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Astronomía

Constelaciones de invierno: cómo identificar Orión, Tauro y Géminis

Orión, Tauro y Géminis dominan el cielo de invierno. Aprende a identificarlas fácilmente en diciembre desde España.

Lluvia de meteoros oriónidas

Pequeñas lluvias de meteoros

Lluvia de meteoros gem

  • Francisco María
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El cielo de invierno regala varios espectáculos celestres. El aire frío es a menudo más transparente y permite ver con mayor claridad las figuras estelares. Algunas imponentes constelaciones son más fáciles de encontrar: Orión, Tauro y Géminis.

Estas tres forman parte del llamado “hexágono de invierno”, un gran círculo imaginario de estrellas muy brillantes que está presente en el cielo desde finales de otoño hasta principios de primavera. Te decimos cómo identificarlas.

Orión, el gran cazador

Orión es la constelación reina del invierno y la más fácil de reconocer. Su figura majestuosa se eleva por el este al anochecer.

¿Qué buscar?

Lo primero que capta la atención es su cinturón; está compuesto por tres estrellas brillantes, perfectamente alineadas y con la misma separación entre sí. Popularmente se les conoce como “Las tres Marías” o “Los tres Reyes Magos”.

Arriba del cinturón, en dirección noreste, hay dos estrellas brillantes que forman los hombros del cazador. Betelgeuse está en el hombro derecho y tiene un característico tono rojizo/anaranjado. Bellatrix, en el hombro izquierdo, es blanca.

Abajo del cinturón, en dirección suroeste, los pies están marcados por otras dos estrellas. Rigel, en el pie izquierdo, es una estrella azul-blanca intensamente brillante. Saiph, en el pie derecho, es más tenue.

La joya de Orión

Justo debajo del cinturón, cuelga un pequeño grupo de estrellas que forman la espada. Si miras con atención, la del medio no es una estrella puntiaguda, sino una mancha borrosa y difusa.

Esa es la Nebulosa de Orión (M42). Es una gigantesca “guardería estelar” donde nacen nuevas estrellas. Con unos simples prismáticos se percibe esta nube de gas como un objeto espectacular.

Tauro: el toro

Una vez que identifiques a Orión, mira hacia el noroeste, siguiendo la línea del cinturón. Te llevará directamente a la siguiente constelación: Tauro, el toro.

¿Qué buscar?

Lo primero que se ve es una estrella brillante de color anaranjado: Aldebarán, el “ojo rojo” del toro. Aldebarán es el corazón de un asterismo (un grupo de estrellas con forma reconocible) llamado las Híades; este dibuja una gran “V” en el cielo que representa la cabeza del toro.

El tesoro de Tauro

Al levantar la vista hacia el noroeste, desde Aldebarán y las Híades, hay un pequeño y compacto grupo de estrellas que parece un diminuto carrito o una cucharita. Son las Pléyades (M45), también llamadas “Las siete cabritillas” o “Las siete hermanas”.

A simple vista, se distinguen seis o siete estrellas. Con prismáticos se aprecian decenas de estrellas azuladas envueltas en una tenue neblina. Es uno de los cúmulos estelares más bellos del cielo.

Géminis: los gemelos

Para ver a Géminis hay que volver al cinturón de Orión. Esta vez, sigue su línea en la dirección opuesta a Tauro, es decir, hacia el noreste. El camino terminará en dos estrellas brillantes que brillan juntas, casi a la misma altura: son Cástor y Pólux, las cabezas de los Gemelos.

¿Qué buscar?

Pólux es la más brillante de las dos y tiene un tono ligeramente dorado o anaranjado. Cástor, justo al lado, es blanca. Estas dos estrellas representan a los hermanos gemelos de la mitología. Desde estas “cabezas” descienden dos líneas paralelas de estrellas más débiles, que dibujan los cuerpos de los dos gemelos.

Guía de observación

En las noches despejadas, sigue estos pasos para observar las constelaciones:

Usa aplicaciones gratuitas como Stellarium o SkySafari. Son excelentes para confirmar lo que estás viendo en tiempo real, solo apuntando tu teléfono al cielo.

Algunos consejos prácticos

Elige bien el lugar y el momento

El sitio desde el que observes marca una gran diferencia. Lo ideal es alejarse todo lo posible de las luces de la ciudad, ya que la contaminación lumínica apaga muchas estrellas fugaces antes incluso de que puedas notarlas. Un campo abierto, una zona rural o una colina con vistas despejadas suelen ser buenas opciones. Si no es posible, busca al menos un rincón oscuro y tranquilo.

También conviene informarse con antelación sobre el día de mayor actividad de la lluvia y sobre la fase lunar. Una Luna muy brillante puede arruinar parte del espectáculo. Las mejores horas suelen ser de madrugada, cuando el cielo está más oscuro y la Tierra se mueve en la dirección adecuada para “recoger” más meteoros.

Abrígate más de lo que crees necesario

El frío es el gran protagonista del invierno, y subestimarlo suele ser un error. Aunque al principio no parezca tan intenso, permanecer quieto durante mucho tiempo hace que la sensación térmica baje rápidamente. Ropa por capas, gorro, guantes y calcetines gruesos son imprescindibles.

Una manta, una esterilla aislante o incluso un saco de dormir pueden marcar la diferencia entre aguantar unos minutos o disfrutar durante horas. Si estás cómodo, tu atención estará en el cielo y no en el termómetro.

Olvídate del telescopio

Para las lluvias de estrellas, menos es más. No hace falta telescopio ni prismáticos, ya que estos reducen el campo de visión y hacen que te pierdas la mayoría de los meteoros. Lo mejor es observar a simple vista, cubriendo la mayor parte del cielo posible.

Túmbate boca arriba o usa una silla reclinable. Cuanto más relajada sea la postura, más fácil será mantener la mirada durante largos periodos sin cansarte.

Lecturas recomendadas

El cielo a simple vista

Guía de las constelaciones