OkBaleares
PRIMERA LÍNEA

Son Tous, una medida valiente

Como era de esperar la extrema izquierda, a Dios gracias el 2023 enviada a la oposición en las principales instituciones de Baleares, ha puesto en modo disparo a su artillería pesada, ante el anuncio de que los menas tutelados por el IMAS serán acogidos en el antiguo cuartel de Son Tous.

Tiene guasa que la portavoz socialista en el Consell de Mallorca, Catalina Cladera, se escandalice porque esta medida «viola los derechos humanos». 

¿Qué hizo ella, cuando siendo presidenta del Consell de Mallorca afloró el escándalo de menores tuteladas, forzadas a prostituirse? La izquierda, toda ella, hizo piña; incluso su jefa Francina Armengol, desde el Govern, puso todas las trabas posibles para perjudicar el trabajo de la comisión llegada del Parlamento europeo para investigar el caso. No defender a estas niñas tuteladas por ella en última instancia sí fue una violación de derechos.

Su colega en malas artes, Catalina Inés Perelló, portavoz de Més, empleó lo de «barbaridad xenófoba» y también» deshumanización institucional», sin darse cuenta de que impedir a toda costa que los niños castellanohablantes puedan estudiar en su lengua materna es, mira por dónde, «una barbaridad xenófoba» y, asimismo, una «deshumanización institucional». Porque está recogida en la Constitución y en el Estatuto de Autonomía la cooficialidad del castellano y el catalán, un derecho que no puede ser violado puesto que en ese caso estaríamos hablando de fraude de ley, como aquí ocurre. Además, es una deshumanización institucional, al castrar desde el poder una herramienta imprescindible para el desarrollo y crecimiento de la persona.

Reconozco que me ha sorprendido la medida y no por inhumana sino por el consentimiento del PP en la persona de Llorenç Galmés, quien preside el Consell de Mallorca. Sus compañeros de partido en el Govern, no tanto en el Ayuntamiento de Palma, siempre se han mostrado reacios a dar apoyo a la reivindicación de Vox de respetar el bilingüismo en la educación. Y lo mismo pasa con la propuesta de medidas buscando la inserción por la vía de prohibir actividades y actitudes, contrarias, sino incompatibles, con las normas de convivencia que nos hemos dado a través de siglos. El buenismo de la izquierda lleva a la ministra de Educación, Pilar Alegría, a prohibir el cerdo en los comedores de los colegios en Ceuta. ¿De verdad no pasa nada?

Pedro Bestard (Vox), vicepresidente segundo del Consell de Mallorca, deja claro que la medida de concentrar a los menas en Son Tous responde al planteamiento de alejarlos de las zonas urbanas y mantenerlos sin lujos, ni privilegios ante la necesidad de acabar con el efecto llamada. ¿De verdad la sociedad civil mallorquina, alarmada por la creciente inseguridad, no apoya estas medidas «sin contravenir la ley», en palabras de Bestard?

Sobre la concentración de menas en Son Tous, la izquierda denuncia que las condiciones son insalubres. ¿Acaso no han visto los trabajos llevados a cabo en aquellas instalaciones para hacerlas perfectamente habitables? ¿Por qué los llegados ilegalmente deben recibir unos privilegios -entre ellos la paguita, al único objeto de consolidar fidelidad a la izquierda- cuando los jóvenes mallorquines no se los pueden permitir? Ponerle freno al efecto llamada es una imperiosa necesidad para frenar la nefasta fiesta woke.

Hace unos días se ha conocido que en Valencia se les ha retirado el salario mínimo a 300 españoles para derivarlos a inmigrantes y, además, que 13 niñas tuteladas han desaparecido de un centro de Canarias con la sospecha de que pueden estar detrás mafias del tráfico de seres humanos, eligiendo a víctimas selectivamente para la trata de blancas. De eso se está hablando.  

Demasiado turbio el juego de pateras como para no tomárselo en serio y de ahí esa voluntad de Vox de «adoptar medidas valientes» para ponerle freno al efecto llamada. La extrema izquierda volverá a vomitar ¡ultraderecha!, ¡fascismo!, pero le corresponderá a la sociedad mallorquina –con su voto- dejar alto y claro quién tiene la razón. De momento sorprende el acuerdo de PP y Vox, en el Consell de Mallorca, en absoluto compartido por Prohens. Es probable que Llorenç Galmés tenga datos fiables de la preocupación de la sociedad mallorquina ante el avance incontrolado de la delincuencia.

Lo que a partir de ahora queda claro es que en unos meses Son Tous va a alojar a los primeros 16 menas y después el tiempo ya dirá. Y es posible, además, que la fluidez del pacto entre el PP y Vox en el Consell de Mallorca lleve a la conclusión de que no hay ultraderecha que valga. Solo una extrema izquierda que miente más que habla. Si el votante balear así lo decide en 2027, adiós territorio woke en Baleares. Ojalá, por nuestro bien.