Teresa Mier Paredes: una vida entre Cádiz, Madrid y Mallorca
Hay vidas que avanzan como una costura fina, uniendo lugares, generaciones y decisiones que, vistas en perspectiva, parecen encajar con naturalidad. La historia de Teresa Mier Paredes es una de esas trayectorias que se tejen con raíces profundas y alas dispuestas a cambiar de rumbo cuando la vida lo pide.
Nacida en Cádiz «por casualidad» -o más bien por cariño familiar- porque su tío, ginecólogo, atendió su llegada al mundo, Teresa creció en Madrid, ciudad a la que pertenece parte esencial de su identidad. Su madre, María Teresa Paredes Álvarez Osorio, gaditana de una familia de linaje indiscutible -Álvarez Osorio Mora Figueroa-, aportó a su crianza el sentido de la estética y la calidez mediterránea. Su padre, Fernando Mier Cerezo, palentino y publicista, representó la creatividad, el esfuerzo y el carácter castellano que también forman parte de su manera de estar en el mundo.
De su madre heredó el gusto por los espacios bellos -fue diseñadora de interiores hasta que decidió dedicarse a criar a sus hijos- y de su padre la pasión por la comunicación. No es casualidad que Teresa estudiara Marketing en ESIC y más tarde completara un MBA en el Instituto de Empresa, convencida de que la estrategia y la sensibilidad estética pueden convivir bajo el mismo techo profesional.
Durante años trabajó en Madrid, primero en la agencia de publicidad familiar, donde consolidó un perfil sólido en comunicación, y después afrontó uno de esos giros vitales que marcan un antes y un después: su mudanza a Mallorca. Llegó a la isla embarazada de cinco meses de su segundo hijo, Marcos, con su hija mayor, Paula, de apenas tres años, y con la serenidad de quien sabe que el hogar se lleva dentro.
Mallorca la recibió con las puertas abiertas. Trabajó en la revista Spending, sumergiéndose en el tejido social y cultural de Palma, y más tarde en la Asociación de la Empresa Familiar, donde encontró un entorno profesional enriquecedor y cercano. Sin embargo, otro gran proyecto estaba a punto de tomar forma.
Cuando su marido dio el paso de crear su propia clínica -la clínica del Dr. Estanislao Planas- Teresa no fue sólo el apoyo imprescindible: fue parte activa del sueño. Levantaron juntos un proyecto que combina medicina, estética, gestión y una visión profundamente humana de lo que significa cuidar. Tres años después, la clínica es no sólo un éxito profesional, sino una muestra del trabajo compartido, del amor bien organizado y de un equipo familiar que funciona como un engranaje perfecto.
Hoy, Teresa habla con orgullo de su vida: de Paula, ya de 17 años, y de Marcos, a punto de cumplir trece; de los valores heredados de sus padres; y de la certeza íntima de que está construyendo algo que trasciende su propia generación. Un legado que tiene mucho de Cádiz, mucho de Madrid y mucho de Mallorca.
Porque al final, su historia es la de una mujer que ha sabido unir raíces y caminos, tradición y cambio, familia y propósito. Una vida hilada con elegancia, determinación y una autenticidad que no necesita adornos.
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