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Conmoción entre los científicos al descubrir que los fósiles de mamut más recientes del mundo eran de ballenas

  • Ana López Vera
  • Máster en Periodismo Deportivo. Pasé por medios como Diario AS y ABC de Sevilla. También colaboré con la Real Federación de Fútbol Andaluza.

Durante buena parte del siglo XX, dos vértebras custodiadas en el Museo del Norte de la Universidad de Alaska alimentaron una hipótesis extraordinaria. Las piezas, recuperadas en la década de 1950 cerca de Fairbanks por el naturalista Otto Geist, fueron clasificadas como fósiles de mamut y aceptadas como tal sin grandes cuestionamientos.

Su relevancia residía en que parecían indicar una supervivencia tardía de estos animales en el interior de Alaska. El interés científico se reactivó en 2022, cuando un equipo decidió aplicar técnicas modernas de datación por carbono 14, tal y como informa IFL Science.

El resultado fue desconcertante, ya que los huesos tenían entre unos 1.900 y 2.700 años de antigüedad. Esta cronología chocaba frontalmente con el consenso arqueológico y genético, que sitúa la extinción de los mamuts en Beringia hace aproximadamente 13.000 años. De ser correctos, los datos obligaban a replantear la historia de la megafauna ártica.

Conmoción científica al revelarse que los fósiles de mamut más recientes eran de ballenas

Lejos de asumir conclusiones precipitadas, los investigadores optaron por verificar la naturaleza de los restos. El siguiente paso fue el análisis de isótopos de nitrógeno, una técnica que permite inferir el tipo de dieta del animal. Los resultados revelaron niveles propios de organismos marinos, incompatibles con un herbívoro terrestre como el mamut.

Este hallazgo encendió todas las alarmas. Los científicos comprendieron que la datación no era el problema, sino la identificación de la especie. Para despejar cualquier duda, recurrieron a una prueba definitiva: el análisis de ADN antiguo, una herramienta clave en la paleontología moderna.

El análisis de ADN confirma que los restos fósiles pertenecían realmente a ballenas

La genética puso fin al misterio. Las vértebras no pertenecían a ningún proboscídeo, sino a dos cetáceos distintos: una ballena minke común y una ballena franca del Pacífico Norte. Tras más de siete décadas de clasificación errónea, los supuestos fósiles de mamut perdieron su estatus y pasaron a ser reinterpretados como restos marinos.

El caso se ha convertido en un ejemplo paradigmático de cómo las técnicas modernas pueden corregir errores históricos, incluso en colecciones museísticas bien documentadas.

El misterio de las ballenas en Fairbanks, a más de 400 kilómetros del mar

Muchos expertos se preguntaron cómo llegaron huesos de ballenas a una zona situada a más de 400 kilómetros de la costa. La posibilidad de que los animales remontaran ríos fue descartada rápidamente, ya que el arroyo donde se hallaron es demasiado pequeño para cetáceos de ese tamaño.

Entre las hipótesis planteadas se encuentran el transporte humano de huesos desde la costa, quizá con fines simbólicos o prácticos, y la acción de grandes carroñeros. No obstante, la explicación más plausible, según el estudio publicado en Journal of Quaternary Science, apunta a un error de etiquetado en el museo.

Otto Geist entregó colecciones procedentes tanto del interior de Alaska como de zonas costeras como Norton Bay, lo que habría provocado una mezcla accidental de materiales.

Aunque la idea de encontrar mamuts «modernos» ha quedado descartada, este suceso subraya la importancia de revisar el registro fósil con nuevas herramientas.