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La ciencia confirma que los padres tienen un hijo favorito y es éste

El favoritismo parental depende de la personalidad, el género y el orden de nacimiento

  • Janire Manzanas
  • Graduada en Marketing y experta en Marketing Digital. Redactora en OK Diario. Experta en curiosidades, mascotas, consumo y Lotería de Navidad.

La relación entre padres e hijos es uno de los vínculos más complejos y significativos de la vida. Sin embargo, en muchas familias, surge una dinámica que puede pasar desapercibida para algunos, pero no para quienes la experimentan: el favoritismo parental. Aunque los padres suelen negar tener un hijo favorito, estudios recientes confirman que estas preferencias no sólo existen, sino que también responden a factores específicos, como la personalidad, el género y el orden de nacimiento.

A lo largo de la historia, la ciencia ha investigado cómo el favoritismo afecta las relaciones familiares, especialmente en lo que respecta a la autoestima, el rendimiento académico y la salud mental de los hijos. La investigación en torno al favoritismo parental ofrece valiosas lecciones para comprender y mejorar las dinámicas familiares. Uno de los hallazgos más significativos es que el favoritismo no siempre es consciente. Según Alexander Jensen, de la Universidad Brigham Young, los padres se sienten más cómodos al interactuar con hijos que se ajustan a sus expectativas o que generan menos conflictos. Sin embargo, esta percepción puede llevar a un trato desigual, incluso si no es intencionado.

¿Cuál es el hijo favorito de los padres?

El favoritismo parental es más común de lo que se piensa y, según estudio, se da en aproximadamente dos tercios de las familias. Aunque no siempre es intencional, suele estar influido por varios factores. Uno de ellos es el género de los hijos. Estudios como el liderado por Alexander Jensen han demostrado que las hijas suelen recibir un trato más afectuoso por parte de los padres. Esta preferencia puede deberse a percepciones culturales que asocian a las niñas con comportamientos más tranquilos y afectuosos.

Otro factor determinante es el orden de nacimiento. Los hijos mayores, por ejemplo, suelen recibir mayor confianza y autonomía. Esto se debe a que los padres, al ser nuevos en la crianza, suelen aplicar normas más estrictas con el primogénito, pero también le otorgan privilegios antes que a los demás.

En contraste, los hermanos menores, aunque pueden recibir más atención, perciben menos responsabilidades y mayores indulgencias. Finalmente, la personalidad juega un papel crucial: los niños amables, responsables y menos conflictivos se perciben como más «fáciles de criar», lo que refuerza una dinámica de favoritismo inconsciente.

Consecuencias emocionales y sociales

El favoritismo parental, aunque no siempre es evidente, tiene repercusiones profundas en la salud emocional de los hijos. Aquellos que no se sienten favoritos pueden desarrollar problemas como baja autoestima, ansiedad y depresión. Los hijos menos favorecidos tienden a presentar alteraciones en el comportamiento y dificultades en sus relaciones sociales.

Además, el favoritismo fomenta la rivalidad entre hermanos, creando un ambiente competitivo y a menudo conflictivo en el hogar. Cuando un hijo percibe que a su hermano le tratan con más cariño o recibe más privilegios, puede sentirse desplazado o resentido, lo que afecta la cohesión familiar.

Cómo evitar el favoritismo parental

Reconocer y corregir patrones de favoritismo no es tarea fácil, pero es esencial para garantizar un ambiente familiar saludable. Una de las estrategias más recomendadas es atender las necesidades individuales de cada hijo en lugar de tratar a todos de forma idéntica.

Esto implica adaptar las normas y expectativas según la personalidad y las circunstancias de cada niño. Por ejemplo, un hijo más tímido puede necesitar apoyo emocional adicional, mientras que uno más extrovertido podría beneficiarse de actividades que canalicen su energía.

Otra recomendación clave es escuchar a los hijos y estar atentos a sus percepciones sobre el trato recibido. Muchas veces, los niños expresan indirectamente su descontento a través de comentarios o comportamientos. Finalmente, fomentar el tiempo de calidad en familia es una forma efectiva de fortalecer los lazos. Participar en actividades conjuntas, como juegos o proyectos, puede ayudar a equilibrar la atención y promover un sentido de unidad.

El objetivo no es eliminar por completo las diferencias en el trato hacia los hijos, sino garantizar que todos se sientan igual de valorados y queridos. Esto requiere un esfuerzo consciente por parte de los padres para evaluar sus acciones y ajustar sus comportamientos según las necesidades de cada hijo. La clave está en construir relaciones basadas en el respeto, la empatía y la atención individualizada.

En definitiva, el favoritismo parental es un fenómeno complejo que, aunque puede parecer inofensivo, tiene implicaciones significativas en la vida de los hijos y en la cohesión familiar. Entender las causas y consecuencias es el primer paso para abordarlo de manera efectiva. Con estrategias como la atención a las necesidades individuales, la comunicación abierta y el tiempo de calidad, es posible construir relaciones familiares más equitativas y saludables.

En un mundo donde las presiones sociales y emocionales son cada vez mayores, es fundamental que las familias prioricen la empatía y el entendimiento mutuo. Al hacerlo, se mejoran las relaciones entre padres e hijos y se sientan las bases para un futuro donde todos los miembros de la familia se sientan respetados.