La tragicomedia socialista en Palma: palomitas, por favor
Si alguien pensaba que la política balear estaba tranquila, es que no se ha pasado últimamente por la agrupación socialista de Palma, ese reality show que ya quisiera Telecinco para sus noches de prime time.
Allí, entre pasillos, comunicados envenenados y sonrisas que parecen hechas con esmalte dental caducado, se libra una auténtica guerra civil. Y lo de civil es un decir. En una esquina del ring tenemos a Iago Negueruela, secretario general, aterrizado en Palma con el padrinazgo de la controvertida Francina Armengol, que lo presentó como si fuera la gran esperanza socialista. El problema es que el resto del partido lo recibió con el mismo entusiasmo con el que uno recibe una factura de la luz. De hecho, Negueruela ganó el liderazgo con más de un 40% de abstenciones, un dato que, para los no iniciados, en política equivale a que ni tu perro te vota.
Y claro, cuando uno llega a un cargo con menos apoyo que un taburete cojo, lo normal es darse un paseo, reflexionar, tender puentes… Pero no: el nuevo líder ha decidido declararle la guerra a Angélica Pastor y Xisco Ducrós, dos pesos pesados del grupo municipal socialista. No son los únicos, está dejando un reguero de cadáveres por el camino que tarde o temprano le pasará factura. Una estrategia brillante: si quieres unir a tu partido, empieza por cabrear a los que tienen votos, experiencia y estructura. Clausewitz estaría orgulloso.
Mientras tanto, el partido en Baleares navega sin rumbo, sin brújula y, probablemente, sin gasolina. A año y medio de las elecciones, todavía no saben quién será candidato o candidata. La situación es tan caótica que podrían poner una piñata y lo mismo sale un líder por casualidad. Armengol bastante tiene con su futuro judicial, sus escándalos pendientes y ese noble objetivo de seguir aforada «por si acaso». La política preventiva, que le llaman.
Por otro lado, Aina Calvo ha decidido aplicar la sabiduría del refranero: «Cuando veas las barbas del vecino pelar, pon tus listas a salvo». No quiere saber absolutamente nada de encabezar nada en Baleares. Y, sinceramente, quién puede culparla: ahora mismo encabezar el cartel socialista balear es lo más parecido a apuntarse voluntario para hundir el Titanic… otra vez.
En cuanto al grupo municipal socialista, ahí sólo quedan dos fieles escuderos detrás del líder supremo Negueruela: el cazacocodrilos —cuyo apodo ya permite imaginar el nivel del guion— y Xisco Dalmau, una figura tan misteriosa que, más allá de los cargos públicos que ha ido coleccionando, no se le conoce oficio ni beneficio. Eso sí, la lealtad ciega la tiene. Y la ceguera también.
Así que sí, el manual para ganar unas elecciones dice tres cosas: tener el partido controlado, remar todos en la misma dirección y estar unidos. El problema es que, ahora mismo, el PSOE de Palma no controla nada, nadie rema y la única dirección clara es hacia el iceberg. Palma quería un proyecto político. Lo que tiene es una serie. Eso sí: muy entretenida.
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