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EL CUADERNO DE PEDRO PAN

‘Talaiot’, el concierto de Marco Mezquida, ya está en casa

La noche del 26 de septiembre el Teatro Principal de Palma vivió un momento probablemente único

El Ciclo OSIB estrenó su concierto 'Talaiot' para piano y orquesta, que escribió como homenaje a su tierra

La noche del jueves 26 de septiembre el Teatro Principal de Palma vivió un momento probablemente único. Cierto que una de las funciones de nuestra Sinfónica es darle difusión a la obra de compositores del archipiélago, pero en esta ocasión intervenían factores inéditos. El primero de ellos el encargo de la Orquesta del Vallés al menorquín Marco Mezquida de un concierto de piano y orquesta finalmente presentado el 2023 en el Palau de la Música de Barcelona. El segundo, y más preocupante, que el encargo no llegase desde la Sinfónica de Baleares. Es obligación de los responsables artísticos de la Sinfónica de Baleares saber adivinar dónde está el valor emergente que se debe potenciar. Desde luego Mezquida está próximo a conquistar la cumbre, pero su carácter afable y tan próximo invitaba a confiarle el encargo.

No obstante, confirmada su maestría en la improvisación y los diálogos de que es capaz con otros lenguajes musicales, faltaba testar su capacidad para abordar una obra mayor en dominios de eso que llamamos música clásica y más teniendo en cuenta sus apreciadas variaciones sobre Beethoven que fueron escuchadas en el Festival de Pollença hace cuatro años.

Probablemente de ahí surgió la propuesta medio en broma medio en serio de la Orquesta Sinfónica del Vallés. Marco Mezquida aceptó el reto y solo un año después el Concierto para piano y orquesta (Talaiot) acabó siendo una realidad. El año pasado le pregunté a Pablo Mielgo si tenía previsto la presentación en Palma de este concierto y me dijo que sí, solo que en los inicios de 2024 como parte del capítulo de pruebas sobre el auditorio de la Caja de Música, antes de saberse que era un fraude del Pacte anunciar su inauguración para el otoño de 2023.

Entiendo que ha sido un encomiable acto de buen reflejo programar ‘Talaiot’ al inicio del Ciclo OSIB del Teatro Principal de Palma y, además, llevándolo inmediatamente a Menorca, pues allí nació la idea. Eso es precisamente lo que hacía trascendente presentar Talaiot en Palma y acto seguido en Ciudadela (día 28) y Mahón (día 29).

Interesante la presencia entre el público de numerosos no habituales en un  concierto de música clásica, pues no en vano Marco Mezquida encaja bien entre los habituados al jazz y la improvisación, además de los diálogos con otras músicas, como hace pocos días en Vic presentándose el álbum Del alma, que recoge las interacciones entre Mezquida y el guitarrista flamenco Chicuelo. El melómano ya disfrutó de sus cualidades en el Festival de Pollença, donde sorprendió la humildad de Marco Mezquida al considerar que no le correspondía estar ahí. Después llegó su Rhapsody in Blue de George Gershwin -magistral- en el Festival Bellver y poco tiempo después le vimos al frente de su trío en el Jazz Voyeur Festival. Todos esos públicos, más los fijos de la Sinfónica de Baleares, llenaron el teatro hasta la bandera y era una completa delicia observar la conjunción de tan variopintas tribus musicales, puesta en pie finalizado el concierto Talaiot.

Entrando en materia lo que pudo verse y escucharse en el Principal, era un enorme caudal de genialidad –indudablemente- pero asociado a la escasa experiencia en el uso de los cánones que le son propios a la clásica. Porque este concierto, pese a los breves usos de la atonalidad, es en realidad tributo a lo estrictamente académico, salvo en lo referente a los solos donde Marco Mezquida ejerce abiertamente sus deseos de libertad sin límite alguno. Una cosa es ensoñarse con Beethoven y otra bien distinta, encararse a título personal con un concierto para piano. Y de ahí, acudir a su amigo Francesc Llompart para los consejos y trabajos en orquestación. Estamos en realidad frente a una típica obra de juventud, lo que conlleva no dominar las claves. 

En realidad Marco Mezquida iba por libre, de ahí -como él mismo siempre ha reconocido- no respetar la estructura habitual del concierto clásico, por lo general ordenado en tres movimientos.

Interesante el recurso continuado a la tan bella como breve melodía que acaba siendo el omnipresente leitmotiv del concierto a modo de grito repetido envuelto en un sueño que todo lo llena en las noches de luna llena. También es el viento de Tramuntana el que va espoleando con insistente frecuencia los tutti de la orquesta. Creo sinceramente que Marco Mezquida, con el tiempo, alcanzada mayor madurez artística, acabará ordenando todo el material para ofrecer una versión en suite de este concierto y, de hacerlo con determinación, cuajará una obra maestra donde el genio de Mezquida se dibuje entre los susurros de la propia orquesta. Es algo en lo que iba pensando mientras escuchaba el Concierto para piano y orquesta. No puede quedarse así. Definitivamente, no puede quedarse así, Pero, de momento, Talaiot ya está en casa.

¿Qué decir de los bises sabiamente elegidos? El Libre de Nino Bravo nos acerca a su espíritu irreductible inspirado en la libertad y sus variaciones sobre La Balanguera son igualmente un ansia de libertad, brindándonos unas maravillosas variaciones nunca escuchadas hasta ahora.

En resumidas cuentas Talaiot ya está en casa. Y lo ha hecho después de escucharle en el Festival de Pollença, en Bellver y en el Jazz Voyeur Festival. Ahora tocaba escuchar sus pensamientos más íntimos a través de las noches de bauxa y de reflexión vividas al amparo de lo construido miles de años antes por sus ancestros. Se vivió una noche mágica, claro que sí.