OkBaleares

Una visita al caer

En «mi querida España, esta España mía esta España nuestra» a la que cantaba la malograda Cecilia (1948-1976) se practican más homenajes póstumos que en vida. Los muertos ya no molestan, aunque tampoco los disfrutan. Si acaso un cierto alivio para sus familiares vivos, pero no más. Eso sí, los autores de obituarios gozan de gran cartel.

Acabo de acordar una visita particular, no periodística, al que ha sido el más longevo presidente de la historia del R.C.D Mallorca, Miquel Contestí. Ha cumplido 92 años y deploro el desprecio de los anales del club que vienen practicando sus actuales propietarios, convencidos de que esto empezó hace 10 años con motivo de su desembarco. No. Para que engañados, ingénuos o conscientes de su inversión ha habido mucha gente que ha tenido que torear los peores momentos de la SAD de hoy, nacida como Real Sociedad Alfonso XIII. Y Contestí fue, él si, uno de los tres, ni uno más, que pueden ser considerados cofundadores. Huyamos de «palabros» inventados.

Me apetece revivir con él, que mantiene sus condiciones cognitivas en perfecto estado, sobre todo lo bueno de su largo mandato, pues lo malo lo tuvo que superar al sacar al club de una inminente desaparición, sin energía eléctrica ni teléfono en el Lluis Sitjar, con un montó de obligaciones emitidas en su día para la construcción de la tribuna superior que servía de cubierta a su inferior, con la prohibición de fichar jugadores profesionales, deudas y embargos. Y lo llevó de nuevo a primera división, a su primera final de una Copa del Rey poco antes del decreto de reconversión de las sociedades deportivas sin ánimo de lucro en las anónimas que mal sobreviven bien entrado el siglo XXI.

Quiero hablar de jugadores, de entrenadores, aquellos que admiró y luchó por enrolar: Ezaki Badou, su gran amigo, Serra Ferrer, su mejor técnico, el recuerdo de Antonio Oviedo, el fichaje de Chano o el de Calderón, y los de Higuera, Orejuela, Paco Bonet, Luis García, Fradera, Claudio, Alvaro, tantos y tantos que cuesta tanto olvidar como recordar. Deseo hacerle saber que aunque en su última visita al palco de Son Moix nadie le reconoció pese a haber sido invitado, su mallorquinismo permanecerá en la memoria de toda la verdadera afición, la de savia bermellona y firmes raíces. ¡Justicia!, en definitiva, ante tanta indolencia.