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6 hábitos que revelan la inteligencia emocional de los niños, según una coach de crianza

Una experta en crianza da las claves del comportamiento en niños con inteligencia emocional

La inteligencia emocional es la capacidad de comprender, expresar y gestionar las propias emociones y las de los demás. Se considera una habilidad clave para el éxito y la felicidad en la vida. Pero, ¿cómo saber si nuestros hijos están desarrollando una buena inteligencia emocional?.

Reem Raouda, una coach de crianza consciente, ha estudiado el comportamiento de más de 200 niños y ha identificado seis cosas que hacen los que tienen una alta inteligencia emocional. 

Hábitos que revelan la inteligencia emocional de los niños

La inteligencia emocional es un conjunto de habilidades que nos permiten reconocer, entender y manejar de forma equilibrada nuestras propias emociones y las de los demás. La inteligencia emocional nos ayuda a adaptarnos a nuestro entorno, a mejorar nuestras relaciones sociales, a resolver problemas y conflictos, y a reducir el estrés y la ansiedad.

La inteligencia emocional se compone de dos aspectos: la inteligencia intrapersonal, que se refiere a la capacidad de conocer y regular nuestras emociones, y la inteligencia interpersonal, que se refiere a la capacidad de empatizar y comunicarnos con los demás. La inteligencia emocional se puede aprender y entrenar, y es una habilidad clave para el éxito y la felicidad en la vida.

Este tipo de inteligencia se desarrolla desde la infancia y la mencionada experta Reem Raouda ha revelado seis hábitos que son clave y que comparten 200 niños que estudió y que pueden servirnos para detectar el nivel de inteligencia artificial en nuestros hijos:

Reconocen señales no verbales

Los niños con alta inteligencia emocional son como detectives emocionales, que son capaces de captar los sentimientos de los demás a través de su lenguaje corporal y sus expresiones faciales. Por ejemplo, pueden decir: “Mamá, mi amiga Sara estaba muy callada hoy. Le pregunté si quería jugar y me dijo que no. Creo que estaba triste por algo”.

Para fomentar esta habilidad, Raouda recomienda tener conversaciones reflexivas con ellos sobre su día y discutir las emociones que observaron en las personas con las que interactuaron. Estas charlas refuerzan su capacidad de leer emociones y aumentan su confianza en entender a los demás. Se les puede preguntar: “¿Qué tipo de humor crees que tenía tu compañero de clase hoy?”

Muestran empatía y compasión

Los niños con alta inteligencia emocional no solo identifican las emociones de los demás, sino que también muestran preocupación y ofrecen ayuda. Durante una cita de juego, por ejemplo, tu hijo nota que su amigo está molesto porque no ganó un juego. Se acerca a él y le dice: “¡Jugaste muy bien! ¿Quieres jugar a otra cosa juntos?”

Para inspirar la empatía en nuestros hijos, la forma más poderosa es dar el ejemplo nosotros mismos. Si un vecino está enfermo,  la experta señala que podemos decir: “Estoy preocupado por la señora Brady. Vamos a ver cómo está y si necesita ayuda con algo”.

Pueden nombrar sus emociones

Los niños con alta inteligencia emocional son muy buenos compartiendo sus sentimientos. Según la experta cuando tu hijo dice: “Me siento frustrado porque no puedo resolver este rompecabezas”, o “Estoy feliz porque ayudé a mi amiga a arreglar su juguete”, está reconociendo y comunicando sus emociones.

Para desarrollar esta habilidad, es importante etiquetar nuestras emociones: “Me siento decepcionado de que no pueda encontrar mis llaves”, o “Estoy un poco abrumado con todo el trabajo que tengo que hacer”. Esto ayuda a normalizar el hablar de emociones, haciendo que sea más natural para nuestros hijos hacer lo mismo.

 Son adaptables

Un niño capaz de adaptarse sin problemas a los cambios de rutina, o de manejar noticias decepcionantes con calma, está mostrando madurez emocional. La experta pone un ejemplo claro: Cuando se cancela un picnic al aire libre debido a la lluvia, por ejemplo, en lugar de sentirse molesto o hacer una rabieta, tu hijo acepta el cambio con tranquilidad: “Oh, está lloviendo. ¡Hagamos un picnic dentro de casa!”

Para construir esta habilidad, de nuevo, empieza por el padre. Raouda sugiere que los padres modelen una actitud positiva ante los cambios y los desafíos, y que expliquen a sus hijos cómo se sienten y qué hacen para afrontarlos. Por ejemplo, si hay un corte de luz, se puede decir: “Bueno, esto es inesperado. Me siento un poco frustrado, pero también veo una oportunidad para hacer algo diferente. ¿Qué te parece si jugamos a las sombras chinescas con una linterna?”

Son buenos oyentes

Los niños con alta inteligencia emocional saben escuchar activamente, lo que significa prestar atención, hacer preguntas y mostrar interés por lo que dice el otro. Cuando tu hijo escucha a su amigo contarle una historia, por ejemplo, no lo interrumpe ni se distrae con otra cosa. En cambio, asiente con la cabeza, hace comentarios y le pide más detalles.

Para mejorar esta habilidad, Raouda aconseja que los padres practiquen la escucha activa con sus hijos, y que les enseñen a hacer lo mismo con los demás. Se les puede decir: “Cuando alguien te habla, es importante que lo mires a los ojos, que no hables mientras habla y que le digas algo que demuestre que lo has entendido”.

Pueden autorregularse

Los niños con alta inteligencia emocional pueden manejar sus emociones intensas, mantener la calma cuando las cosas se complican y tomar decisiones inteligentes. Imagina a tu hijo jugando a un juego con sus amigos y perdiendo una ronda. En lugar de reaccionar con frustración, un niño que es bueno en la autorregulación puede tomarse un momento para respirar y luego volver a entrar con una mentalidad positiva.

Para apoyar esta habilidad, Raouda propone que los padres ayuden a sus hijos a identificar sus desencadenantes emocionales, a reconocer sus señales corporales y a encontrar estrategias para calmarse. Se les puede decir: “A veces, cuando me siento enojado, noto que mi corazón late más rápido y que mis manos se tensan. Entonces, sé que necesito hacer algo para relajarme, como contar hasta diez o hacer unos estiramientos”.

Estas seis cosas que hacen los niños con alta inteligencia emocional son hábitos que se pueden aprender y practicar. Como padres, podemos ayudar a nuestros hijos a desarrollar estas habilidades desde una edad temprana, creando un ambiente seguro, amoroso y respetuoso, donde puedan expresar y explorar sus emociones. Así, les estaremos preparando para una vida plena y feliz.