Parece Ibiza pero está en Cataluña: el pueblo marinero con las playas más bonitas para pasar el verano
Si estás buscando una escapada en la que la tranquilidad, la belleza natural y la buena gastronomía se fusionen a la perfección, Calella de Palafrugell puede ser exactamente lo que necesitas. Éste pequeño pueblo marinero en la Costa Brava catalana, concretamente en la provincia de Gerona, combina lo mejor del Mediterráneo con la autenticidad de los destinos que aún conservan su identidad intacta. Frente al creciente turismo masivo que afecta a muchos puntos de España, este rincón ofrece una alternativa tranquila, sin perder el atractivo cultural y natural que lo caracteriza.
Con sus calles empedradas, sus casitas blancas con tejas rojizas, sus calas escondidas y su ambiente relajado, Calella de Palafrugell ha sido catalogada por muchos como «la Ibiza de Cataluña». Sin embargo, no esperes discotecas ni multitudes interminables: aquí el ambiente nocturno se vive al ritmo del mar, con terrazas acogedoras, conciertos íntimos, tapas de mariscos y el eco de las olas como telón de fondo. En este pueblo de poco más de 700 habitantes, cada rincón parece salido de una postal y cada experiencia se vuelve inolvidable.
Calella de Palafrugell: un pueblo marinero con alma mediterránea
Calella de Palafrugell es una localidad que ha sabido mantener su esencia a lo largo del tiempo. A diferencia de otros destinos que han sido absorbidos por la urbanización desmedida y el turismo masivo, este pueblo ha conservado su arquitectura tradicional y su atmósfera de pueblo marinero. El núcleo histórico, especialmente la zona de Port Bo, sigue siendo uno de los grandes tesoros del lugar. Las callejuelas porticadas con arcos que se abren directamente al mar invitan a pasear sin prisa y dejarse llevar por el encanto que desprende cada rincón.
Durante años, Calella fue un modesto pueblo de pescadores. Sus construcciones originales, como los famosos «guardabots», eran pequeños almacenes donde los marineros guardaban sus barcas y herramientas de pesca. Hoy en día, muchos de estos espacios se han transformado en bares, viviendas o restaurantes, sin perder su estética tradicional
Gastronomía con sabor a mar
Uno de los grandes placeres de visitar Calella de Palafrugell es su exquisita propuesta culinaria. Aquí, los sabores marinos son los grandes protagonistas, y la frescura del producto es un sello inconfundible. Entre los platos que no puedes dejar de probar está la famosa garoinada, una receta tradicional a base de erizos de mar, que se suele disfrutar especialmente en invierno.
Pero si hay una delicia que destaca por su simpleza y sabor, son los chipirones, conocidos localmente como «chipi». Ya sean a la plancha, rebozados o acompañados con arroz, estos pequeños calamares son una auténtica joya gastronómica que resume la esencia del lugar: producto fresco, bien tratado y con una conexión directa al mar.
Calas escondidas y playas de postal
El litoral de Calella de Palafrugell está salpicado por pequeñas calas y playas que sorprenden por su belleza y aguas cristalinas. A diferencia de las playas más extensas y concurridas, aquí encontrarás rincones más íntimos, rodeados de vegetación mediterránea, ideales para practicar esnórquel o simplemente relajarte al sol.
Entre las más recomendadas están El Golfet, una cala rodeada de acantilados que ofrece un entorno casi virgen y vistas espectaculares; Port Pelegrí, más accesible y perfecta para familias; La Platgeta, una pequeña joya ubicada justo en el centro del pueblo, y Els Canyers, un rincón tranquilo para quienes buscan desconectar por completo.
Por supuesto, no se puede olvidar la playa de Port Bo, considerada una de las más emblemáticas. Desde aquí se tienen algunas de las vistas más icónicas del pueblo, especialmente al atardecer, cuando la luz dorada del sol pinta las fachadas blancas con un tono cálido inigualable.
Naturaleza y cultura en perfecta armonía
Además de playa, Calella de Palafrugell ofrece una serie de experiencias que combinan naturaleza, cultura y tradición. Uno de los paseos más recomendados es el Camí de Ronda, un sendero costero que conecta diferentes playas y calas de la Costa Brava. La ruta permite disfrutar de paisajes espectaculares, rincones escondidos y una conexión directa con el entorno natural.
También es muy conocida la propuesta cultural del pueblo, que alcanza su punto álgido durante el verano. En julio se celebra el Festival de Cap Roig, uno de los eventos musicales más prestigiosos de Cataluña. Se lleva a cabo en los jardines del mismo nombre, un espacio mágico situado sobre un acantilado con vistas al mar. Artistas nacionales e internacionales se dan cita en este escenario único, ofreciendo conciertos que combinan música de calidad con una atmósfera irrepetible.
Este pueblo marinero el lugar ideal para quienes buscan desconectar, reconectar con la naturaleza y deleitarse con la esencia más pura de la Costa Brava. Con sus playas espectaculares, su atmósfera tranquila, su rica gastronomía y su autenticidad intacta, este pequeño pueblo costero representa una joya poco explotada por el turismo, lo que lo hace aún más atractivo.
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