser menos efectivas para combatir infecciones en el espacio. Esto, combinado con el aumento de radiación cósmica, hace que los astronautas sean más susceptibles a enfermedades.

Curiosamente, algunos virus latentes como el herpes zóster pueden reactivarse en el espacio. Este fenómeno plantea preocupaciones importantes para misiones de larga duración.

Implicaciones para la exploración futura

Los hallazgos de este estudio son fundamentales para futuras misiones espaciales, especialmente aquellas que planean enviar humanos a Marte y más allá. Comprender cómo la microgravedad afecta al cuerpo humano permitirá a los científicos desarrollar estrategias preventivas y tratamientos para mitigar estos efectos. Por ejemplo, se están investigando programas de ejercicios más efectivos y el uso de nutrientes específicos para ayudar a mantener la salud ósea y muscular durante las misiones prolongadas.

Además, el estudio destaca la importancia de la salud a largo plazo de los astronautas, lo que podría influir en el diseño de futuras misiones. Las naves espaciales podrían incluir instalaciones para ejercicios más avanzados o tecnologías que simulen la gravedad para contrarrestar los efectos negativos de la microgravedad.

Conclusión

A medida que la humanidad se adentra en una nueva era de viajes interplanetarios, comprender cómo el cuerpo humano se adapta y se ve afectado por estas condiciones es esencial para garantizar la salud y el bienestar de los astronautas. La ciencia continúa avanzando, y cada descubrimiento nos acerca un paso más a desentrañar los misterios de la vida en el espacio. La próxima frontera no solo se trata de explorar el cosmos, sino de cuidar el vehículo que nos llevará a esos destinos: nuestro propio cuerpo.

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