Territorio comanche
Palma ha puesto en marcha un vehículo para controlar sus calles que ha detectado ya 345 excesos de velocidad en 7 días. Si contabilizáramos 30 días, resultaría que nos pondríamos en 2.400 infractores al mes, que debe ser aproximadamente el número de descerebrados que andan por la ciudad como les da su real gana. Y a estos sin duda hay que ponerles coto, pero ya.
Pero los hay quienes todavía se pasan mucho más: los que circulan a escape libre, que no serán afortunadamente más de algunos centenares, pero que andan acojonando a la ciudadanía con su ruido infernal o, peor aún, despertándolos de noche a sustos cuando duermen plácidamente. Y a estos habría que aplicarles una doble ración de sanción y además requisarles las motos de las que tan chulos se muestran.
MARTES: PALMA 30. Arregladas estas dos cuestiones, sin embargo, los problemas circulatorios de Palma ni se reducen ni se pacifican ni menos aún se solucionan, aunque eliminemos los 100.000 coches que parece que sobran en esta ciudad y se impida la llegada de otros tantos. Y es que, en Palma, que es, oído al parche, Palma 30 -que lo pone al llegar desde la autopista de Levante frente al Palacio de Congresos-cada quisque anda por sus calles a la velocidad que más le cuadra y por tanto la ciudad es, valga la expresión, territorio comanche donde no existe la ley y, ciudadanía consciente al margen, circulan sin orden ni concierto. O sea, un auténtico disparate en cuanto a velocidades.
MIÉRCOLES: TERRITORIO COMANCHE. Deberían -¿deberían?- existir en esta Palma de nuestros pecados unos niveles de velocidad que, sin rebasar los límites, permitieran una circulación segura, tranquila, pero a la vez fluida. Y esto posiblemente no sea tan difícil de lograr, salvo la voluntad de hacerlo, que de momento no parecen muy dispuestos quienes deben. Pongamos un ejemplo extremo: las Avenidas. Por este recorrido circulan a diario miles de vehículos, incluidos la mayoría de los autobuses urbanos. Pues bien, por las Avenidas, excepto las horas de mayor congestión, los vehículos circulan a velocidades impropias del más céntrico circuito urbano del centro de la ciudad: a 60 kilómetros por hora o incluso a más. ¿Tiene esto cualquier parecido con Palma 30? En absoluto. Por tanto, resulta del todo necesario adecuar los índices de velocidad a unos términos en los que no se produzcan estas inasumibles diferencias. Por muchos conceptos, entre otros y no menos importantes, por los niveles de contaminación que a mayor velocidad se generan y para mantener el respeto a las zonas de bajas emisiones.
JUEVES: SANT LLORENÇ. Sin punto de comparación, tristemente, los recientes sucesos del Levante nos recuerdan a los de Sant Llorenç del 2018 donde murieron trece personas. Pero lo sucedido en Valencia nos advierte nuevamente sobre calamidades que puedan volver a producirse causadas, o no, por el cambio climático. Las rectificaciones de cauces en Sant Llorenç que causaron esta desgracia siete años después todavía no se han llevado a cabo, lo que es una absoluta irresponsabilidad achacable, entre otras muchas deficiencias que aún esperan solución, sin duda al pasado Govern.
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