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Niños que beben mucho: cuándo puede ser una señal de alarma

Todos sabemos que el agua es esencial para la vida y que debemos mantenernos hidratados, especialmente en los días de calor como los que hace ahora que estamos en pleno verano. Pero, ¿qué pasa cuando un niño bebe demasiado líquido? ¿Es normal o puede indicar algún problema de salud? Te explicamos a continuación las causas cuando los niños beben mucho y cuando alarmarnos.

Niños que beben mucho: Cuando alarmarnos

La sed es el mecanismo natural que tiene nuestro cuerpo para regular el equilibrio hídrico. Cuando perdemos agua por el sudor, la orina, la respiración o las heces, sentimos la necesidad de reponerla bebiendo. Sin embargo, hay casos en los que la sed se vuelve excesiva y no se corresponde con la cantidad de agua que realmente necesitamos. A esto se le llama polidipsia.

La polidipsia puede ser primaria o secundaria. La primaria se debe a un trastorno psicológico que hace que la persona tenga una obsesión por beber, sin que haya una causa orgánica que lo justifique. La secundaria se produce cuando hay una enfermedad subyacente que altera el funcionamiento de los riñones, el páncreas, el hipotálamo o la hipófisis, y provoca una pérdida excesiva de agua o una disminución de la hormona antidiurética (ADH), que regula la reabsorción de agua en los túbulos renales.

Polidipsia secundaria en niños

Entre las posibles causas de la polidipsia secundaria en los niños se encuentran:

Otras enfermedades menos frecuentes que pueden causar polidipsia secundaria son: el hipertiroidismo, el hiperaldosteronismo, el síndrome nefrótico, la insuficiencia renal crónica, las enfermedades hepáticas y las enfermedades neurológicas.

¿Cómo saber si un niño bebe demasiado?

No hay una cantidad exacta de líquido que sea adecuada para todos los niños, ya que depende de su edad, peso, actividad física y condiciones ambientales. Sin embargo, se puede estimar que un niño sano necesita entre 50 y 100 ml por kilo de peso al día. Por ejemplo, un niño de 10 kg necesitaría entre 500 y 1000 ml al día.

Si observamos que nuestro hijo bebe más de lo normal sin motivo aparente, debemos consultar con el pediatra para descartar alguna enfermedad. El médico le hará una historia clínica detallada y le realizará un examen físico y unas pruebas complementarias como análisis de sangre y orina, medición del peso y la talla, prueba de la sed y prueba de la ADH.

El tratamiento de la polidipsia dependerá de la causa que la origine. En algunos casos, bastará con corregir el desequilibrio hídrico y electrolítico con una adecuada hidratación y una dieta equilibrada. En otros casos, será necesario administrar medicamentos específicos para controlar la enfermedad de base, como insulina, hormona antidiurética sintética, diuréticos o anticonvulsivantes. En el caso de la polidipsia primaria, se requerirá una intervención psicológica o psiquiátrica.

La polidipsia es un síntoma que no debemos ignorar, ya que puede ser la manifestación de una enfermedad grave que requiere un diagnóstico precoz y un tratamiento adecuado. Por eso, es importante estar atentos a los hábitos de hidratación de nuestros hijos y consultar con el pediatra ante cualquier duda o cambio en su comportamiento.